Sentimientos
El partido había llegado a su fin, Steven Lombardi hizo la fila con su equipo para saludar al contrincante, pasó las manos por todos y saludó a cada uno con una gran sonrisa, un empate no está para nada mal, al contrario, era mejor que terminar un partido 1-0 que muy pocas veces les pasaba aquello.
Cuando se dirigieron hacia los vestidores comenzaron a gritar, festejar y cantar, estuvo bastante bien para ser el comienzo de una Gran Liga, muchas veces terminan perdiendo los primeros equipo que comienzan ésta, por ello sus grandes felicidades.
—¡POR MÁS PARTIDOS DONDE ROMPAMOS TRASEROS! —gritó Joshua muy animado, levantó su mano derecha con una botella de agua.
Los demás hicieron lo mismo y con eso también Steven, quien sonriendo levantó su botella con poca agua. Todos con bastante fuerza, chocaron sus aguas y bebieron todo.
—Creo que me haré pis en el camino —dijo Oliver al dejar de lado su botella de plástico vacía, los demás asistieron a lo que dijo.
No se brinda con agua pero estos ya tenia un plan para ir a un lugar para brindar mejor.
—Chicos —la voz del entrenador fue casi nula para ellos, ya que se la pasaban hablando muy alto.
Müller estaba muy nervioso, Laura Wembleg se le había acercado para comunicarle que el hijo de todos se había extraviado. En su mente estaba maldiciendo a aquella mujer por no cuidar bien a Uriel, es un niño muy importante para todos y que no lo haya cuidado bien solo hace que signifique desconfianza y dejarla de lado, porque para Steven aquel es su mundo y saber eso...
—¡CHICOS! —gritó llamando la atención de todos, quedando en silencio en segundos—.No... no encontramos a a a U-Uriel.
Su voz tembló, los nervios le carcomían, era obvio el por qué, Steven había clavado la mirada en él con tan solo escuchar el nombre de su hijo, con miedo se acercó mas, quería pensar que era una total broma por haber empatado.
—¿Es una broma, no? —sus manos se volvieron puños pálidos.
Las manos de entrenador pasaron por su nuca, no sabia que decir, pero luego se acordó de la morocha, no era la culpa de él si no de ella, por haber estado distraída y no tomar en cuenta el niño que dejaron bajo su cuidado.
—Laura me ha dicho que perdió a Uriel —mandarla al frente era lo mejor, no quería perder a un gran Futbolista.
Porque si, Steven con tan solo saber que su hijo no estaba frente suya ya le agarraba ataques de pánico, a demás de que le molesta mucho aquella inmadurez de no poder cuidar lo que te dejan a cargo. Lombardi puede dejar el fútbol con tal de saber que su hijo se encuentre bien.
—Maldita seas Laura —musitó y comenzó a correr por las tribunas.
Pasó por todos los asientos para ver si no se encontraba debajo de uno en modo de protección, tenia muy en claro que haría su hijo en ésta situación, pero la desesperación de perder a lo único que le anima cada día a brillar era lo que sentía.
Sentía miedo por no poder encontrarlo, por si lo encontraba en mal estado o si no lo encontraba.
Le pasaban los nervios a las manos, estas tiemblan, y no deja de mover sus ojos hacia todos lados y su respiración es acelerada. Decidió parar, dejó que su vista se encuentre con el verde del césped para quedarse quieto y respirar profundo.
Pensó, ¿Dónde iría mi hijo si se hubiera perdido? Movió sus ojos por todo el lugar, escuchaba que algunos del equipo también lo buscaban, pensó y pensó hasta que miró detrás suya, por lo pasillos siempre habían personas que vendían comida, su hijo tiene un estomago sin fondo por lo que Steven decidió correr por allí.
Gritó su nombre, hasta que lo vio.
—¡Uriel Gagnon Lombardi! ¿Cuántas veces te he dicho que no te alejes de las personas que conoces? —dijo cuando estuvo lo suficientemente cerca.
El alivio cruzó por todo su cuerpo, le daba gracias a la chica por haber encontrado a su hijo, mentalmente, porque al verla pudo apreciar lo hermosa que le parecía.
Los ojos avellanas de aquella eran los más únicos que había visto, el cabello lacio, su manera de vestir era cómoda, Lombardi no podía dejar de examinarla y darse cuenta que aquella le creaba sentimientos bastante grandes con tan solo una mirada.
Su manera de hablarle a su hijo fue algo tierno, no pudo evitar imaginar una escena con su hijo y ella. Hace mucho que una mujer no le provocaba eso, ni siquiera las que se le acercaban o las que tan solo le miraban.
No, Steven Lombardi no era un mujeriego y mucho menos un Bad Boy, él ya esta bastante grande para ser un ser sin sentimientos, no quiere herir a las personas por solo unos acostones, él quiere encontrar a alguien que quiera pasar momentos juntos con su hijo y él. No porque el publico lo considere guapo tiene que ser un picaflor, es todo lo contrario.
Pero tiene responsabilidades como todo un adulto y solo se quiere centrarse en su hijo y en el fútbol.
—Gracias por cuidar muy bien a mi hijo, Wembleg —le dijo con sarcasmo.
En sus brazos todavía se encontraba su hijo, quien tuvo que bajar por estar muy pesado y él muy cansado.
—Steven, yo... —no le dejó terminar porque ya los dos se encontraban en camino hacia los vestidores.
Todo estaba sumido en un silencio, miró a su hijo mientras caminaban, le veía muy pensativo por lo que decidió preguntarle.
—¿En qué piensas? —apretó un poco la mano de Uriel para llamar su atención.
Éste movió su cabeza en dirección hacia su padre y le sonrió, mas bien salió como una mueca.
—Esa mujer fue muy amable conmigo a pesar de ser del equipo contrario, papi —dijo con inocencia—, Laura esta muy equivocada cuando dice que los demás fanáticos de los equipos contrarios son malos.
Quedaron pensativos los dos, pero Steven no pudo evitar fruncir su ceño.
—¿Eso te ha dicho Laura? Diablos, ya no te dejare con ella —se negó verbal y mentalmente.
—A que esa mujer era muy bella, ¿eh? —coqueto empujó levemente la pierna de su padre.