Una Promesa A La Luna

Capítulo 51

Celine

 

Mi hogar ahora mismo parece estar patas arriba. Mi tía esta buscando uno de sus aretes, mi tío estaba comiendo un pan en el sillón y Larissa esta tardando un poco con su maquillaje. Por mi parte, estoy ayudando a mi padre con el nudo de su corbata, ayer tuvo quimioterapia y esta agotado. Le sugerí que nos quedáramos en casa, ya me disculparía con la familia Donovan, pero el ha dicho que quiere ir.

—Listo, papá. — acomode el cuello de su camisa y él levanto su cabeza con una sonrisa.

—Gracias, cariño. — le tendí la mano y se puso de pie. —Estas hermosa. — sonreí.

—Raiden me lo regalo. — llevo un mechón —que deje libre—, detrás de mi oreja. Estaba por decir algo, pero el grito de mi tía se lo impidió.

—Iré a ver como va con lo de su arete, a este paso no estaremos listo cuando llegue Raiden. — asentí y me quedé sola en su habitación, cuando salió.

Suspire y con una mano en mi vientre me acerque al espejo. Raiden me ha regalado un hermoso vestido largo color verde esmeralda, tiene un escote estilo corazón y los hombros caídos. Recogí mi cabello en un moño, dejando unos cuantos mechones libres, unas zapatillas verdes y un maquillaje ligero de lo cual solo resalte mis labios. Los pinte de rojo, y en verdad fue una buena elección.

Mi solecito dijo que me veo mayor y mi padre ha dicho que me parezco mucho a mi madre en este momento. Mis tíos dijeron que me veo hermosa y no dudo que lo estoy.

Suspire de nuevo, lleve mi mano a mi cuello y tome la C que cuelga del collar. Desde que regreso Raiden, la mayor parte del tiempo la pasamos en su habitación. Este vestido me lo regalo hace dos días, me dijo que, si era posible, le gustaría quitármelo.

Ponérmelo fue un gran reto, cada vez que lo veía tendido en mi cama, me sonrojaba al recordar sus palabras. Incluso comencé a darme cuenta de lo atrevido que se ha vuelto, pero eso no es algo que me molesté, al contrario, me tiene loca. Fue un gran logro que Aylín no se haya dado cuenta de nada a pesar de tener la cara del color de un tomate, bueno, ella estaba muy ocupada con su peinado que no tuvo tiempo de prestarme mucha atención.

—¡Ya lo encontré! — reí un poco al escuchar el grito de mi tía, como si hubiera ganado un maratón.

Tome un gran bocado de aire antes de darme la vuelta y salir de la habitación. Mi tía salió de la habitación de invitados y detrás de ella mi padre, cuando me vio me sonrió y le hice un movimiento con la cabeza hacia la puerta de mi habitación. Ella capto el mensaje y entro para apurar a mi solecito.

—Ya terminé, como me veo. — asomé mi cabeza y sonreí ligeramente.

Aylín se ha puesto el vestido rosa que le regale en navidad, se ha hecho risos y su maquillaje es perfecto. Me encanta, trasmite tanta pureza y parece sacada de una película. Sin duda, será hermosa cuando sea adulta.

—¡Raiden ya está aquí! — grito mi tío desde las escaleras, Aylín sonrió de oreja a oreja y corrió fuera de la habitación.

Si, mi solecito adora a mi hombre. Cuando se conocieron, ella le pregunto un montón de cosas y él le respondía de inmediato, como resultado, se dieron cuenta de que ambos tienen un gusto en común. Y esa, soy yo.

Camine por el pasillo con mi tía y mi padre, cuando llegamos a la sala, Aylín le estaba susurrando a Raiden lo hermosa y madura que me veo. Negué con una sonrisa, pues ella esta susurrando en su oreja, pero yo puedo oírla y aun no llego a su lado.

—Te lo juro Raiden, vas a babear cuando la veas… — mi solecito se detuvo cuando me vio por el rabillo del ojo, se apartó de Raiden dándole una palmada en su hombro y fue con su padre.

—Hola. — salude, Raiden se giró de inmediato y sus ojos se abrieron poco a poco por completo, mientras me recorría con la mirada. Sonreí avergonzada, sintiendo como mis mejillas arden.

—Mi amor. — se acerco y me abrazo, me estremecí cuando sentí sus labios en mi cuello. —Eres tan hermosa. — se alejo y me observo por completo durante casi dos minutos.

—Es la viva imagen de su madre. — mire a mi padre, pero él tenia su mirada sobre el retrato de mamá.

—Si, eres idéntica a mi hermana. — sonreí ampliamente, pero en el interior quería llorar.

—Bien, vamos o llegaremos tarde. — mi solecito se dirigió con brincos hacia la puerta, mi padre y mis tíos la siguieron. Y me quede unos segundos sola con Raiden.

—¿Estas bien? — asentí, el coloco su mano en mi mejilla y beso mi frente. —Si no te sientes bien… — sentí una lagrima intentar salir de mi ojo izquierdo y de inmediato pasé mi dedo.

—Estoy bien. — sonreí y tomé su mano. —Vamos. — no dijo nada, solo apretó con fuerza mi mano y cuando salimos, sonreí ligeramente.

Subimos al auto, le pedí a mi padre que se sentara adelante y yo me fui a la parte trasera con mi solecito y mis tíos. Todo el camino estuvieron charlando sobre salir en familia a alguna parte, yo solo decía algo de vez en cuando y en silencio miraba hacia la ventana sintiendo en algunas ocasiones las miradas sobre mí.

Específicamente, las miradas de mi padre y Raiden.

Baje de mi nube y super que llegamos cuando el auto se detuvo un momento, mire al frente, un hombre se acerco y al mirar a Raiden dio una señal con su mano. De inmediato dos enormes rejas de hierro se abrieron, y el auto avanzo. Escuche una exhalación lenta a mi lado y otra saliendo de mi boca.

El auto recorrido un camino que estaba adornado con flores y dio una media vuelta alrededor de una fuente, deteniéndose frente a unas escaleras que llevan a la puerta de la mansión. Bajamos y mire a mi alrededor, es un hermoso lugar, muy bien cuidado. El jardinero de los Donovan tiene todos mis respetos.

—¡Ya están aquí! — gire, mire hacia la puerta y Larissa ya venia bajando las escaleras. —Bienvenidos. — saludo a toda mi familia con un abrazo y cuando vino a mí, dejo un beso en mi mejilla. —Estás bellísima, en verdad me gustaría que me dejaras pintarte. — sonreí avergonzada. —¿Puedo?




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