Benjamín.
No es que necesitara urgentemente trabajar en la computadora, simplemente ya no podía estar en la cocina con Lisa. Me sentí asqueroso. En lugar de admitir honestamente que no podía continuar nuestra relación, le dije algo que ella no necesitaba saber. Para ser honesto, yo mismo todavía no entendía completamente a dónde podrían llevarme estos archivos de la Logia del Sánscrito, pero la información que le dijo, llevó al hecho de que Lisa decidió permanecer a mi lado a pesar del peligro. Que no era en absoluto lo que quería.
Mientras hojeaba las páginas del buscador, no podía concentrarme porque todos mis pensamientos estaban relacionados con mi novia. Comprendí que nunca volvería a encontrar una mejor compañera para la vida, sabía que su amor y devoción por mí eran inquebrantables, que en cualquier circunstancia ella estaría ahí y yo podía confiar en ella. Esto es lo que me hizo sufrir, porque no podía decir lo mismo de mí. Sería completamente injusto de mi parte usar sus sentimientos sin dárselos a cambio.
Mi mente estaba un torbellino de confusión y culpa. La decisión de Lisa de quedarse a mi lado, aun cuando le conté sobre el peligro, había sido valiente, pero también me había atrapado en una red de mentiras y medias verdades. Sabía que debía ser honesto con ella, pero la posibilidad de lastimarla me paralizaba.
Intenté enfocarme en el trabajo frente a mí, abriendo páginas y tratando de comprender la información que Cipher me había dado sobre esos chiflados. De repente se abrió un blog donde estaban las copias de los documentos de Segunda Guerra, que hablaban de experimentos inhumanos en los campos de la concentración, de planes de resurrección del poder, y de algo llamado "Proyecto Renacimiento".
Mi estómago se revolvió al leer sobre los experimentos detallados de la Logia Sánscrita. Estaba metido en algo mucho más grave de lo que había anticipado. Miré el reloj y a pesar de que era muy tarde llamé a Fernando. Le conté que pude abrir la tarjeta de memoria y lo que encontré dentro. Me prometió averiguar todo lo posible sobre esa Logia. Luego llamé a mi padre y le pregunté como estaba Stella y los demás.
La puerta de mi cuarto se abrió suavemente y Lisa asomó la cabeza, con una mirada preocupada.
—Ben, ¿estás bien? —preguntó, su voz suave pero llena de preocupación.
—Sí, solo... necesito tiempo para procesar todo esto —respondí, tratando de sonar convincente.
Ella entró y se acercó, me abrazó por el cuello desde atrás.
—Sé que es difícil, Ben. Pero recuerda que no estás solo en esto. Estoy aquí para ayudarte, para apoyarte. No importa lo que pase.
Su sinceridad me golpeó como un puñetazo en el estómago. No podía seguir adelante sin decirle la verdad.
—Lisa... —comencé, mi voz temblando—. Hay algo que necesitas saber. Algo que no te he dicho.
Su expresión se endureció ligeramente, preparándose para lo peor.
—No puedo seguir contigo —continué, sintiendo que me desmoronaba por dentro—. No es solo por el peligro. Hay algo más... algo que he estado evitando decirte.
Ella se quedó en silencio, esperando.
—He sido infiel, Lisa —dije finalmente, mis palabras saliendo en un susurro—. Te he traicionado.
Su rostro se contrajo de dolor y sorpresa. No dijo nada, pero sus ojos se llenaron de lágrimas. La verdad estaba ahí, desnuda y cruda, y no había vuelta atrás.
—Lo siento tanto... —fue lo único que pude decir, sintiendo que cada palabra era insuficiente.
Lisa tomó un profundo respiro y dijo negando con la cabeza:
-No. No te creo. Estas diciéndolo a propósito, para quedarte solo ante el peligro.
Luego me miró muy fijamente y suspiro:
—¿Por qué, Ben? Pensé que estábamos bien, sino quieres una gran boda, no lo hacemos. Lo siento de no entenderte.
Tomé una respiración profunda, reuniendo el valor para continuar.
—No es por ti, Lisa. Eres increíble, y no mereces lo que te he hecho. Me he dado cuenta de que mis sentimientos hacia Stella son más fuertes de lo que pensaba. Es un amor enfermizo, y no es justo para ti estar atrapada en medio de esto.
Lisa se apartó ligeramente, sus manos temblaban en las mías.
—¿Has sido infiel? —preguntó, su voz apenas un susurro.
Asentí, sintiéndome abrumado por la culpa.
—Sí, y lo lamento profundamente. No quería hacerte daño, pero no puedo seguir mintiéndote. Mereces a alguien que te ame y te respete completamente, y no puedo ser ese hombre mientras esté atrapado en mis sentimientos hacia Stella.
Lisa cerró los ojos, tratando de contener las lágrimas. Sentí un dolor profundo al verla así, sabiendo que era el causante de su sufrimiento.
—Ben... —comenzó, su voz temblaba—. ¿Por qué? ¿Por qué no me lo dijiste antes? ¿Por qué me dejaste pensar que todo estaba bien cuando claramente no lo estaba nunca?
—No quería herirte —respondí, las lágrimas comenzaban a acumularse en mis ojos—. Al principio pensé que podría arreglarlo, podría superar mis sentimientos por Stella y ser el hombre que mereces. Pero fallé. Me acosté con Stella aquella noche cuando nos peleábamos sobre la boda.
Lisa se apartó de mí. Caminó hacia la ventana, mirando hacia fuera, tratando de recomponerse.
—Ben, sospeché que había pasado algo, pero no sabía que era Stella. No. Miento. Siempre supe que Stella…, pero decidí confiar en ti. Y ahora... ahora no sé qué hacer con esto.
Me levanté y me acerqué a ella, pero no me atreví a tocarla.
—Lisa, lo siento tanto. Sé que mis disculpas no son suficientes, pero lo siento. No mereces esto, y entiendo si nunca puedes perdonarme.
Ella se giró hacia mí, con lágrimas en los ojos.
—No sé si puedo perdonarte, Ben. Esto es mucho para asimilar. Necesito tiempo para pensar. Necesito espacio.
Asentí, sabiendo que había roto algo precioso e irrecuperable.
—Te entiendo. Me iré a un hotel. No quiero hacerte más daño del que ya he hecho.
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Editado: 23.07.2024