Una vez más, yo.

Enero 06, 2018.

3:47pm.

 

  Siempre éramos invierno o verano. No habían intermedios. Estábamos muy bien o muy mal, pero no nos separábamos. Sabíamos que pertenecíamos el uno con el otro, aunque nos resultaba ridículamente difícil mantener el equilibrio.

  Fuiste un viaje a ningún lado, a pie, con la canción más perra de la época inyectándome melodías a través de mis auriculares. Tenerte era mirar directo al sol mientras estaba tirada en el jardín trasero del millón de dudas que tenía sobre el amor.

  El universo entero conspiró para que nos reuniéramos aquella tarde de enero. Recuerdo que me abrazaste con tus esferas avellana en el segundo en que me posé en las orillas de tu abismo.

  Ahí estaba. Justo en frente de mí. Ese puntito azul en tu hombro izquierdo, que me gritó "¡salta!" y ya había perdido la noción del tiempo, no sabía dónde pisar. Pero estaba contigo, eso era suficiente para quedarme y regar mi jardín de excentricidades.

  Eres un tranvía que no se detiene y  yo me la he pasado danzado en tus railes. Era de esperarse que me destrozaras. Joder, sigo atada al vaivén de tus labios, a lo tibios que pueden ser tus besos y a la ridícula rutina que crearon tus manos al tocarme.

  Seguimos hundiéndonos en el abismo del nosotros. Y está bien, porque nadie puede acabarnos. Nadie puede penetrar nuestra pequeña burbuja en agonía más que nosotros mismos.

  Maldita sea, me gusta nuestro averno. Me encanta que seas mío y que yo sea tuya, sin tener que decirlo. Me encanta poder gritarte que te amo las noches en las que estamos demasiado ebrios para recordarlo.

  Tenemos un pequeño infinito, lleno de partes finitas que podrían acabar con nuestra incapacidad de alejarnos. No somos opuestos, podrían confundirnos en la calle, aquellos que miran muy de cerca. Escucharían nuestra canción y se nos unirían en nuestro baile de causalidades.

  La dicha es la excusa que utilizan todos, pero qué golpe de suerte el mío haberme enredado en tus ramas antes de poder salir. No eres un quizá, eres un "sí, joder, sí." Y eso incluye todos los aspectos de tu hermoso lapso de existencia.

  Te pinté entre estas palabras por que no podía privar al mundo del placer de saber lo que es amarte. Eso ha traído buitres a nuestro cálido rincón, pero tú tranquilo, Solecito.

  No pueden arruinarnos.

 

—yo.



#45507 en Novela romántica

En el texto hay: poemas

Editado: 20.02.2019

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