—¡Bienvenida a mi casa!—dijo Isak con mucha emoción apenas abrió la puerta y entramos.—Lena... Ella es... ¡Paulina!
Aquella chica de cabello rubio con un vestido turquesa estaba sentada en el sofá, con su teléfono en mano y sin prestar ni la más mínima atención.
Ok, en mi vida la había visto.
Al entrar, me encontré con una pequeña sala. Había un televisor mediano, un sofá en forma de -L- Y una mesa con vasos de plástico, hojas, lápices y demás.
Isak se aclaró la garganta. Ella alzó la vista y extrañada nos sonrió.
—Eh, hola.
—Lena ella es Paulina...—Repitió él, con los brazos extendidos levemente hacia mí.
Lena dejó de ver a Isak y su mirada se posó en mí. Le sonreí y ella asintió en forma de saludo.
—¿Es en serio?—Hundió su entrecejo. Me agarró por los hombros y apretó hacia él—Mejor vámonos.
—Te compadezco, Paulina. —me dice Lena.
—Gracias...—le respondí casi suspirando.
—¿De qué? —Isak se acerca a mí oído— ¿Qué pasó? —susurró, sin entender.
—Mi alma, no te hagas el imbécil—Lo miré y él sonrió. Por mi parte rodé los ojos— ...En fin, ¿Adónde vamos?
Miré atenta hacia el frente.
—Ya verás, preciosa...
Volví a verlo e Isak tenía una sonrisa maliciosa en sus labios. Creía que me llevaría a su habitación, pero estaba bien equivocada, me llevó a una pequeña terraza. Deslizó la puerta e hizo una reverencia indicando que entrara. No había muchas cosas, solamente una mesa y un par de sillas de hierro. Además de que tenía un techo de cristal para poder ver la luz de las estrellas, en este caso la llovizna caía golpeando el cristal dando un sonido relajante.
Él entró después de mí, se sentó en una silla y me ofreció asiento. Veo hacia atrás y logro ver la otra silla, inmediatamente me senté, sintiéndome muy incómoda. Coloqué el paraguas en mi regazo y el bolso en el suelo.
Ambos permanecimos uno frente al otro, a una distancia prudente. Sus piernas estaban abiertas, estaba recostado sobre el respaldar con una mano en su mejilla, sus ojos estaban fijos en mí. Su semblante estaba sereno con un toque de diversión.
Echó un escaneo a mi cuerpo, lo miré furiosa y él solo permaneció igual, con su semblante relajado, despreocupado y divertido. Sentía como mi corazón latía descabellado, el frío ya no ayudaba ya que estaba sudando demasiado como para llenar un vaso de agua. En ningún momento dijo algo, solo permanecía en esa posición y callado. Solté aire por la nariz, tratando de recolectar paciencia.
—¿Hablarás o qué?
—Sí, calma. —respondió en un tono divertido.
—Bueno...De aquí a que lo hagas...
Dejé la frase a medias a la vez que me levantaba y daba un par de pasos hasta llegar al barandal del lugar. Coloqué ambas manos en el mismo y contemplé la magnífica vista que tenía. Sonreí, desde mi cuarto solo tengo una simple y aburrida vista hacia la calle. Todo es tan pacífico y calmado aquí, demasiado diría yo. Tanto así que tuve que girarme para ver qué hacia Isak. Lo vi, ahora estaba de pie con la mirada por encima de mí, mirando la vista. Aclaré la garganta.
— ¿Dirás algo? No estaré aquí todo el día.
— ¿Qué tienes que hacer hoy?—cuestiona, sereno.
—Muchas cosas... — respondí, neutral.
Obvio nada, ¿Qué creen que haría?
Soltó una risita mientras miraba el suelo. De repente, comenzó a caminar poco a poco.
Ay no ¡Significa peligro! Ayúdenme.
Su forma de caminar es simplemente impecable y maravillosa, parecía un modelo. Se posó en frente de mí, su pecho quedando a centímetros de mi cara.
—Necesitamos salir algún día, en... —comenzó a decir.
—¡Por todos los cielos! Deja de fastidiar tanto con eso drittsek. —interrumpí.
【Saco de mierda】
—Fy faen! ¿Por qué tienes que ser así? Solamente te estoy pidiendo una salida jun-
¿Por qué vine hasta aquí solamente a escuchar un chisme? Simplemente le hubiera escrito a una amiga y ya. Ah y dijo: ¡Maldición!
—...Es que es en serio, lo de tu prima ya pasó. No fue mi culpa y lo sabes.
—Aun así...—Traté de terminar la frase pero no pude.
¿Cómo es que pudo olvidarla tan rápido?
Me alejé de él rodeando su cuerpo y comencé a caminar hasta que de pronto...
—Espera...
Me tomó del brazo jalándome hacia él con brusquedad. Mi cuerpo chocó contra su pecho. Isak cogió mi mentón con su dedo índice y el pulgar y levantó mi cara, pude ver su rostro, sus labios entreabiertos, como su pelo mojado caía en su frente, sus ojos verdes estaban oscurecidos, sus mejillas tenían un tono rojizo, lentamente se acercó a mí y mis labios se abrieron automáticamente esperando la calidez de sus roces, cerré los ojos dejándome llevar por las sensaciones que transmitía nuestros labios unidos. Al principio fue lento, tierno, podría decir que hasta relajante, pero luego cogió mis mejillas y profundizó el beso con movimientos más desesperados de parte de su lengua. Sentí una ola de sensaciones bajar a través de mi cuerpo, sentía como mi entrepierna comenzaba a dolerme con una necesidad que cada vez crecía más...
¡Nah! Es broma.
Apenas nuestros labios se rozaron le di una bofetada y con ayuda del paraguas le di un golpe en sus bolas, cayó al suelo como un costal de papas. Lo miré por encima de mi hombro, estaba arrugando su cara y soltando algún que otro gemido de dolor mientras mantenía presión en su entrepierna. Decidida, agarré mi bolso del suelo y salí de la terraza. Al llegar a la sala, me di cuenta de que ya no había nadie. No le di importancia y fui directo a la puerta, la abrí y la cerré fuertemente.
¿Por qué acepté ir?
Llegué hasta el ascensor y marqué. Esperé mientras miraba todo a mí alrededor, cuando de repente bajo mi cabeza y veo el paraguas cerrado, siendo sujetado por mi mano. Hasta hace poco solo quería ir a mi casa, hace escasos minutos estaba queriendo irme de ese lugar, pero no con él. Suspiré, mientras marcaba otra vez, pasé mi mano libre por mi cara y la detuve justo por debajo de mi nariz. Miré un punto fijo de la pared, no podía sacar su imagen de mi mente; no debí ir con Isak, solo debí irme a mi casa.