El sol iluminaba todo alrededor del cercado once, pero sin importar el calor que hacía cada trabajador ahí presente debía seguir con su deber, no podían darse el lujo de descansar, ya que se esperaba abrir la atracción en unas semanas y no había lugar para retrasos.
Evan entendía muy bien cómo eran las cosas, puesto que, esta no era la primera vez que trabajaba en él, pues años atrás él había tenido la oportunidad de ser parte de la construcción de otra atracción.
El rubio termina de soldar una de las vigas de la jaula y decide bajar un momento, tal vez podía salir un rato e ir a ayudar a Andy.
–¡Marlon! –llama al encargado.
–¿Sí? –habla el moreno llegando junto a él.
–Ya terminé allí arriba y quería saber... – El sonido de un helicóptero acercándose hace que deje de hablar.
–Es el dueño, ve a tu puesto –le ordena.
Evan obedece y regresa a su puesto.
Del helicóptero bajan Simon Masrani, propietario del parque y Claire Dearing, la gerente de operaciones.
El rubio ve como estos hablan mientras caminan, hasta perderlos de vista en el momento en que pasan por la puerta que da a la cabina para ver el interior del recinto.
(...)
–Esto es lo único malo del parque –habla el castaño viendo que aún faltan algunas personas para entrar.
–No te desanimes, somos parte del siguiente grupo, así que entraremos en un rato –lo anima la chica a su lado.
El chico no responde nada y solo fija su vista en como poco a poco la gente va ingresando a la “Arena de los pachy” y con ello la fila avanzando poco a poco.
Una vez dentro del recinto ambos chicos se sentaron en las gradas para presenciar el espectáculo.
–¿Qué se supone que hacen aquí los dinosaurios? –pregunta la ojiverde.
–Según lo que tengo entendido se trata de ver como los Pachy chocan cabezas y rompen cosas –le responde de inmediato el chico sin apartar su vista de la arena, en la cual en algunos minutos iniciara dicho espectáculo. –Es genial ¿verdad?
–Sí, claro –dice dándole una sonrisa algo forzada, pero que logra disimular.
La pelinegra estaba algo emocionada al principio, pero eso cambio en el momento en el cual Justin no le pidió su opinión para elegir que atracción visitar, sino que simplemente la jalo hasta este lugar sin importarle lo que ella pensara.
Ella no se entendía ni a sí misma, ya que había aceptado la invitación del chico de venir al parque sabiendo que entre ellos no había ninguna relación ni de amistad desde hace ya años.
Por otro lado, Justin se sentía un poco incómodo, no sabía cómo debía tratar a la chica a su lado, a pesar de ser vecinos durante toda su vida su amistad solo había sido en la infancia y luego de eso su relación se había reducido a la de vecinos. La única razón por la que la había invitado fue por su hermana y sus padres.
(...)
–Creo que ya está lista –le avisa Javier a su supervisor.
–Bien, hora de probarla –le responde el mayor levantándose de la silla en la cual estuvo observando al chico todo este tiempo.
El menor asintió y siguió al hombre hasta la giroesfera.
Una vez dentro Andy encendió la esfera y la puso en marcha.
–Parece que todo está bien –dice una vez que ya se encuentran en el valle.
El video con las indicaciones de la giroesfera inicia a reproducirse, pero rápidamente el mayor lo detiene.
–Te quiero hablar de algo – inicia a hablar el moreno.
–Dígame.
–Primero respóndeme algo – expresa el mayor.
El pelinegro no dice nada y solo asiente. Después de lo de esta mañana no quería volver a meter la pata.
–¿Cuál fue la razón por la que aceptaste el empleo?
La pregunta tomó por sorpresa al chico, pero rápidamente busco una manera adecuada para responder.
–Sé que la paga es buena –habla nuevamente el mayor. –Pero por tu acento distingo que no eres de Costa Rica –continúa hablando a lo que el menor asiente nuevamente – vivir en un país que no es el tuyo y pasar todos los días en una isla repleta de bestias no es algo que todo el mundo le guste hacer –fórmula. – todos tenemos una razón para estar aquí –completa el castaño. –¿Cuál es la tuya?
El chico dudó un poco, pero decidió decir la verdad.
–Por mi hija –menciona – tiene cuatro años y hace poco le detectaron leucemia, necesito el dinero para pagar el tratamiento.
Luego de eso se formó un silencio entre ambos, mientras seguían moviéndose en el valle.
–Tengo algo que pude ayudarte a conseguir aún más dinero y más fácil y rápido –habla el mayor captado la atención del menor.
Él estaba dispuesto hacer lo que sea por su hija.
–Pero te advierto que una vez que entres no podrás decirle a nadie de esto – añade deteniendo la giroesfera y girándose a ver a los ojos al chico a su lado.
El chico era consiente que, si le daba esa advertencia era porque esa “ayuda” no sería por medio de lago totalmente bueno.
–Veo que no estás muy convencido –dice el hombre –¿Qué te parece si te muestro de que se trata y luego tú decides si aceptas?
El menor lo pensó una vez más, no perdía nada con ver de qué se trataba, dependiendo de lo que sea decidiría si le entraría o no.
–Está bien, veré de que trata y luego decidiré.
–Así se habla.
Luego de eso el moreno pone en marcha nuevamente la giroesfera para regresar al taller.