Prólogo

¿Tradiciones?

Bueno, mi familia las tiene y son muy supersticiosos. No con los signos del zodiaco y esas cosas, pero lo son con las creencias que tienen y nos han pasado por generaciones.

Esos accidentes, los olvidos y las historias sobre como conocieron a su pareja.

Yo las llamo casualidades horribles, ellos destino.

Cosa que era escalofriante.

Toda mujer del clan Evans había terminado casada con quien compartía un bochornoso momento. Cosa que para mí no era nada dulce.

¡Jamás me casaría con alguien que me vio las bragas!-Como a mi tía

¡Ni tampoco con quien termine encerrada en un ascensor y me vio gritar como loca histérica!-como a mamá

Y menos me va convivir con alguien quien tiene una hermana y le ayude a dar luz.

Y la lista era más larga y extraña-Algunos sucesos eran tan imposibles que el solo imaginarlos me daba gracia y no les creía cuando contaban.  

En mi familia, siempre se ha pasado por tradición algo conocido como “el milagro de navidad” y al contrario de lo lindo que suena, la verdad es lo peor que te puede pasar.

¿Por qué? Bueno, el supuesto milagro incluye pasar las peores vergüenzas y situaciones para al final sacar algo bueno.

Exageración navideña...eso era para mí lo que ellos llamaban su “milagro de navidad”

Y me sabía regocijar porque yo parecía haber sobrevivido a ello.

¡Me iba a casar con un chico que conocí en situaciones normales! No raro, ni siquiera me he caído de cara con él. Todo había sido muy tranquilo.

Hasta que una navidad todo se fue al carajo y me encontré con una lista enumerada de los errores que resumidamente estaba teniendo.

Primero: Mi novio me fue infiel.

Segundo: Estaba sola en medio de una ciudad.

Tercero: Conocí a un intento de cantante que también estaba perdido.

Cuarto: ¡Joder que no entiendo como pare aquí!

Definitivamente una vez al año... ¡si hace mucho daño!

¡¿Quién demonios dijo que no?!