Sabía que Jonathan y yo iríamos por un helado esa tarde, bueno tal vez se me olvidó un poco con el paso de las horas, pero esperaba una llamada de recordatorio no que llegara a mi casa directamente.
Mientras me daba una ducha solo podía pensar en que Jonathan estaba a solas con mi padre. Seguro empezaría con su discurso de “mantén tus manos quietas” y esas cosas. Decidí arreglarme rápido para salvarlo del agujero en el que se había metido.
Me puse unos jeans y tenis, simple, me puse una blusa lo bastante holgada como para que la madre de Jonathan pensara que estaba gorda, pero bueno, era algo simple y no nos encontraríamos con nadie del instituto. Me puse a buscar mi peluca para completar el look pero no la encontraba por ningún lado. Tendría que olvidarme de ella por hoy.
Bajé lo más pronto posible y no veía por ningún lado a Jonathan, le pregunté a mi madre por ellos y ¡estaban jugando futbolito!
-¿Cómo llegaron a eso?- le pregunté a mamá- hace unos minutos papá quería arrancarle la cabeza.
-Bueno, el chico tiene carisma.
-Iré a buscarlo.
Cuando llegué al salón de juegos ambos estaban increíblemente concentrados en una batalla de futbolito, eso era ridículo. Me puse al lado de la mesa y esperé a que el diminuto balón estuviera en buen lugar y no estuviera en peligro de romperme los dedos, entonces lo tomé y ambos empezaron a quejarse.
-Lo siento pero quiero helado, ahora vámonos.
Se siguieron quejando pero el juego acabó. Tomé las llaves del Audi para buscarlo en el garaje.
-Eso no será necesario- dijo Jonathan- yo te invité, yo te llevo.
Antes de que pudiera protestar me quitó las llaves colgándolas de vuelta a su lugar y me empujó afuera.
Salimos a la acera donde dejó estacionado su Lexus y me abrió la puerta del copiloto.
-¿A dónde iremos?- pregunté.
-A un local que está muy cerca de aquí, escuché que sus helados son muy buenos y quise probar, se me acaba de ocurrir, ¿te parece bien?
Asentí. Todo el camino lo hicimos sin hablar, en el auto solo se escuchaba la música que salía de la radio. Parecía irreal, los últimos años me los había pasado tratando de alejarme de toda la gente del instituto (ni siquiera interactuaba con Hernesto en ese lugar) y ahora salía a pasear con uno. Que cambio.
Llegamos al lugar y…
-¿En serio se te acaba de ocurrir?
-Bueno, tal vez tu padre mencionara o no, que es tu lugar favorito para los helados.
-Me siento traicionada- expresé- no se suponía que ibas a caerle bien. A mi ex casi lo golpea.
-Al principio quería hacerlo pero… espera, ¿tienes ex?
-¿Vamos por el helado o no?
-¿Cómo es que no sabía eso?
-Porque no somos amigos. Te ayudo con algo y eso es todo.
-Correcto, entonces el propósito de esta reunión es ver si podemos ser amigos, ¿te parece bien?
-Me parece que servirá para pasar el rato.
Me quedé en una de las mesas de afuera mientras el entraba para pedir los helados. Cuando salió, tenía un delicioso helado de chocolate con muchas chispas de chocolate encima y jalea de chocolate. Se me hacía agua la boca. El de él era de vainilla con chispas de colores.
-Tu padre tenía razón- dijo cuando se sentó y me lo entregó.
-¿A qué te refieres?
-Dijo que tus ojos se iluminan cuando ves ese helado y que no piensas mucho.
-¿Le pediste consejos a mi padre para convencerme de ir al viaje?
-Él está de acuerdo con que vayas, así que estuvo más que gustoso en darme algunos tips para salir victorioso al negociar contigo.
-Bien, di tu propuesta.
Sencillamente no me importaba lo que sea que fuera a decir, mi helado estaba delicioso, solo a eso le podía poner atención.
-¿Qué piensas de lo que te dije anoche? Tú vienes al paseo y yo dono 15,000 dólares a la institución y además te ayudaré para que recaudes el resto en el instituto.
-La verdad casi me siento como prostituta.
-Eso es ridículo. A las prostitutas les pagas para acostarte con ellas. Tú y yo no haremos nada que no hayamos hecho ya. A menos que quieras, claro.
-No, no quiero. Lo de tu donación lo entiendo, pero lo de ayudarme con el resto del dinero no, ¿por qué ibas a hacer una cosa así?
-Porque al igual que los demás yo te ignoraba, ahora que soy tu novio es comprensible que quiera compartir tus intereses. Pero ahora me doy cuenta de que no los habías convencido porque no te habías esforzado. Tus padres te adoran y te piden ayuda para sus negocios. Estoy seguro de que harías que mi padre se comprara un Lexus si te lo propusieras. Así que creo que tu causa es buena.
Solo dije una palabra.
-Acepto.
-Entonces resuelto ese asunto. Hay otro que debemos resolver.
-¿Cuál?
-Nuestra relación. Los chicos del instituto tienen los ojos sobre nosotros y exceptuando los partidos no estoy muy seguro que piensen que lo nuestro es muy real.
-¿Qué propones entonces?
Los envases ya estaban medios, mientras uno hablaba el otro comía. Todo fluía bien.
-Bueno, para empezar, no tenemos fotos juntos, la existencia de uno en las redes sociales del otro son nulas, es decir, ni siquiera sé si tienes redes sociales y esas son cosas que debemos resolver.
-¿Quieres que te envíe una solicitud de amistad en facebook y empiece a seguirte en instagram?
Jonathan rió por lo bajo.
-Algo así- contestó- somos novios, después de todo, así que, supongo que sí.
-Saca tu celular- le dije.
-¿Para qué?
-Vamos a tomarnos una foto, así podrás presumirme en la próxima reunió con tus amigos y esas cosas.