Conduzco con gran velocidad a la casa del bosque, me detengo bruscamente y entro furiosa azotando la puerta, los chicos me miran alarmados y bajan su cabeza, me dirijo a la puerta que da al sótano, justo cuando lo veo arrodillado sangrando le doy un golpe en su rostro haciendo que este se voltee y caiga escupiendo sangre.
Veo a Enrique querer detenerme pero le doy una mirada de que no se meta dónde no lo llaman, el se detiene y sale del cuarto, veo al chico tirado lo golpeo con todo lo que tengo hasta cansarme.
—Ahora entiendes porque debiste traicionarme— le digo en un pequeño susurro cerca de su oído.
—No me interesa Dalia, pero se que te pudrirás en el infierno como todos— dice riendo.
—Si bueno no me importa, no es como si nunca hubiera estado ahí— le digo con una sonrisa, saco mi arma y el abre los ojos.
—Tengo familia, Dalia por favor— dice ya llorando.
—Te advertí en lo que te metías cariño, y la traición se paga con la muerte— sin mas rodeos le doy un disparo en la cabeza.
Salgo del sótano y me dirijo a las recamaras de arriba con Enrique siguiéndome, el me toma del brazo y me hace mirarlo.
—¿Porque lo mataste?— enserio me estaba haciendo esa pregunta tan estúpida.
—¿Porque? por traición— le respondo seca.
—El esperabs a su primer hijo—
—¿Y?—
—¿Acaso no tienes sentimientos? ese chico trabaja aquí por su familia—
—Enrique tu mas que nadie sabe que yo no tengo sentimientos, ahora hay trabajo que hacer—
Me suelto de su agarre y entro al gran cuarto donde hay al menos 25 chicas llorando.
—Quiero que las trasladen mañana por la mañana, ¿entendido?—
Veo asentir al chico que esta a cargo, volteo a ver a las chicas y muchas tienen los ojos rojos de tanto llorar y otras mirándome con caras de suplica, pero no siento absolutamente nada, además ellas se lo buscaron.
Una chica pelirroja se lanza asía mi y me ruega que la deje ir, quito sus manos de mis piernas y la hago a un lado rápidamente.
Por un momento recuerdo cuando yo estuve en su lugar, pero supongo que tome otro camino al de ellas.
Salgo de la recamara y bajo, vuelvo asegurarme de los traslados de la droga a diferentes países y todo párese ir bien como siempre.
Escucho la puerta abrirse y veo entrar a mi jefe de 58 años ese viejo simplemente no muere.
—¡Dalia! mi querida Dalia como van las cosas— dice riendo.
—Perfectas Eduardo— le regalo mi sonrisa mas falsa.
—¡Bien hay que ir a beber!—
—Claro, iré mas tarde— el se va junto todos sus estúpidos.
Salgo y subo a mi moto, cuando llego a mi departamento enciendo mi radio y comienzo a escuchar música.
Le envío un mensaje a Marc y le pido la información de las chicas del traslado de mañana.
Comienzo a leer todos y cada uno de los documentos, y encuentro el de esa chica, Katherine Rodríguez 15 años de edad sin estudios, parece que a su familia no le va para nada bien.
Salgo de casa para irme al Bar de Eduardo me encuentro con Enrique que me hace una señal y voy directo a el, me siento en la barra y pide dos cervezas, entre charlas sobre el negocio el me pregunta lo que menos esperaba.
—¿Que hay de tu madre, aún la visitas?—
—Sabes que no me gusta que hables de mi fam-...— no termino la oración ya que su teléfono me ha interrumpido.
—¿Que?...¡serán idiotas!— el cuelga y me mira y se que son problemas.
—¿Que ha pasado?—
—Descubrieron unas de las casas donde teníamos drogas—
—¡Que mierda! ¿como?—
—No lo se, pero puedo arreglarlo— dice tomando su chaqueta.
—No, me encargare yo misma— digo encabronada.
Le lanzó dinero al rostro y salgo de ahí, tomo mi motocicleta y voy a toda velocidad que puedo.
Y sin que yo pudiera reaccionar un auto sale de la nada a mi derecha haciendo que yo salga derrumbada de la moto.
Toco mi cabeza y veo mi mano llena de un líquido rojo, hago el intento de levantarme pero un mareo me lo impide.
Logró ver a una persona salir del auto con una arma, el se posiciona delante de mí apuntado a mi estómago.
Veo su rostro borroso pero tengo el sentimiento de que tiene una estúpida sonrisa en el, y después solo puedo escuchar el sonido de un disparo.
Despierto bruscamente como si el aire me faltara, me siento mareada y con un gran dolor en el estómago, levanto lentamente la mirada, estoy en una habitación que vagamente me es familiar, me siento en la cama y me levanto con mucho cuidado de no caer, el dolor que tengo en el estómago es insoportable.
Donde estoy, es lo primero que hay en mi mente, esto no es un hospital, parece más el cuarto de una adolescente.
Escucho los pasos de alguien viniendo hacia donde me encuentro, me recuesto en la cama y me hago la dormida, escucho que abren la puerta con fuerza.
—¿Cuanto tiempo piensas dormir?— que, esa voz es de...
-¿¡Mama!?- grito mientras me levanto nuevamente y la miro, ella se ve más joven de lo que recuerdo.
—Que, esperabas otra persona, rápido despierta bien y ponte el uniforme que vas tarde de nuevo— habla mientras coloca un uniforme en la cama y sale de la habitación, ahora mismo estoy teniendo un colapso mental, porque mierda me pondría un uniforme para el colegio.