Una vida

Nina: Temas de confianza

Ver que estamos acorraladas por seres tan estúpidos me parece insultante, no tener ninguna forma de escapar y que lo único que nos proteja sea una puerta de madera… Ya no soy capaz de sentirme inteligente.

Noté que Dana miraba por la ventana, así que me acerqué, los estúpidos come humanos se estaban abalanzando uno encima de los otros y matándose entre ellos por aplastamiento.

La miré, sus ojos, ausentes, estaban clavados en un edificio, el cual comenzó a temblar. Entré en pánico cuando la edificación vecina se derrumbó.

Un terremoto…

Me sentí atrapada, me dejé caer contra una pared, me sentía ahogada, estábamos atrapadas. De un lado un ejército asesino y muerto de hambre, del otro, una catástrofe natural. Lo que más miedo me daba era la sensación de que no podía hacer nada para escapar, el agobio de tener que esperar mis últimos momentos de vida encerrada.

Cerré los ojos con fuerza cuando sentí el primer temblor, pero se detuvo inmediatamente, no parecía ni por asomo lo fuerte que debía ser, casi pareció que la tierra nos acunaba para dormir. Abrí los ojos, creí por un segundo que ya había muerto.

Me incorporé, podía escuchar como todo se desmoronaba, era un sonido fuerte y terrible, miré a través de la ventana y noté que todo temblaba, pero nuestro edificio no lo hacía.

Nuestros captores comenzaron a huir desesperados. Se guían por sus instintos y el sonido de los edificios cayéndose los hizo huir como animales. Quise celebrarlo con Dana, pero al mirarla noté que sus pupilas estaban completamente dilatadas, como si que estuvieran rotas. 

Retrocedí alarmada, sus brazos, rígidos, estaban iluminados por un extraño entramado de líneas verdes. Respiré hondo, eso no tenía sentido, mis ojos no hallaban una explicación coherente para lo que pasaba. Sea lo que sea tal vez estaba evitando que nos derrumbemos.

El resto de los edificios, la mayoría reducidos a escombros, dejaron de temblar, al mismo tiempo, Dana se desmoronó. 

Tiene que haber una relación en causa-efecto, una relación que quizás estoy mal interpretando. Me tomo unos momentos para reflexionar. ¿Cómo podría ella, solo por brillar, detener un terremoto? Algo más tuvo que haber pasado. Exprimo mi agotado y nervioso cerebro, pero no consigo encontrar una explicación.

Sería estúpido de mi parte no llevarmela, pero, sería un riesgo muy grande. Veo más allá y no solo me limito a lo más loco, sino que estaba olvidando otra ventaja. Dana emite luz, no sé como, no sé por qué, pero es una ventaja. Podría gastar mucha menos energía en iluminar solo con tenerla cerca, así podría ahorrar nafta del generador.

Me acerqué a ella y me puse de rodillas, mi lado más solitario y desesperado por el contacto con otro humano, ese que se oculta en lo más profundo de mi, se alegra de la decisión. Sería estúpido fingir que el factor emocional no tiene nada que ver, pero no es el único que juega aquí.

—¿Qué pasó? —pregunta con un hilo de voz.

—Dana, soy Nina. Voy a hacer que sobrevivas. Vení conmigo.

—No lo sé… —dudó. No la culparía, no sabe lo suficiente para tener consciencia de que soy el sueño de un superviviente.

—Puedo prometerte una vida lo más segura posible fuera de la milicia, lo mejor que hay actualmente, a cambio te pido que me des motivos para confiar en ti. 

La veo debatirse, le doy un par de minutos, pero no serán demasiados, no quiero que nos atrapen de nuevo. Hay que aprovechar que los caníbales y cualquier persona con dos dedos de frente se alejó de la zona del terremoto. No pasará mucho tiempo hasta que alguien note que hay un edificio que no se cayó.

—Está bien —suspiró. —Me esforzaré por no ser una carga, gracias por aceptarme a pesar de mi ignorancia.

Fingí una sonrisa, aunque esas palabras me dolieron mucho más de lo que me gustarían admitir. Es una imagen muy fuerte ver a alguien que se asemeja a un gatito decir algo como eso.

Después de revisar por la mirilla de la puerta que no haya más caníbales, saqué con mucho cuidado cada uno de los muebles que utilizamos como barricada. Una vez estaba todo libre, la tomé del brazo y la ayudé a caminar.

Por alguna razón se veía quebradiza y débil, más pequeña. Cada un par de pasos me tentaba a cargarla, se veía muy ligera, pero no sería una decisión prudente. No confío del todo en ella, por lo que tomaré precauciones. Quiero preguntarle cómo hace para prender sus brazos, pero si ni siquiera sabía su nombre, mucho menos sabrá como lo hizo.

La muchacha me intriga, no podré bajar la guardia hasta saber dónde se encuentran sus lealtades, pero es un riesgo que puede salir beneficioso. Es un voto de confianza ciego y la primera que debe dar la mano con precaución soy yo. Tengo casi todo preparado así que en caso de que haya consecuencias podré minimizar daños. 

—Te llevaré a mi refugio.

 




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