Después de mi transformación y el cabreo que tenía pude darme cuenta de que mi familia había encerrado a Cristin en la mazmorra de al lado. A pesar de la pared de piedra que nos separaba, podía olerla, ese olor a vampiro siendo una loba se me hacía insoportable, quería destruirla, quería morder su cuello y matarla.
Una gran sed de sangre comenzó a apoderarse de mi garganta, no dejé de aullar a la luna, quería que me ayudase a soltarme para llegar a la mazmorra de Cristin. Moví mis patas intentando soltarme, pero mis padres cambiaron las correas por unas nuevas y casi es imposible romperlas.
Esteben me miraba desde fuera de la mazmorra, me di cuenta lo sorprendido que estaba, quizás en su vida se hubiese imaginado que su Luna fuese una loba tan feroz como la que estaba viendo en aquellos momentos. Sus ojos brillaban más cada vez que los rayos de la luna apuntaban a su cara, sabía que estaba impresionado por mi nuevo aspecto, y en aquel momento estaba segura de que éramos los dos únicos lobos que quedábamos en este mundo.
Traté de concentrarme en él, y no pensar en salir de la mazmorra por la seguridad de mi familia, hasta que un olor vampiros se hizo más fuerte. Ya no era solo ese olor molesto de Cristin el que llegaba a mí si no, el de más vampiro. A pesar de estar entre estas cuatro paredes encerrada, podía sentir que cientos de vampiros llegaban hasta nosotros y que sus ideas no eran las mejores del mundo.
Traté de avisar, pero nadie me hizo caso, mis padres me habían visto así ciento de veces; ellos ya estaban acostumbrados a mis aullidos y alaridos. Por otro lado mi hermana y mi cuñado me miraban extrañados, pues era la primera vez que me veían de aquella forma.
Podía escuchar como hablaban los vampiros entre sí, los oía con claridad por lo que me dispuse a aullar con más fuerza tratando de avisar a mi familia. Mis nervios iban en aumento, mi familia tenía que huir de allí, tenían que irse. Al ver que ninguno me hizo caso aproveché que mis padres se fueron a cenar, y solo quedaron mi hermana, mi cuñado, y Esteben, para tratar de comunicarme con ellos.
—Ya no lo aguanto más, tenemos que ayudarla —comentó Ashly, mientras se acercaba a los barrotes para mirarme mejor.
Aullé con más intensidad, pero solo conseguí que ella se alejara más de mí, no la quería hacer nada, jamás les haría daño a ellos, pero tenía que hacer algo para que se fueran de allí.
De repente escuché como Cristin empezó a relatar algo, parecía un tipo de rezo muy antiguo. Como estaba distraída con eso, yo aproveché la ocasión de soltar todas las feromonas que tenía para que Esteben viniese a montarme y me soltase; mientras que Ashly y Raúl se acercaban a su mazmorra, para ver qué demonios estaba haciendo aquella vampira.
Antes de transformarse, Esteben soltó los candados y se acercó a mí con sumo cuidado, acarició mi cabeza despacio con la punta de los dedos y yo me relajé para que no se asustase de mí.
—¿Qué haces? —preguntó Raúl muy nervioso—. Sal de ahí puede ser muy peligroso —insistió, muerto de miedo.
Podía oler sus miedos, podía sentir lo que ellos sentían hacia mí, por eso me quedé tan quieta como pude y sin hacer movimientos bruscos. Ashly me miraba desde fuera de la mazmorra, al darme cuenta de la compasión que sentía por mí la miré a los ojos. Entonces ella dio un paso al frente y Raúl la sujetó del brazo.
—Tengo que ayudarla —dijo Ashly, soltándose de Raúl.
Cuando ya casi estaba cerca de mí y vio que no pasaba nada, escuché a mis padres peleándose con otros vampiros, los ruidos de las plantas de arriba eran bastante fuertes y con todo ese jaleo es cuando se dieron cuenta de que no estábamos solos en el castillo.
Entonces, vi unas imágenes dos vampiros, tenían sujeta a mi madre y ella estaba luchando por su vida, mientras que Valerius luchaba contra otros cuatro. Antes de que Esteben y mi hermana soltasen alguna de mis correas, comencé yo a morderlas con la esperanza de poder soltarme de ellas.
—¡Rápido! ¡Hay vampiros en el castillo! —gritó Raúl sofocado, mientras se transformaba y deja salir sus alas para llegar lo antes posible a donde se encontraban mis padres.
—¡Ayúdame! Tenemos que soltarla —suplicó Esteben a Ashly, comenzando a soltar mis patas traseras.
Una vez que me habían soltado, me olvidé de que Cristin estaba en la otra mazmorra y corrí por el castillo lo más rápido que pude, sintiendo una desesperación que me hizo enloquecer de golpe. Los gritos y el miedo de perder a mis padres me hacían sacar fuerzas de donde no las tenía y aceleré mi carrera aún más. Con el corazón latente al máximo llegué a la sala principal y vi lo que había en ella; un gran número de vampiros estaban peleando contra ellos tres.
Esteben y mi hermana, llegaron por detrás de mí, yo voy derechita al que tiene sujeta a Elizabeth. Di un buen salto y con mi hocico bien abierto le arranqué la cabeza de golpe y la lancé lo más lejos posible, mientras que su cuerpo caía al suelo.
No habíamos hecho más que llegar y la batalla que se avecinaba acababa de comenzar. Esteben ayudó a Valerius y también consiguió que le soltasen, con las manos sueltas y todos libres, formamos un círculo y empezamos a pelear con todos nuestros oponentes.
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Editado: 19.06.2024