Una manada para la diosa luna

CAPITULO 1:

Aurora

El sonido de mi celular hace que salga de mis pensamientos, levanto la tapa y miro un mensaje, es de mi padre, seguidamente la alarma de mi reloj empieza a sonar con el acostumbrado bic-bic-bic indicándome que ya son las 8 de la noche como siempre, mientras cierro el libro un suspiro escapa de mí, un día más, un día menos en mi vida, otro día monótono como siempre, en parte no me molesta mucho, prefiero mi tranquilidad, agarro los libros de la gran mesa y me dirijo a guardarlos en su lugar, a excepción del grueso libro que estaba leyendo, ese me lo llevare.

 

  • Es hora de salir de este hermoso lugar Aurora - hablo para mí tomando mi mochila y dirigiéndome donde Dora, su nombre es Dorothy, pero le gusta que le digan Dora.

 

  • Ya te vas – habla al verme y solo afirmo

 

  • Tomare esto prestado – hablo mientras le entrego mi carnet, pero ella niega

 

  • Sabes que confió en ti, así que no hay necesidad de eso – responde y una ligera sonrisa se forma en mis labios.

 

  • Hasta mañana – respondo para luego salir, a medida que desciendo por las escaleras el silencio es abrumador e inquietante, no hay un solo ruido por los pabellones, puedo escuchar claramente mi respiración y el palpitar de mi corazón, este late muy rápido como tambores de guerra.

 

  • Salgo del lugar y mi piel se eriza cuando el frio viento toca mi rostro y acaricia mis mejillas suavemente mientras se desliza sobre mis labios, una inquietud extraña florece como las flores en primavera y los nervios se apoderan de mi cuerpo con cada paso que doy, el sonido de los arboles con el viento me da escalofríos.   

 

  • ¿Aurora? – habla alguien exaltándome, miro y es Yahan, uno de los guardias de la universidad con quien hablo - ¡¡¡ Yahan!!!, holaaa – hablo – vaya, creí que ya te habías ido y no te vería hoy – responde.

 

  • Ah, no, estuve todo el tiempo en la biblioteca, no sabía que ya habías vuelto, como esta todo.

 

  • Bueno, todo salió muy bien, fue hacer un par de semanas, es una preciosa niña.

 

  • Felicidades – grito al saber que su hija ya nació, seguidamente le doy un abrazo.

 

  • Quieres verla, es tan preciosa como su madre, no quería dejarlas, pero esas cuentas no se pagarán solas –responde mientras me muestra la imagen de su hija, al verla el corazón se me hace chiquito, se ve tan tierna durmiendo, derrocha ternura, sus pequeños y delgados dedos se aferran a la cobija de color rosado y sus pequeños labios son redonditos, muero de ternura.

 

¡¡¡¡AUUUU!!!!

 

Escuchamos el aullido de un lobo que capta nuestra atención rápidamente, la mente se me nubla y mi cuerpo parece de gelatina quiero hablar, pero no puedo.

 

  • Parece que un pequeño lobo se metió en problemas – habla guardando su celular, yo solo puedo afirmar con la cabeza - iré a ver qué pasa antes de que venga su manada, ve con cuidado, hoy los vientos agitan fuerte las hojas de los árboles frágiles – habla para luego marcharse.

 

  • Si

(…)

Esta noche también está muy fría, más que ayer diría yo, la punta de mi pequeña nariz está congelada y creo que roja al igual que mi rostro, las corrientes de aire están muy fuertes, siento que me congelo, lo bueno es que el invierno acabara pronto, abro mi mochila y saco mis guantes negros – vamos a asaltar – habla la vocecita de mi cabeza y una sonrisa se forma en mis labios, estoy loca por hablar conmigo misma, me pongo los guantes rápidamente y empiezo a caminar mientras me aferro a mi abrigo para hacer más calor.

 

Mientras más avanzo, la sensación de antes llega nuevamente a mí, otra vez ese sentimiento extraño, siento una presencia peculiar atrás de mí así que acelero el paso tratando de tranquilizarme, pero no puedo, sin esfuerzo alguno mi cuerpo sale disparado hacia adelante, ¿Cuándo empecé a correr y más con esta velocidad? Quien diría que estoy buena para un maratón - deja de pensar cosas y corre por tu vida – responde la voz de mi cabecita y la escucho. No pasa mucho tiempo cuando visualizo la entrada principal y la calle, introduzco mi carnet en la puerta y esta se abre dejándome salir en cuanto lo hago la nieve empieza a caer, espero por un auto que me lleve a casa.

(…)

En cuanto abro la puerta, ingreso rápido, me saco el abrigo y lo coloco sobre el perchero, rápidamente atraigo mis manos y soplo sobre los guantes, siento que soy un cubito de hielo caminando, entro a la sala y veo a Maricielo y a Demian hablado.

  • Buenas noches – hablo acercándome.

 

  • Buenas noches hija – responde Maricielo.

 

  • Aurora – habla Demian escaneándome con una mirada profunda, rápidamente siento mis mejillas arder.

 

  • Te encuentras bien, mira como estas, traes la cara roja

 

  • Sí, hace mucho frio – respondo mientras trato de esconder mi rostro.

 

  • Te resfriaras si no te cambias de ropa pronto, ve ahora hija.

 

  •  Sí

 

  • Por cierto, tu padre quiere hablar contigo

 

  • Okey

 

Ella es la esposa de mi padre, no es mi madre biológica, pero la quiero como si lo fuera, mi madre falleció cuando me tuvo y nunca la llegue a conocer, tampoco hablo del tema, no quiero incomodar a papá, ni a Maricielo, la llegada de ella a nuestras vidas fue una de las cosas que mejor paso, es como la madre que nunca tuve, siempre me cuida y me da el amor maternal, mi padre la conoció en uno de sus viajes hace nueve años, fue amor a primera vista, luego se casaron y se vinieron a vivir con nosotros, ella tiene dos hijos, Celeste de mí misma edad y Demian, cinco años mayor que yo.




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