::Alex PDV::
Paro de reírme cuando veo que Lily no se mueve.
-Lily, voy a por ti -le grito, pero ella sigue ahí, inmóvil.
Nado rápidamente hacia la chica, y, cuando la cojo entre mis brazos, se desploma.
Mierda, mierda.
Con ayuda de Dy, la tiendo en la arena, y le doy unos golpecitos en la cara, pero no despierta.
-Joder, creo que es un corte de digestión -digo, recordando el curso de socorrista que hice hace dos años-. Llama a una ambulancia, rápido.
Dylan saca su móvil y se aleja un poco para llamar a la ambulancia. Me incorporo y pego la oreja a la boca de Lily. ¡No respira!
Sin siquiera pensarlo, me inclino y pego mi boca a la suya. Sus labios están fríos y húmedos, y soplo. Le hago el boca-boca hasta que da un respingo y me aparto bruscamente.
-¡¿Dónde demonios está la maldita ambulancia?! -exclamo, al ver que respira, pero no despierta.
-¡Tardan diez minutos en llegar!
Maldigo en voz baja.
Observo cómo el mono se le pega al cuerpo, y se me ocurre algo.
-Dylan, tu camiseta -ordeno, mientras me desprendo de la mía.
El rubio me da la prenda y la dejo a un lado.
-Vamos, ayúdame.
-¿A qué?
-A quitarle la ropa, estúpido -farfullo.
Los labios de la chica están morados, y su cara, pálida. Dylan se acuclilla al otro lado de Lily y logramos quitarle el mono.
-Joder, Dy, no te pongas a mirarla ahora -le regaño, y rápidamente me ayuda a taparla con las camisetas.
-Lily, ¡Lilian! -grito muy cerca de su cara, y abre los ojos-. ¡Al fin!
-Estabas muerta -dice Dylan despacio.
-Me duele la barriga, creo que voy a vomitar -murmura haciendo una mueca.
-Escúchame -le dice Dylan-. Respira hondo, así. Vamos, hazlo conmigo -los dos respiran al unísono.
-La ambulancia estará por llegar -repongo y Lily me mira alarmada.
-¡¿Qué?! No, no, no. Odio a los médicos. Estoy bien, estoy bien, ¿no me ves? -habla muy rápido.
La miro preocupado.
-Lily, tiene que verte un médico.
-¡Qué no! -chilla como si de una niña se tratara.
Entonces se da cuenta de que su mono yace a un lado en la arena, y que nuestras camisetas son lo único que la cubren.
-¿Me habéis quitado la ropa? ¡Sois unos pervertidos! -Dylan me mira perplejo.
-Lily, no respirabas. Te estabas congelando, creo que te ha dado un corte de digestión.
-¡Ya estoy bien! Solo quiero dormir. Por favor, llevadme a mi habitación -lloriquea haciendo un puchero.
-Pero Lily... estabas muerta -dice Dy.
-Estoy viva, estúpido.
La rubia coge una de las camisetas, en este caso la mía, y se introduce en ella. Despacio, se levanta y se apoya en el modelo. Entonces una sirena acompañada de luces aparecen a lo lejos.
-¡No! -exclama, y se esconde detrás de una gran roca.
-Lily, deja que te vean -intenta convencerla Dylan.
-¡Qué no! -refunfuña-. ¡Venid! -nos ordena, y nosotros obedecemos como dos tontos.
Entonces unas voces empiezan a llamarnos, pero Lily insiste en que no quiere que la vea el doctor. Maldita niña pija.
-¡Sh! -nos calla para que no pronunciemos palabra, y después de varios minutos de ajetreo, la ambulancia se va-. Menos mal. Ahora me voy a dormir.
Pero cuando se pone de pie, se tambalea y la atrapo entre mis brazos antes de que se caiga.
-Gracias -murmura y suspiro.
-No hay de qué -digo.
-¿Estás bien? -pregunta Dylan.
-Perfectamente.
Con Lily apoyándose en mí para caminar, volvemos al hotel. Llegamos a nuestro pasillo y acompaño a la chica a su habitación. Sus ojos grises se cierran por el camino, y le abro la cama. Ella se mete en ella y tira de mi camiseta.
-¿Te quedas un rato, porfi? -me pide con ojos de cachorrito.
Suspiro ante su inocente petición y me hago hueco entre las finas sábanas. Ella se acerca a mí y apoya la cabeza en mi pecho, obligándome a que la rodee con un brazo.
-Buenas noches, moreno.
-Buenas noches, rubia.
Y así, los brazos de Morfeo nos atrapan al instante.