Día de san Valentín. Un día especial para las parejas, y un poco desafortunado para algunos que no tienen. En realidad, el día del amor y la amistad es más tomado por la sociedad como el día de los que tienen pareja que como el día de los amigos.
En su cuarto, Ricardo estaba acostado sobre su cama, con el teléfono a su lado y la televisión encendida nada más que para llenar de ruido el silencio de la habitación. Su mirada en el techo era vacía y llena de aburrimiento. ¿Qué día era ese? Pues el famosísimo catorce de Febrero.
El chico no tenía pareja, y a pesar de que sus amigos y amigas ya le habían felicitado, se sentía un poco solitario y desanimado porque no tenía pareja. Una pena.
Cuando estaba a punto de quedarse dormido del fastidio, su teléfono sonó. Reconocía el tono del mensaje de texto, su ánimo vuelve a subir; es de las pocas personas que tiene tonos específicos para sus personas más importantes. Es Fabiana, una amiga de la infancia.
Toma el teléfono y contesta; se toma la molestia de cambiar su estado de ánimo por uno más alegre, con la esperanza de que este mensaje fuese para algo más que una charla ocasional.
―Hola, Fabi ―escribió con uno que otro emoji― ¿Cómo estás?
La chica pronto contestó.
―Estoy bien. ¿Y tú?
―Bien, bien. Un poco aburrido, la verdad. Sin nada que hacer.
―Vaya…
―Oye, Fabi, ¿y qué pasa? Pensé que hoy tenías planes.
Ella se tarda unos segundos en contestar.
―Pues sí. Solo te mensajeo para decirte algo muy importante.
Algo importante. Eso suena importante. El interés del jovencito es fácilmente atrapado.
― ¿Ajá? ¿Y qué podría ser?
―Pues mira, te paso el chisme. No estás tú para saberlo, ni yo para contarlo, pero hoy va a ser la primera vez de la chica que te gusta.
Un mensaje directo y bastante específico, duro, incluso cruel. Por varios segundos, él se queda sin palabras, atónito, y con un nervioso mal sabor de boca.
Decide contestar, pero sus pulgares titubean un poco al marcar las teclas en el táctil del celular.
― ¿Qué? P-pero… oye… si la chica que me gusta… eres tú.
Los segundos vuelven a transcurrir, con mucha lentitud y tensión. Él lo sabe. La siguiente respuesta será fulminante.
El teléfono vuelve a sonar, su corazón se detiene con el tono del teléfono. Con algo de miedo, decide leer.
―Je-he~. Lo sé. Por eso te digo ―decía con malicia el texto, acompañado con un emoji.
Tras el mensaje, ella se desconecta del chat.
El sigue mirando la pantalla sin vida del aparato inteligente hasta el momento donde se decae el brillo y se apaga; y todavía apagada sigue observándola. No se digna a contestar. No sabe cómo sentirse del impacto. Solo deja caer su mano en la cama y vuelve a mirar hacia el techo con ojos vacíos y aburridos.
―Hoy no es mi día…
Nota Personal: Okay, okay, quizás si me excedí con esto, es bastante cruel para los sentimientos, pero no pude evitarlo.
No tengo la más mínima idea de cuando voy a publicar esto que he escrito, pero si lo lees, quiero que sepas que lo terminé de escribir a las cuatro con cincuenta del catorce de febrero del dos mil veintidós. No es una anécdota, por si lo preguntas. Es simplemente algo que se me vino a la mente y que pensé escribir para este día.
Lo siento, jajaja :P
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Editado: 02.09.2023