—No puedo creerlo. Esto es demasiado —señaló Elsie sintiéndose muy abrumada, pues no había esperado recibir tanto en un solo día.
—Mándale un mensaje a tu padre, si ya está dormido, pues lo leerá mañana... Anda, no hagas que se preocupe por si recibiste o no lo que yo te iba entregar.
Elsie asintió y tecleó un rápido mensaje para agradecer y decirle a su progenitor que le hablaría después. Presionó la tecla de «enviar» sin pensarlo, tal cual Johann se lo sugirió. Minutos después, observó que él estaba conectado, escribiéndole un mensaje.
—¡Oh, Dios! Él está en línea —anunció ella, dirigiéndose hacia Johann—. ¡Te dije que iba despertarlo!
Johann sonrió divertido.
—Me parece perfecto, así no tendrás que esperar para charlar con él.
Justamente en ese momento, el celular de Elsie sonó, ella mostró la pantalla y entonces Johann le instó a responder la videollamada.
—Habla con él —la alentó deslizando su dedo sobre la pantalla, dejando a Elsie sin posibilidades de arrepentirse.
Ella tomó el teléfono y respondió. Se sentía tan nerviosa que el corazón comenzó a latirle a toda marcha.
—Hola, cariño… ¿Sabes? Estaba pensando en llamarte —dijo Benedict, al otro lado de la pantalla—. Pero no me atrevía porque pensé que quizás estabas ocupada.
—Hola, papá, no, no estoy ocupada.
—Me alegra, ¿estás en Port Townsend?
—Sí, estoy en casa. —A Elsie le pareció escuchar un ruido extraño y entonces quiso saber—… ¿Es Kyle? ¿Él está llorando?
—Sí, él está resfriado, así que ha sido complicado mantenerlo tranquilo. Daisy se encuentra descansando y yo estoy cuidándolo por esta noche, pero, como ves, no lo hago muy bien.
El pequeño se coló en la videollamada y entonces Elsie pudo verlo con claridad. Su gesto de molestia cambió cuando ella le habló, casi al instante sonrió y se acercó más a la cámara.
—Hola Kyle, ¿sabes quién soy? —cuestionó Elsie, sintiendo cómo se le quebraba la voz. El pequeño asintió y contento comenzó a hablar con ella. Elsie esbozó una radiante sonrisa y miró en dirección hacia Johann.
Johann había intentado no escuchar, sin embargo, fue inevitable oír aquel saludo, ¿acaso los había despertado a todos con el mensaje?, sonrió para sí y enseguida le hizo una señal a Elsie para que continuara hablando.
Levantándose de su asiento, decidió darle a la joven Wilder la privacidad que precisaba y salió hacia la parte trasera de la propiedad. Aquel lugar ofrecía una vista por demás privilegiada, era el tipo de paisaje que él no podía disfrutar en Seattle.
Caminó unos cuantos metros y después se sentó sobre aquella banca, esa en donde se podía ver hacia la playa.
La casa siempre le gustó. Tenía buenos recuerdos de ese lugar y le alegraba saber que Elsie seguía cuidando cada aspecto para que siguiera siendo el mismo sitio que tuvieron los abuelos, quienes se empeñaron en guardar un estilo absolutamente francés en su preciso jardín. Volteó disimuladamente hacia una de las ventanas y miró la silueta de Elsie detrás de las cortinas, ella continuaba hablando y eso era una buena señal. Caminaba de un lado a otro como mostrándole algo a sus interlocutores, sin duda, la conversación fluía mejor de lo que esperaba.
—Era difícil, pero no imposible. ¿Lo estás viendo, Chris? ¿Ves a tus hermanos y a tu padre? —cuestionó deseando con todas sus ganas que su amigo le respondiera y que le dijera que sí, que estaba feliz por ver a su hermana cediendo a lo que antes se negó a aceptar—. Era lo que más querías y, sin embargo, siento que todavía te debo algo.
El clima era agradable, así que Johann se mantuvo allí, sentado, pensando en el viaje que emprendería con Elsie. No estaba dudando en ir, pese a ello, se sentía un poco nervioso por lo que pasaría con eso.
Ocultar sus sentimientos ya no era tan sencillo como en el pasado. A decir verdad, ya no estaba seguro de si deseaba seguir ocultándolos. Si algo había aprendido de Christopher era que no debía postergar nada y que debía buscar su felicidad sin que importara ninguna otra cosa. Preocuparse por cuestiones que solo estaban en su cabeza era una pérdida de tiempo.
Pero ¿podría hacerlo? ¿Podría ser feliz con Elsie si revelara sus sentimientos por ella? Todo parecía ser muy sencillo, pese ello, él se sentía atrapado. Era como si la cobardía se adueñara de su alma cada vez que pensaba en hacer algo fuera de lo común.
«La cobardía no es para los Fletcher» decía su abuelo, aquel hombre recio, trabajador y de sentimientos nobles, que había conquistado el corazón de una mujer cuyas raíces pertenecían a la aristocracia británica.
«¡Buen Dios!», pensó Johann, creyendo que, seguramente, su abuelo se sentía muy decepcionado de él porque no encontraba cómo decirle a Elsie lo que sentía por ella.
—¿Qué haces aquí afuera, Fletcher? ¿No tienes frío? —cuestionó Elsie, entregándole una chaqueta.
—No; digo, a mí me parece un clima agradable, pero te agradezco que te preocupes por mí. —Él sonrió al ver que ella se sonrojaba y enseguida preguntó—. ¿Cómo está Ben?
—Él se encuentra muy bien, excepto que está pasando una noche complicada por causa de Kyle.
—Dios, pero ¿qué hace Kyle despierto a esta hora?
—Está enfermo —contestó Elsie con dificultad, pronunciar la palabra «enfermedad» le era insoportable—. Es solo un resfriado, pero el pobre la ha pasado mal.
—Me lo imagino, seguramente se repondrá pronto, no te preocupes —le animó él ya que Elsie parecía alarmada—, cuéntame, ¿fue agradable hablar con él?
Elsie de inmediato asintió.
—Fue más que agradable —respondió—. A decir verdad, me encantó hablar con él y con mi papá.
—Los tres se merecían tener un momento como ese, me alegro por ti. —Johann hizo una pausa, no sabía qué le impulsaba a hacer lo que haría, no parecía ser una buena idea, pese a ello, continuó, hablando sin dudas—. Espero que disculpes mi atrevimiento, pero si no digo esto, aquí y ahora, entonces no voy a decírtelo jamás...