Una madre para mis hijos, una esposa para mí.

Renovando votos...


 

Los días para Sylvia y Hafid  iban pasando como para cualquier mortal, la diferencia era que ellos buscaban aprovechar cualquier momento para demostrar que todo iba bien. 

Una semana más tarde llegó el día de compartir en casa de Tina, iban acompañados de Ahmed, sería una magnífica oportunidad de reunirse desde hacía mucho tiempo. 

Estuvieron recordando viejos tiempos, disfrutando, divirtiéndose, fue una maravillosa velada. 

— En unas semanas tendré una celebración en casa y deseo tenerlos allí, compartir mi alegría con ustedes mis amigos de toda la vida— expresó Hafid emocionado. 

— ¡Cuenta con nosotros!— dijeron Ahmed y Tina al mismo tiempo. 

Llegó el día de la celebración de votos, Sylvia se veía hermosa con el vestido blanco, también su esposo estaba increíblemente guapo. 

Ella estaba en la habitación terminando de arreglarse, en ese momento entró su esposo, vestido elegantemente y dijo:

—¿Cómo está la reina de mi corazón?  La mujer de mi vida, a la que amo con locura. 

— ¡Super feliz de tenerte, de amarte y saber que sientes lo mismo que yo— dijo ella con una inmensa sonrisa. 

La tomó de los hombros para besarla dulcemente en los labios. 

— ¡Qué rico! ¡Me encanta que me beses! — dijo ella. 

— ¡A mi me encanta besarte, disfruto de la suavidad de tus labios, de lo tibio del interior de tu boca! — dijo Hafid— ¡Eres tan divinamente exquisita, mi amor! 

— ¡Vamos mi amor, los invitados están empezando a llegar! — dijo ella— ¡Y te estás poniendo muy apasionado! 

— ¡Es que estás tan bella, quiero comerte, besarte toda, amarte sin restricciones! — dijo él. 

— Durante todo éste tiempo has estado amándome así de rico— susurró ella. 

— ¿Te gusta mi amor?— susurró él en el oído de ella— ¡Que te ame intensamente! 

— ¡A mí me encanta, vida mía!— dijo ella—  es hermoso saberme amada y deseada por tí; ¡Vamos amor! 

Bajaron tomados de la mano, allí estaban Halima, Abir, Ahmed, Tina y su esposo, compañeros de la Universidad de Sylvia, no era muy amplio su círculo social, los socios de Hafid, que lo felicitaban por verse tan lleno de confianza. 

Hafid suspiró y después de un momento tomó la palabra y dijo a los presentes:

— Bienvenidos a ésta celebración, hoy me siento completamente renovado, después de vivir un desastre familiar, en mi camino de resiliencia encontré a una mujer maravillosa. 

El silencio de todos los presentes se podía cortar, todos estaban atentos a las palabras de Hafid, él continuó diciendo:

— Ella me ayudó a levantarme y hoy estoy aquí, con una familia maravillosa, quiero renovar nuestra ceremonia matrimonial delante de ustedes— dijo Hafid— ¡Bienvenidos a nuestra fiesta, mi esposa Sylvia y yo estamos felices de tenerlos en casa. 

Se acercaron hasta un gran corazón hecho a base de flores, y tela hermosamente decorado, ellos se colocaron allí y Amira y Farid llevaban un pequeño obsequio para que se lo entreguen  recíprocamente entre ellos. 

Era un alianza de bodas, él tomó la de ella y mientras iba colocándola en su dedo anular decía:

— Con éste anillo mi amor, prometo amarte por siempre, porque mi amor será sin fin, como es el círculo de esta alianza. 

Sylvia sonrió y le tocó su turno de promesas:

— Con este anillo prometo ser tuya en todos los sentidos, tu mejor amiga, tu confidente, amarte por encima de todo y de todos, ¡Te amo Hafid Aziz! 

Los aplausos se escucharon en aquel salón, fue un hermoso momento. 

Todos se fueron acercando, saludando, felicitando,  empezaron a disfrutar de aquella pareja de enamorados, Hafid se sentía feliz con Sylvia y sus hijos. 

Sin decir una palabra, se notaba lo que sentían, lo transmitían a todos, todos estaban contagiados de aquello que emanaba de aquellos ñ seres tan enamorados y dispuestos a vivir su amor. 

Estuvieron hasta muy tarde disfrutando, bailando, contando anécdotas, después al despedir a todos y llevar a los niños a dormir quedaron ellos allí sentados, evaluando lo bonito de aquello que vivían. 

Sylvia recostó su cabeza en el hombro de su esposo y él le acarició el rostro con ternura, luego se levantaron y se dirigieron a la habitación, Hafid la miró con intensidad y dijo:

—¡Eres tan hermosa mi amor!  Me encanta tu cabello color fuego. 

Empezó a sacar lo que le sujetaba su cabellera, hasta dejarla caer hasta la mitad de su espalda. 

— ¿Amor, tu no serás una irlandesa?— preguntó él, divertido— por el color de tu cabellera. 

— No lo sé, quizás debería hacerme una prueba de esas que hacen para determinar mi orígen— dijo ella. 

— Sería interesante saberlo— dijo él— aunque eso puede esperar, lo que no puede esperar es las ansias que tengo por amarte esta noche y todos los días de mi vida. 

Le ayudó a quitar su vestido y luego de besar cada centímetro de su piel y acariciar sus cuerpos con pasión, el placer inundó sus sentidos dando rienda suelta a todo el amor que había dentro de ellos.

Fue una hora de intenso placer y deseo, Hafid amaba a Sylvia, deseaba su cuerpo, sentía placer al verla disfrutar de las caricias que él le prodigaba, aun las manos de ella, que poco a poco ganaron experiencia lo recorrían con placer infinito. 

Quedaron exhaustos y satisfechos después de aquella maravillosa faena de amor, la plenitud de gozo que sentía con su mujer era indescriptible, jamás había sentido tanta satisfacción con una mujer, como con ella, que ahora era su mujer. 

Después de un día maravilloso y sexo satisfactorio, el sueño los invitó a descansar, era mucho la faena de ese día, se quedaron dormidos profundamente. 

Ya mañana será otro día, la vida seguía, las faenas diarias, estudios, trabajo, todo estaba presente en éstos dos seres que tuvieron la dicha de conocerse y formar una familia. 

Era fin de semana, Hafid quería emprender un viaje con ellos por algunos días, se lo había propuesto a Sylvia, pero le había pedido esperar a terminar el período escolar que sería pronto. 



#1581 en Novela romántica

En el texto hay: romance +18

Editado: 02.04.2023

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