DOS AÑOS ANTES.
La celebración se llevaría a cabo en el night club Alto del Prado de los suburbios de New York, Marion Miller, su tío y hermano de su difunto padre Frank. Estaba celebrando veinte años de casado con su esposa Mary. Su tío, había logrado cosechar una fortuna en los negocios de bienes raíces, era un hombre alto y corpulento, de cabello escaso claro, siempre mantenía una barba abundante, tenía los ojos marrones como su padre.
Su esposa, era ama de casa, una mujer baja de cabello Rubio y penetrantes luceros verdes, una dama de pocas palabras. Ambos eran excelentes padres y personas, habían visto crecer y volverse hombres y mujeres de bien a sus tres hijos, ahora celebraban veinte años de momentos buenos y otros malos, lo que en realidad significa el paso por la vida.
Dama salió de su vivienda, ubicada en el barrio Fordham en el Bronx, en New York. La esperaba un carro de color rojo, un maserati del 95.
Doña Solís no quiso ir, prefirió quedarse en casa, ella no le insistió.
-Cuídate mucho- le dijo- Si te llegas a sentir mal, te regresas de una vez y mañana vamos a visitar al doctor Marciales.
Luego se acercó a la ventana del auto, adentro vestido muy elegante estaba su yerno Samuel Montero. Era un joven apuesto, alto y delgado, de ojos y cabello negro Lacio peinado hacia atrás. Una fina barba que acentuaba sus rasgos europeos, era estudiante de último año de abogacía en Madrid, España. Por azares del destino llevaba tres años de un noviazgo atípico con su hija, además es el único hijo del actual alcalde de New York Jerónimo Montero.
- ¡Buenas noches, Doña Solís! Usted radiante como siempre.
La doña dibuja una ligera y casi forzada sonrisa y responde.
-Asimismo, para usted joven – Le contesto y agrega – Le encargo a mí niña, por favor, ha estado algo delicada de salud estos días.
-! ¡Hay mamá! - exclamó Dama en tono de reproche.
-Pierda cuidado, le traeré de vuelta sana y salva eso se lo puedo prometer.
- Que así sea joven.
Samuel enciende el auto que se aleja lento, mientras que Doña Solís observa como cruza a la derecha en la siguiente esquina.
-Que Dios me la cuide- esbozo para sí misma.
En el auto, Samuel se encontraba distante y silencioso durante los primeros diez minutos del recorrido. Había que manejar alrededor de media hora para llegar al lugar de la fiesta de aniversario.
Ella, fue la primera en intentar entrar en la conversación.
- ¿Estás bien amor?
Le toma, la mano derecha y la aprieta un poco porque a Samuel le gustaba manejar con la izquierda.
- ¿Qué te sucede? – Dama insiste.
Él, le mira con recelo y contesto.
-Princesa ¿Cómo puedo estar bien? Llevamos dos años de noviazgo y no logré hacer que vuestra madre confiara un tanto en mi persona ¿Acaso le parezco tan mal hombre? Por favor soy un joven respetable, casi un abogado y mi padre es el alcalde de New York ¡Pie Dios! No un simple corregidor de algún pueblito de un sitio perdido en la nada, es el bendito alcalde de New York ¡Por dios! Y, aun así, ella no confía en mí ni un ápice.
Samuel, sin darse cuenta, había levantado la voz.
-Cálmate, por favor – le insisto Dama – Mi madre es muy protectora, ya lo sabes muy bien, ella no ve con buenos ojos que nuestra relación se base en el tiempo que estés de vacaciones en New York.
-Lo que quiere decir es que piensa que veo a alguien más en España durante mis estudios y aquí en Estados Unidos a usted. Contesto Samuel, aún más irritado.
-Así es, ¿No sé por qué te molesta tanto la preocupación de mi madre? Deberías preocuparte cuando yo comience a suponer de esa manera y aún no lo hago.
- ¿Y por qué no? Le pregunto Samuel mirándola a los ojos.
-Porque te amo y a pesar de lo que crea mamá, yo confío en ti y sé que eres un hombre bueno que solo se molesta, aún no consigue que su suegra simpatice de él ¿Me imagino que con tus antiguas suegras en Madrid todo era distinto?
Las palabras de Dama logran sacar una sonrisa en Samuel, quien se le acerca y le da un beso en la boca y dice
-Por eso es que te amo y para que lo sepáis, mis otras suegras tampoco simpatizaban conmigo.
Dama se recuesta en el hombro de Samuel y le dice casi susurrando.
-Ya llegará el momento.
DOS AÑOS ANTES.
La historia de amor de Dama y Samuel había comenzado en el más famoso centro de bowling de New York llamado al spike bowling, allí su tío le llevaba de vez en cuando para que se entretuviera, dejar a un lado los acontecimientos, qué tanto le atormentaba cómo era la reciente muerte de su padre.
Era un lugar muy hermoso, decorado como la época de los 80. Todo su interior daba un aire ochentero. El personal que atendía al público utilizando en vestimenta de aquel año.
Ah Dama, no le gustaba mucho ir a este lugar, además no eran sus gustos, ella prefería sentarse en el sofá de su casa y ver alguna buena película romántica, hacía así alrededor de año y medio que había perdido a su padre y prefería pasar las noches acompañando a su madre para que no se sintiera sola.