En cualquier situación normal sería un día soleado, pero después de la batalla Esteben y yo nos tuvimos que mudar a Rumania al castillo de mis padres, entonces el día era nublado y gris. Pero fue un gran día ya que me asome desde mi antigua alcoba y vi que todos los invitados estaban esperando a que yo saliera vestida de novia. El jardín se había transformado en un escenario de ensueño, decorado con rosas negras, azules y flores de colores purpuras y oscuras, mientras que la brisa suave del invierno llevaba consigo la promesa de un futuro lleno de felicidad al lado de Esteben.
Los invitados se congregaban en la entrada del castillo, ansiosos por presenciar nuestra unión. Lobos y vampiros, antiguos enemigos ahora unidos por nuestro amor, todo era una mezcla de armonía, teníamos que celebrarlo a lo grande y por todo lo alto.
Me encontraba muy nerviosa, mi madre y Ashly me ayudaban a ponerme mi vestido de novia, ya que todos los invitados estaban impacientes, a pesar de que Valerius y Raúl estaban con ellos terminando de organizarlo todo para cuando yo llegase a una capilla especial para comenzar con el ritual de emparejamiento de por vida.
Ya estaba todo casi listo y empecé bajar las escaleras con cuidado de no tropezar, lo último que quería era llegar a la capilla echa un desastre. Bajando ya las últimas cuando Valerius me vio dio la orden para que el músico del órgano empezase a tocar una suave y tenebrosa melodía. Por otro lado, mi padre se acercó a mí y me dejo el brazo para llevarme a la capilla en donde Esteben se veía emocionado por recibirme.
El vestido está que llevo puesto confeccionado con un suave y sedoso tejido en un tono de color púrpura profundo que resalta la riqueza y la intensidad de mi belleza. El corpiño es un poco ajustado, pero presenta delicados detalles de encaje negro que serpentean a lo largo de mi figura, realzando mis curvas con un toque de misterio y elegancia. Las mangas son largas y ajustadas hasta los codos, están decoradas con intrincados patrones de encaje que se extienden sobre mi piel, creando un efecto hipnótico cuando se mueve.
La falda del vestido cae en suaves pliegues hasta el suelo, con capas de tul negro que añaden volumen y movimiento cuando camino. Los detalles de encaje se repiten en la parte inferior del vestido, añadiendo un toque de romanticismo oscuro a cada paso que doy. Una larga cola fluye detrás de mí con gracia, arrastrando el suelo con una elegancia serpentina.
Para completar el look, llevo un velo oscuro, hecho de un fino tul negro que se extiende sobre mi rostro con un aire misterioso. Adornado con pequeñas perlas negras y delicadas plumas, el velo añade un toque de drama y sofisticación a mi conjunto nupcial. En lugar de un ramo tradicional, sostengo un ramillete de rosas púrpuras y negras, que simbolizan la pasión y el misterio de nuestra unión.
Podía ver como los ojos de Esteben brillaban con emoción mientras cruzaba el pasillo hasta llegar a la capilla, verme de aquella forma vestido le hizo esperarme con una sonrisa que además de iluminar su rostro, iluminaba la sala entera.
La ceremonia fue breve, pero estaba llena de significado, pronunciamos nuestros votos con amor y compromiso frente a todos nuestros seres queridos y ante los dioses que nos habían guiado hasta aquí. Cuando el momento llegó para intercambiar los anillos, nos miraron a los ojos con una intensidad que hablaba de un vínculo más fuerte que el acero.
Al finalizar la ceremonia, los invitados nos recibieron con aplausos y felicitaciones. El banquete que siguió fue una celebración de la vida y el amor, con comida exquisita, llena de sangre y carne por todos lados y música tenebrosa que resonaba en todo el castillo.
Mientras caía la noche y la fiesta continuaba nosotros dos nos retiraron a nuestros aposentos, rodeados del amor y la alegría de nuestros seres queridos. nos miraron el uno al otro con amor y gratitud, sabiendo que juntos habíamos superado todas las pruebas y que nuestro amor perduraría por toda la eternidad.
En la intimidad de la alcoba, Esteben y yo nos entregamos el uno al otro con una pasión desenfrenada, deseábamos sellar nuestra unión de amor eterno. Las llamas de las velas bailaban en la penumbra, iluminando nuestros cuerpos entrelazados mientras explorábamos cada rincón de nuestros cuerpos desnudos.
Al principio me puse muy nerviosa, pero me abandoné por completo a las caricias ardientes de Esteben, sintiendo mi cuerpo responder a sus caricias con una intensidad que me dejaba sin aliento. Cada beso, cada roce de sus manos, avivaba el fuego que ardía entre nosotros, consumiendo cualquier barrera que pudiera separarnos. Esteben la tomó con ternura, guiándome hacia el éxtasis con cada movimiento experto, nuestros cuerpos se fundieron en un baile de pasión y entrega, perdiéndonos en el placer mutuo que nos envolvía como una suave bruma nocturna.
El amor que compartíamos se manifestaba en cada gemido, en cada suspiro, en cada mirada cargada de deseo. En ese momento de unión física y espiritual, consolidamos nuestra relación, prometiéndonos el uno al otro amarnos y protegernos por toda la eternidad. Y mientras el mundo exterior quedaba atrás, solo existían nosotros dos, unidos en cuerpo y alma por el lazo indisoluble del amor verdadero.
Bajo el resplandor plateado de la luna, nos despertamos en su primera mañana como marido y mujer, envueltos en la suave oscuridad que nos brindaba la protección que necesitábamos. Esteben y yo nos miramos con el amor y la complicidad que sentíamos el uno por el otro, conscientes de la dicha que compartíamos en ese momento.
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Editado: 19.06.2024