Una serie de cuentos y desventuras

Te espera en la niebla

Sin duda alguna uno de los mejores inventos que ha tenido la humanidad son las cartas, más allá que los teléfonos o los celulares las cartas llevan mucho más repartiendo noticias o sentimientos. Eso era lo que solía decir mi abuela mientras escribía una tras otra carta sin postales ni remitente, siempre me pregunte por años con quién hablaba por medio de esas cartas, jamás la veía llevándolas al servicio postal o a una casa vecina, solo las dejaba en su ventana sobre un plató y después solo habían frutas o flores silvestres las más hermosas y jugosas de ambas, sin embargo, jamás fuí capaz de preguntarle a quién se las mandaba o de qué hablaba; mi madre un tiempo solía decirme que las cartas desaparecian cuando la niebla cubría el puedo, sin embargo, conforme fui creciendo me dijo que de seguro ella misma las tiraba o las quemaba y colocaba los frutos con las flores cuando bajaba de su caminata matutina.

El tiempo pasó y con ello la parca finalmente se llevó a aquella mujer de manera pacífica mientras dormía, después nadie quiso tocar nada de su habitación incluso aquel plató celeste donde solía dejar sus cartas, el único detalle que cabe recalcar fue que después de ello las frutas y flores siguieron apareciendo, pero con el pasar del tiempo comenzaron a aparecer frutos menos jugosos y flores casi marchitas hasta que hubo un momento en que aparecían cadáveres de animales pequeños acompañados de huesos y fruta podrida; a mí familia no le gustó nada de ello y se decidieron por deshacerse del mismo por temor de que estuviera maldito y por fin se detuvieron los regalos. 

Habían pasado varios años, me había convertido ya en joven adulto quien vivía en la ciudad, un día sin previo aviso me llegó la notificación de que mi padre había muerto, pedí permiso y me encamine a ver a mi familia, el viaje componía de 2 horas en auto y otras 3 en tren, la ruta más corta en comparación de las 9 que sería conducir directamente; cuando llegue fue recibido por mi hermano mayor junto de su esposa, me ayudaron a subir las al auto y fuimos derecho a la casa de mis padres, el silencio habitaba lugar, unos cuantos familiares y vecinos estaban reunidos en aquella sala donde se encontraba el féretro de mi progenitor.

-Lu conseguiste llegar-

-Vine tan rápido como me fue posible-

-Tendrás que quedarte el cuarto de tu abuela-

-Descuida-

Fuí hasta mi habitación y acomode un poco las cosas, los días siguientes fueron lo típico, una reunión religiosa y su debido entierro, debía de quedarme una semana más mientras el abogado llegaba para repartir el testamento, no fue hasta ésos días que ví algo que llamó mi atención, un papel color rosa casi oculto se asomaba por lado del viejo ropero de mi abuela, intenté sacarlo pero este no se movía así tuve que moverlo el ropero, me preguntaba cómo había sido posible que alguien hubiera metido algo como esto aquí, pesaba casi una tonelada. Cuando por fin fui capaz de liberar el papel note efectivamente eran una de las cartas de mi abuela, su caligrafía era imposible de reconocer así que simplemente la abrí.

"Buena tarde…….

Hola querida amiga, soy yo de nuevo, espero estés bien, yo por mi parte no sé que también este, ya no soy la misma jóven de antes, cada vez se me dificulta escribir, quería agradecerte por las flores y los frutos que me has dejado, siempre tan jugosos como sabes, el sabor es tan bueno como recuerdo, sin embargo, debo de decirte, siento que pronto partiré de este mundo y quiero que sepas que nada de esos es tu culpa, pronto nos veremos en la niebla.

Con amor Eleonora"

Quedé sorprendido de saber que mi abuela ya sabía que estaba muriendo a pesar de que en la autopista se había decretado que había muerto de un infarto fulminante, dejé la carta nuevamente en su sobre y lo dejé en la ventana mientras bajaba a cenar, cuando subí nuevamente ví algo que llamó mi atención, en el lugar donde había dejado la carta ahora había un ramo de flores y frutas como las que solía haber cuando mi abuela estaba viva, rápidamente me asomé a ver quién se había llevado pero no había nadie solo el ruido de los grillos que acompañaban la noche.

Los días pasaron y tuve que volver mi realidad y todo continuó así hasta que una noche mientras hacía la cena ví un sobre negro entrar por le buzón, deje allí mis cosas y me acerque a ver el sobre, no había nada marcado, lo abrí y sólo había un papel con letras doradas que decían "gracias"

Abrí rápidamente la puerta y ví una mujer de vestido azul oscuro con cabellos negros.

-¡Ey!-

Intenté salir corriendo tras ella pero me detuve en seco cuando vi que esta figura femenina se giraba y me dejaba ver su esquelético rostro.

-Ella te espera en la niebla-

Sin más preámbulo así como llegó se fue caminando, yo solo volví a mi apartamento vi mi escritorio, tomé un pedazo de papel y comencé a escribir una carta a mi abuela, deje aquél papel en la ventana y a la mañana siguiente efectivamente allí estaban los frutos y flores.



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Editado: 17.05.2021

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