Raiden
El olor a medicamento me tiene ansioso, no soy fan de los hospitales —¿Quién lo es? —, pero puedo soportarlo.
Me levante del asiento y camine hacia una esquina, hace una hora que Celine y su padre entraron al consultorio del doctor, para saber los resultados de sangre que le tomaron hace tres días.
Mire hacia el pasillo y no hay señales de ninguno aún. Estoy muy preocupado, Celine se pone realmente mal cuando se trata de su padre, y lo comprendo, pero en verdad se pone muy mal. Note como sus manos temblaron cuando llegamos al hospital y el cómo con una sonrisa trato de ocultar el miedo que la come por dentro.
Suspire y mire de nuevo al pasillo. Nada aún.
Después de la noche que cenaron en mi casa, Celine ha estado actuando normal, pero sé que algo le preocupa. Y eso tiene que ver con el dinero del hospital. Esa noche me dijo que me pagaría, quería decirle que no había necesidad, pero al ver su rostro supe que eso solo traería problemas y la haría sentir peor.
Noto como intenta sacar el tema del dinero, pero por suerte he logrado desviar su atención en otras cosas. Aun así, ella la está pasando muy mal y lo peor es que se reprime y no lo expresa. Como siempre lo ha hecho.
Separé mi espalda de la pared al verlos entrar a la sala de espera, se acercaron a mí e hice lo mismo.
—¿Cómo fue? — ella tenía la cabeza gacha, sabía que quería llorar y por eso no me miraba.
—El doctor dijo que descarto varias cosas, pero me hicieron más pruebas y nos llamara cuando sepa algo. — mire a Celine, sus hombros temblorosos la delatan sin importar si me mira o no.
—Iré al baño.
Miramos su espalda alejarse, antes de dar vuelta en una esquina para entrar por otro pasillo, notamos como levanto su mano hacia su rostro, seguro para limpiar las lágrimas.
—Mi hija es muy sensible cuando está en un hospital. — mire al señor Abbey, quien aún mira el camino que tomo su hija. —Ella no era así. — me miro. —Cuando era niña solía ser muy traviesa y en dos años llego a quebrarse una mano y después un pie. — rio. —Cuando la traía al hospital, le preguntaba si no tenía miedo y me decía que era muy valiente y nada le daba miedo. — volvió a reír.
Suspiro y su sonrisa desapareció al mismo tiempo que bajo la mirada.
—Pero cuando tuve que hablarle sobre su madre, sobre cómo nos dejó mi Naeli. — se quedó en silencio unos segundos, hasta que sintió que podría volver a hablar. —Celine, cambio. — levanto la cabeza y note sus ojos cristalizarse, pero retuvo las lágrimas. —Creo que sintió la conexión con su madre, el como ella lucho para que viviera y también sé que mi Naeli logro decirle cuanto la amaba antes de dejar este mundo y trascender al siguiente.
Mire hacia el pasillo, Celine aun no viene y lo mire de nuevo.
—Por esa razón, cuando está en un hospital se siente realmente ansiosa, preocupada y sobre todo sensible. Porque fue en un hospital donde ella sintió por primera y última vez, el amor de su madre. — miro hacia el pasillo. —Y cuando yo entro a un hospital, ella teme que sea el último lugar donde pueda sentir mi amor.
No pude decir nada, solo me quedé viendo el perfil del señor Abbey en silencio. Cuando una sonrisa aprecio en sus labios, mire hacia el pasillo. Celine ya venía hacia nosotros con su expresión de siempre y sin una señal de lágrimas.
—¿Cómo demonios lo hacen? Es tan buena escondiendo lo que siente, que me da miedo no poder darme cuenta cuando está mal.
—Bien, iré a ver la cuenta. — la detuve y por un milisegundo noté como su mirada cambiaba a una vergonzosa.
—Todo ya está arreglado. — Celine bajo la mirada avergonzada, pero de inmediato se acercó con una ligera sonrisa.
—Te lo pagare. — de nuevo ese sentimiento, quería abrazarla, pero regreso al lado de su padre dándome la espalda.
El señor Abbey me miro con ojos comprensivos y salimos del hospital. Ella se sentó en la parte trasera y todo el camino tuvo la cabeza sobre el hombro de su padre y por ningún momento hicimos contacto visual.
—Aún es temprano. — dijo el señor Abbey cuando estacione el auto fuera de su casa. —Vayan a dar una vuelta, yo descansara un rato.
—Pero papá… — el giro negando con la cabeza.
—Vamos cariño, no pasara nada. Estaré dormido un rato.
—Bien.
Mi suegro dejo un beso en la mejilla de Celine y antes de salir del auto, me miro, lo cual fue suficiente para que entendiera así que asentí y el entro a su hogar. Celine salió del auto y subió a la parte delantera.
—¿A dónde vamos? — pregunte.
—No lo se. — sonrió. —¿A dónde quieres llevarme? — lo pensé un rato y cuando algo me vino a la mente, sonreí y heche a andar el auto.
Mire por el rabillo del ojo como no le quito la mirada de encima a su hogar, hasta que nos alejamos y no pudo verla más. Celine se relajó en el asiento y no dijo nada todo el camino.
Estaba realmente ansioso, no me gusta verla tan deprimida y que lo esconda con una sonrisa, pero no hay algo que pueda hacer más que estar a su lado. Así que la lleve al lugar donde hicimos nuestra promesa ante la luna.
Bajamos del auto, cerro un momento los ojos y la brisa soplo en su rostro moviendo los mechones de su cabello. Los rayos del sol se posaron en su rostro haciéndola ver mucho más hermosas de lo que ya es. No pude evitar sacar mi celular y tomar una foto.
Error mío. Un sonido parecido a un ‘clik’, salió de mi móvil y ella giro la cabeza. Al encontrarme con el celular en la mano, sonrió divertida y se acercó.
—Déjá vú. — susurro al ver la imagen en mi celular. —Tengo un acosador. — beso mi mejilla. —Y es mi propio novio. — me reí negando con la cabeza y me incliné para besar su frente.
Camine hacia la cajuela de mi auto y saque una manta, cuando volví con ella, extendí mi mano y la tomo de inmediato. Caminamos un rato por la orilla del mar, ya está anocheciendo, así que hay pocas personas. Tampoco fue necesario hablar, el silencio nos acogió de una manera cómoda y disfrutamos la camina mientras el viento nos relajaba haciéndonos sentir realmente bien.