¿Fin? No, señores. Nuestra aventura apenas comienza.
Mi abrazo con Vincent continuó. Pudimos permanecer pegados por un largo rato más, pero la señora que siempre me solicitaba apareció por la puerta. Por el modo en el que se asomó, intuí que me buscaba con cierta duda. Fuera de casa era el último lugar donde esperó encontrarme. No tardó en extrañarse de verme ahí con alguien más.
Vincent me hizo reaccionar cuando la vio, pues yo le daba la espalda a la puerta.
—Oh, qué bueno que estás aquí. ¿Puedes traerme una toalla? —pedí alegre.
Aún no entendía qué hacía otra persona ahí conmigo (considerando que los invitados ya estaban dentro), pero se apresuró a conseguir lo que le pedí sin cuestionarme.
—Vamos, entra —le dije a Vincent— ya pasaste mucho tiempo en el frío.
No se resistió en lo más mínimo y me siguió. Una vez adentro, la mujer regresó y me dio la toalla. La vi con la intención de decirme algo, pero mi atención estaba totalmente puesta en Vincent. De haber sucedido en otro momento, le hubiera preguntado si estaba bien, pues comenzó a moverse inquieta, pero como ya dije, estaba muy ilusionada como para reaccionar.
Puse la toalla en la cabeza de Vincent y lo sequé lo mejor que pude. Empecé de nuevo con mis comentarios amistosos y aprovechó su acercamiento al momento de abrazarme para cubrir mi cuerpo con la toalla sin destaparse.
Las sonrisas junto con un frote de narices dieron comienzo a un nuevo ambiente, pero la mujer insistió en obtener mi atención.
—Señorita...
El sonido de una garganta aclarándose nos interrumpió a todos. Mi papá y mi mamá estaban de pie cerca de ahí, no me di cuenta de en qué momento llegaron, pero su presencia no cambió mi estado de ánimo.
—Hola, papá —sonreí.
Se extrañó de mi respuesta llena de indiferencia.
—Creo necesario preguntar por qué no te has reunido con nosotros en la sala —me contestó con seriedad—. Los invitados dijeron que no les hiciste mayor caso, no te presentaste de la forma adecuada y...
Mi mamá lo interrumpió al tocarle el hombro y señaló con disimulo. Parece que hasta ese momento ambos se percataron de que había un extraño en casa.
—¿Qué sucede aquí? —miró a la mujer de servicio—. ¿Nos perdimos de algo importante? ¿Quién es este joven?
Ella levantó los hombros, estaba igual de confundida que ellos.
—Papá, él es mi novio —dije ilusionada.
Creo que Vincent y yo éramos los únicos que flotaban en ese espacio de color de rosa. Nadie se inmutó con alegría o emoción, se veían desconcertados a más no poder. Vincent estaba empapado y yo no estaba "presentable" como para andar fuera de mi habitación, tal vez era por eso.
—¿Novio?
Mi mamá le golpeó el brazo en modo de reclamo.
—Sí, acaba de llegar —sonreí.
Mi papá no sabía cómo enfrentar dicha situación, así que mi mamá tuvo que tomar la iniciativa para que el momento no se volviera incómodo.
—Bienvenido —dijo sonriente al caminar hasta nosotros.
Como con todas las personas, lo saludó de dos besos.
—Vaya, qué apuesto muchacho, aunque... un poco mojado —dijo al frotar los dedos después de tomarlo por los hombros.
Vincent como respuesta natural se apenó. No era la mejor presentación, pero era lo que se podía ofrecer por el momento. Mi padre, sin acercarse, aún insistía en silencio para atender a las visitas. La primera que lo captó fue mi madre, así que se encargó de todo.
—Querido, ¿por qué no regresas a la sala? En un momento estaremos ahí.
Sin encontrar otra opción se fue.
—Amber, esta es... una inesperada sorpresa. Hubiera sido mejor darla en otro momento.
—La sorpresa fue para mi. Él...
—Estoy segura de que tienes mucho que contarnos, —me interrumpió de la manera más amable que encontró—tu padre y yo te escucharemoscon atención, solo... ¿podríamos posponer dicha charla un rato? Hay gente que quiere hablar contigo y no es correcto hacerlos esperar.
Por extraño que parezca, no reaccioné de forma negativa a su petición. Aunque deseaba que me dieran preferencia entendía sus motivos.
—Puedes esperar en alguna habitación si lo prefieres —se dirigió a Vincent—. Tan pronto termine la reunión...
—¡Lo llevaré a mi habitación!
Lo tomé de la mano y avancé como correcaminos.
—Ah, sí... podría ser una opción —titubeó y me alcanzó con la mirada cuando llegué a las escaleras—. Solo, no tardes demasiado, ¿sí?
—¡Sí, mamá!
Gracias a mi velocidad llegamos de inmediato. No tardé en dar brincos de emoción una vez estado dentro y a solas.
—Hay tantas cosas que quiero enseñarte. ¡Aún no puedo creer que estés aquí!
Sonrió y me calmó al apoyar las manos en mis hombros. De no hacerlo me iba a convertir en un fuego pirotécnico.
—Debes ir con tu madre.
—Oh, sí.
Me cambié, peiné y arreglé rápido.
—Voy a terminar con esa reunión lo más pronto posible. Ahí está el baño y... y si tienes hambre o necesitas algo puedes tocar este timbre —expliqué mientras intentaba ponerme mi zapato.
—Estaré bien, —sonrió— tómate el tiempo que necesites.
—De acuerdo.
Abrí la puerta, no lo resistí y corrí a darle otro abrazo. Me lo regresó, pasaron algunos segundos y rio para tocarme la espalda.
—Oh, sí, la reunión.
Volví a la puerta.
—¡No tardo!
Negó amistoso y vio la enorme habitación con curiosidad.
Después de disculparme con las personas en la sala por no presentarme como era debido, la típica charla de todos los días empezó. Admito que contesté a todo con prisa y me comporté muy ansiosa. No me era posible contener mi emoción, no pueden culparme por eso. Deseaba volver con Vincent lo más pronto posible.
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comedia romantica juvenil, problemas de familia, enamorada del mejor amigo de la infancia
Editado: 30.05.2023