Aruon no se detuvo, no sé si porque confía en que lo iba a seguir o porque simplemente no le importo, quiero pensar que no me reconoce y solo soy una niña perdida para él. El problema es que nos parecemos demasiado, como alguna vez Helana me dijo, soy su vivo retrato, así que aquella esperanza de que Aruon no sepa quién soy se va desvaneciendo lentamente.
Aruon solo siguió caminando, no parece tener una dirección fija y me ha ignorado todo el camino, lo que agradezco.
Los rumores de que él me odia, puede que sean ciertos, la mirada que me dio no es una que le des a un desconocido, es una que solo puedes dar con desprecio a tus enemigos. Tan solo recordarlo me da escalofrío y hunde mi pecho, nunca había sentido el odio de otra persona tan directamente.
En el transcurso del camino que Auron lidera, se adentra en uno de los pasillos del castillo y se detiene un momento frente a unas puertas de madera con borde y picaporte dorados, abre de par en par aquellas bellas puertas para adentrarse en la habitación.
¿Debería entrar junto a él o...
—Entra— Aruon no me dejo ni dudar.
Entré temerosa a la habitación, era un lugar sencillo, con dos sillones uno frente al otro separados por una mesa redonda y varios estantes de libros cubriendo las paredes, había solo una ventana que dejaba pasar una cantidad limitada de luz a la habitación. El ambiente dentro de ella era tranquilo, pero Aruon sentado en uno de los sillones esperándo que entrara me mantenía alerta, la sola presencia de aquel hombre era suficiente para cambiar el ambiente tranquilo del lugar a uno turbio y tenso.
—Siéntate— Aruon me ordena señalando el sillón frente a él.
No espero para cumplir su orden, alargó mis pasos para llegar más rápido al sillón que me indicó y salto para alcanzar el asiento de este, mis piernas y brazos siguen siendo muy cortos para cumplir esta tarea por mi cuenta, aun así y con dificultad logré subir al sillón. Acomode mi vestido una vez sentada y me compuse del esfuerzo que hice, quiero mostrar mi mejor faceta y evitar problemas con Aruon.
—Hic... Hic...— ¿Hipo?
—Deten eso— Aruon me ordena disgustado por el ruido que produzco.
–...Hic– No quiero problemas con él así que llevo mis dos manos directo a mi boca para calmarme, estoy muy nerviosa y mi hipo es la prueba de eso.
–... –
–... –
Pude calmar mi hipo pero el ambiente sigue siendo incómodo, ninguno de los dos dijo ni una palabra durante alrededor de diez minutos, Aruon se mantuvo sentado mirando a la ventana durante todo ese tiempo. Si lo miró detenidamente, este hombre frente a mí es endemoniadamente atractivo, pero ni toda la belleza del mundo hacen que se vea menos vacío.
Alguna vez mi antigua madre me dijo que los ojos son el reflejo del alma de una persona, y este hombre se siente vacío, sus ojos no tienen luz alguna, parece un ser sin nada dentro de sí lo único que puedo ver en sus ojos, es odio.
El tiempo pasa y él sigue sin decir ni hacer nada.
—Tú nombre es Clarissa— Aruon dice sin voltear a verme. Así que si sabe quien soy —Esa zorra fue quien insistió en ponerte ese estúpido nombre— cada palabra que sale de Aruon esta cargada de rabia, no lo demuestra en su rostro, mas no es difícil notar su desprecio en su tono de voz.
¿Cómo se atreve a dirigirse de esa manera a mi madre?
—¿Cómo llegaste hasta aquí?— me interroga Aruon volteando a verme por primera vez desde que entré a la habitación.
—Uhmm y-yo...— me sigue costando hablar sin que mi voz se corte.
—Deja de balbucear y contesta— su voz se volvió más exigente.
Soy solo una niña de solo cuatro años, a este hombre no parece que eso le importe.
La simple idea de defenderme me aterra, el miedo que se crea en mí gracias a Aruon no me permite moverme.
Aruon continúa mirándome esperando su respuesta, me armé de valor y con la poca valentía que me quedaba empecé a mover mi boca –Me perdí mientras paseaba...— digo con hilo de voz.
Estoy diciendo la verdad, eso es lo que paso.
—Vuelve de donde viniste— creo que él no comprende el termino "estar perdido".
—Disculpe p-pero...— quiero reclamarle pero no encuentro el valor suficiente para hacerlo.
Antes de que pudiera volver a hacer un intento de explicarle el cómo llegue hasta aquí, la puerta de la habitación se abre de par en par.
—Disculpe mi intromisión su majestad, nos acaba de llegar un mensaje de...— dijo un joven entrando abruptamente a la habitación. Vestido con uniforme de guardia, su cabello estaba atado en una coleta y su cara redonda le daba un toque amigable –Disculpe majestad, no me percate de que tenía visitas— dijo agachando la cabeza.
—¿Esto?— Responde Aruon señalando me —No es importante—
¿Cómo se atreve? No soy una cosa, soy una persona. Mi miedo se convirtió en rabia, que empezó a corroer en mis venas dándome aliento para saltar de mi lugar y rodear el cuello de Aruon con mis manos.
—Llevatela y regresala al castillo Esmeralda —
¡Esmeralda! Este hombre desde el principio sabía de donde vengo, ¿Por qué me seguía cuestionando?
—Como ordene majestad— Dijo el joven, volteo a verme y me ordenó con un gesto con su cabeza que lo siguiera.
No dude ni un segundo en seguir a esta nueva persona, cualquier lugar es mejor y más seguro que aquella habitación donde está mi padre. Salté del sillón y corrí al lado de aquel joven.
Tan solo salí de la habitación, la presión que sentía en mi pecho desapareció y una sensación de alivio la reemplazo.
El joven me guió hasta la salida del lugar, fue bastante gentil conmigo y caminó a mi ritmo, nunca me dio la espalda y llevaba una expresión tranquila y de confianza que me daba tranquilidad.