Capítulo doce.
Con toda esa impresión que recibí de la nada, era obvio lo que mi cerebro empezó a sufrir. Así que decidí deshacerme de ello, fingir que nada de esto estaba ocurriendo: quitándole la vista de encima a esos ojos que siempre amé y que por tanto tiempo ansié volver a ver, caminé hacia mi derecha en dirección a la puerta para escapar de ellos. Pero Noa fue más veloz; dio un par de saltos y me alcanzó antes, me atrapó entre sus brazos muy fuerte, y me hizo sentir tan frágil como parcelana porque estaba segura que de apretarme más me quebraría en llanto. Y estaba harta de llorar por tonterías, por un simple toque, por una mirada, por un regreso...
─No te puedes ir ─dijo, y su voz amortiguó contra mi cuello y mi abundante cabello, dándole un tono mitigado─. No pienso volver a tenerte lejos.
Pero al oír eso se desencadenó algo peor dentro de mí: comprimiendo cada sentimiento y manifestándolo en la expresión fruncida de mi rostro, abrí los brazos y me sacudí de él muy bruscamente, para darme vuelta y mirarlo a la cara.
─¿Cómo te atreves a hacerme esto? ─gemí─ ¿cómo desapareces y vuelves a aparecer justo cuando...? ─Aunque no me atreví a decirlo de inmediato, una vez que vi todo lo que era ahora y reparé en las dos palabras "mi señor, mi señor..." me llené de ira y completé:─... cuando no te necesito.
─Si supieras aunque sea una parte de la verdadera historia no estarías diciendo eso.
─Luego de todo lo que he visto tengo derecho incluso a odiarte ─musité.
─Tenemos que hablar, Mae ─enfatizó afirmando con la cabeza.
─No hay nada que quiera que me aclares ─hablé con una doliente franqueza─. Mi vida estaba bien. Estoy más que bien. Y tú no cabes en ella, Jonah, ya no cabes en mi vida... digo... ─di un irónico vistazo a mi alrededor y añadí:─ no tengo espacio para tanto ¿no?
─¿Crees que te abandoné, deliberadamente? ─Casi aseguró.
Yo no respondí nada. Empecé a moverme en un radio de dos pasos de aquí para allá, hecha un desastre por dentro.
─No voy a aceptar esto ─dije, en una plena y merecida actitud de negación─. No puedes arruinar mi vida más de lo que ya lo has hecho.
─¿Crees que no sé lo que pasó? ─Me hizo detener con tono firme, más como el padre autoritario a punto de darte un sermón.
De pronto recordé la venta de la empresa y a Derian como nuevo dueño en jefe. Me asusté de que él supiera ya lo tonta que fui y todo lo que provoqué en su ausencia. Me justifiqué con sus errores y de inmediato tomé más seguridad.
─¿Y te importa saber por qué lo hice? ─argumenté con una herida osadía.
─No he dicho nada. Y tampoco es lo más alarmante de todo lo que descubrí desde que llegué.
Me quedé pensando un momento, buscando en mi cabeza cuántas otras veces había metido la pata. Pero ya nada de eso importaba.
─Reclama lo que quieras ─dije─. Y luego déjame marcharme.
─No. ─Sus ojos no dejaban de mirarme, y yo intentaba no perderme en ellos y estar completamente consciente de que él era real, que todo esto lo era. Entonces, con la seriedad de siempre, añadió:─ De aquí no te vas hasta que te lo haya explicado todo.
─Es demasiado tarde para explicar, Jonah ─proferí con un hilo de voz─. No sabes todo lo que ha pasado. Todo lo que viví, lo que me hiciste vivir sin ti.
─Pero yo no te abandoné ─afirmó con recalco─. Por lo menos, me aseguré de que no lo sintieras así.
─¿Cómo? ─exclamé.
─Le pedí a alguien de mi pura confianza que se encargara de ti ─respondió al instante, y su voz destilaba un extraño resentimiento─. Le pedí que te cuidara y ayudara a mantener lo que yo dejé. Le encargué lo más preciado que tenía, lo que más amo, y lo que hizo fue destruirlo todo. ─No pudiendo soportar más lo que esas palabras generaban en él, se dio vuelta hacia los sillones y siguió, en voz más baja:─ Y fui un idiota.
Me daba miedo comprender plenamente todo eso como lo estaba haciendo. Me daba miedo acabar de descubrir lo que inminentemente estaba por saberse. Así que sólo quería que él me lo dijera, claro y directo, de una buena vez.
─¿D-de quién me estás hablando? ─articulé.
Él volvió el costado hacia mí y respondió:
─Tú sabes de quién.
Me quedé paralizada cual estatua con los ojos vidriosos y conteniendo un inmenso estupor.
─Derian... ─murmuré con una voz tan débil que no se escuchó, casi preguntándolo pero sin pedir una respuesta.
─Nunca fueron los planes que te sintieras abandonada ─siguió diciendo─. Él iba a decirte, a recordarte cada día de ser necesario, que yo regresaría. Y que todo lo había hecho por salvarte la vida. Pero ya veo que eso fue lo menos que hizo.
Al instante desorbité la vista y todo lo que corría por mi mente era esa mirada de miel y avellana; el primer encuentro en el market, la primera propuesta en la parte trasera de su camioneta, el primer beso... Caí hechizada tantas veces con los encantos demoníacos de alguien que nunca procuró mi bien. Muy interiormente, aquello era una pregunta que se formuló de varias maneras. Pero la principal era si desde el primer instante que nos vimos fue con la intención de engañarme. Si esa era su intención hasta el día de hoy.
─Sé lo que pasó y por qué lo hiciste ─habló Jonah viniendo hacia mí─. No tienes por qué sentirte mal. ─Sus manos fueron a mis hombros deslizándose por mis brazos, reconfortándome. Hasta que volví a sacudirlo despertando de mi asombro.
─Él siempre supo dónde estabas ─dije con la intención de que me aclarara eso.
─No le dije a nadie adónde iba ni cuando volvería. A nadie. ─Su voz, aunque severa como siempre la recordaba, tenía un punto perfecto de impaciencia por el que a veces sentía que explotaría en reclamos, o acusaciones, o interrogatorios; como si se muriera por saber exactamente qué fue de mí todo este tiempo pero no quisiera apurar las cosas. Además que su cuerpo encerraba demasiada tensión; ambos, en realidad. Volví la mirada a él cuando continuó:─ Si no desaparecía del mapa iban a matarte, esa misma noche. Y te juro que eso era mucho peor que alejarme de ti.
Editado: 07.09.2021