Los días de verano ya se han acabado y todos preparamos nuestras cosas para volver a palacio. A Edek le da pena el tener que dejar este lugar y a mi por una parte también. Pero por otra estoy deseando volver para ver a Mikael de nuevo. Aunque con mi mejor amigo y sus travesuras con el príncipe no me han dejado apenas pensar, aun así le he echado mucho de menos. Y seguro que él también.
Estoy deseando abrazarlo de nuevo
—¡Espabila! —dice mi amigo asustándome—. Jarin nos regañará si tardamos demasiado.
—Lo siento, lo siento —me disculpo—. Estaba pensando en Mikael.
—Por el dios Rharbus… —dice él rodando los ojos—. ¿Ya vas a empezar a hablar de él otra vez? Déjame disfrutar del tiempo que me queda sin él y sin que esté detrás de ti como si fueras su presa, por favor.
—No soy su presa, Edek —le digo mientras abro la puerta para irnos—. A ti no te gusta nadie así que no lo entiendes.
—Sí que me gusta alguien.
Me paro en seco y le miro extrañado. ¿Le gusta alguien? ¿A él? Me parece bastante raro.
—¿En serio? —le pregunto intrigado— ¿Quién?
—No te puedo decir quién, ¿verdad, Anuar? —Acaricia a éste sin responder a mi pregunta.
Me quedo mirándole unos segundos para ver si veo alguna pista en sus ojos. Edek sonríe de medio lado sabiendo que lo estoy analizando.
—...No te gusta nadie —digo cuando no se me ocurre nadie.
—Piensa lo que quieras, amigo. No es mi culpa si estás medio ciego.
—No te gusta nadie —le repito de nuevo.
Edek se echa a reír lo que me hace pensar aún más que yo tengo razón. Nos encontramos a Faizah y a los príncipes por el camino y vamos juntos al exterior.
Cuando ya está todo listo nos ponemos en marcha, dejando atrás la mansión donde hemos estado estos meses.
***
Llevamos ya días de camino sin que haya habido ningún contratiempo. A lo lejos ya se puede ver el palacio de Talamh y unos minutos después ya estamos en la ciudad. Las gentes de Talamh parecen muy felices e tener a los príncipes de vuelta sanos y salvo. Por suerte nunca sabrán que casi raptan a la princesa unas semanas atrás.
A pesar de que hoy debería ser un día feliz, hay un extraño ambiente en el aire que me hace sentir que algo va a salir mal, incluso Storm parece estar más alerta y se queda pegado a mis piernas en cuanto piso el suelo.
Estoy junto a Faizah escoltando a los príncipes al palacio donde lo espera su padre, el rey. Edek ha ido junto a otros guardias a llevar a los ladrones al calabozo.
Para mi decepción, Mikael no está junto al rey como yo esperaba que estuviera. Supongo que tendrá otros asuntos Me despido de la princesa cuando el rey no está mirando y voy en busca de mi mejor amigo o de Mikael. Faizah y el príncipe también están conmigo.
Cuando estamos atravesando uno de los jardines de palacio, algo sorprende a Faizah quien lanza una exclamación. Cuando alzo la vista para ver que ocurre veo a Edek cogiendo a Mikael por el cuello de su ropa. Voy hacia mi amigo, furioso, sin saber por qué está atacándole tan de repente.
Creía que ya estaba aceptándolo e intentaría llevarse bien con él, y lo estaba haciendo muy bien antes de irnos al oasis. Pero ahora está volviendo al principio. Ambos se fijan en mí en cuanto me acerco, es Mikael quien habla primero.
—¡Hedeom, dile a este imbécil que me suelte ahora mismo si no quiere que lo encierre!
—¡Edek! —le digo—. ¡¿Qué estas haciendo?!
—Qué te lo diga él —sisea, lanzándole una mirada de odio a Mikael—. ¿O es que eres demasiado cobarde para ello?
Miro a Mikael sin entender pero él me mira igual de confuso, como si tampoco entendiese nada.
—No sé de qué está hablando, Hedeom. ¡Haz algo, por favor!
Pero mi amigo lo único que hace es apretar más su agarre mientras lo mira con un profundo desprecio. Faizah pasa por mi lado y agarra a Edek por un brazo mientras el príncipe se coloca a mi lado con curiosidad.
—Edek... ¡Suéltalo! Lo quieras o no es nuestro superior, esto solo te va a causar más problemas —le digo.
Edek chasquea la lengua y lo suelta de mala gana. Mikael se limita a colocarse bien la ropa. Cruzo los brazos sobre el pecho y le lanzo una mirada interrogante a mi amigo.
—¿Qué es lo que ha pasado? —pregunta Faizah.
Pero él la ignora y se dirige a mí.
—Hedeom, este idiota es un maldito manipulador...—empieza a decir.
Pero Mikael le golpea en la espinilla, arrancándole un quejido de dolor y haciendo que caiga de rodillas. Él le mira desde abajo con odio.
—Serás... Maldita serpiente venenosa.
—Deja de decir mentiras sobre mí —le dice Mikael con el mismo desprecio.
—Por favor, dejad de... —No puedo terminar la frase porque una voz grave me interrumpe.
—¿Qué está pasando aquí? —dice el rey Kiros a mis espaldas. Siento que me hago diminuto a su lado.
Los cuatro hacemos una señal de respeto hacia nuestro rey. Mikael se adelanta un paso y empieza a hablarle.
—Este chico de aquí me ha estado dando problemas —dice, señalando a Edek—. Estoy planteándome echarlo de palacio, majestad, no es la primera vez que lo hace.
—Mikael, no... —le digo en un susurro, pero él me ignora.
Él rey se fija entonces en Edek, que da un respingo y agacha la cabeza incapaz de soportar su mirada. El rey Kiros sonríe. Su sonrisa no me inspira nada bueno. Su serpiente parece estar muy pendiente de la conversación. Me da escalofríos.