Una voz hermosa

2. Nuevo vecino

Mi hermana había decidido conseguir un trabajo de niñera. Ahora que no estábamos cerca de mis padres podía tener la libertad de ganar dinero por su cuenta y disfrutar de lo que más le gusta hacer. Vincent y yo ya no necesitamos de alguien que nos cuide o alimente, por lo tanto, tomó la decisión de trabajar para otras familias. Me siento feliz por ella, pero suele comentarme que a veces no quiere recibir un pago, porque era dinero que realmente no necesitábamos.  


Al irnos de casa, mi padre no nos dejó a nuestra suerte. En esa plática a puerta cerrada, donde yo no estuve presente, le dijo a Darlene que nos iba crear una cuenta bancaria, donde siempre iba haber dinero de sobra para lo que sea que necesitáramos y no hablo de una cifra de cuatro o cinco números. Cuando mi hermana me explicó la situación por la que pasábamos con más detalle, comentó que la cifra era de siete números o a veces ocho.  


Sinceramente creo que es demasiado dinero para dos personas, pero es más que suficiente como para empezar una nueva vida. Al irnos de la mansión sólo llevamos con nosotras lo indispensable, pero con el pasar del tiempo surgieron nuevos gastos y obviamente nuevas necesidades. Después de mucho tiempo de estar en esta casa nos convertimos en una "familia" y los gastos del hogar se repartieron de una forma equitativa. James acabó cediendo ante la presión de mi hermana por darle el pago de la "renta" de ese cuarto, por que sí, ambas dormíamos en un cuarto.  


Admito que estábamos algo apretadas, al crecer, yo fui obteniendo muchas más cosas de las que tenía de niña y junto con las de mi hermana era un completo caos ahí adentro. Claro que eso nunca pasó de las bromas y sorprendentemente nos adaptamos de la mejor manera posible.  


Hoy, cuando me disponía a ir a la cocina para buscar un bocadillo, me topé con James en las escaleras, se veía algo cansado y llevaba una caja en brazos.  


—¿Quieres que te ayude? —pregunté. 
—Oh no, no hace falta —sonrió.  


Ambos bajamos y fuimos a la cocina.  


—Tienes telarañas en la cabeza —reí.  


Suspiró y intentó quitárselas.  


—Creo que al final logré deshacerme de todas ellas —comentó satisfecho. 


Le serví un vaso de agua y se lo extendí. 


—¿Qué limpiabas? 
—La habitación de arriba, a mitad del pasillo —señaló. 
—¿Nueva remodelación? —pregunté al abrir la puerta del refrigerador. 
—No lo sé, eso dependerá de ti —bebió.  


Me detuve en seco y lo miré extrañada.  


—¿De mí? 
—Así es. 
—¿Por qué de mi? Si quieres que te ayude con algo de una vez te digo que no se me da mucho la decoración de interiores.  


Rio y dejó el vaso en la mesa.  


—No va a ser para mí, va a ser para ti. 
—¿Qué? 
—Darlene me ha platicado del caos que viven en su habitación, no creo que sea muy cómodo vivir así. 
—Oh, eso… 
—Ya tienes diecinueve años, deberías tener tu propio espacio.  


Cerré la puerta de refrigerador y apreté las manos al empezar a emocionarme.  


—Supongo que debí haberlo hecho antes, pero por más que buscaba un espacio para arreglar y sacar todo de ahí adentro, siempre se atravesaba algo. 
—No puedes estar hablando en serio —dije al dar brinquitos. 
—Ya lo hablé con tu hermana y está más que de acuerdo con que tengas tu propia habitación. 


Di un grito y corrí a abrazarlo.  


—O-oye, te vas ensuciar de polvo… 
—¡Gracias, gracias, gracias!  

Parecerá algo exagerado de mi parte, sinceramente podría seguir compartiendo la habitación con mi hermana, eso no me molestaba en lo absoluto, pero tener una habitación propia me ilusionó bastante. Quizás más de lo que debería...  


—Tiene un baño también, así que supongo que te sentirás muy cómoda. 
—¿Estás bromeando? ¡Es perfecto!  


Sonrió y me separé de él aún emocionada.  


—Si quieres puedes empezar a "mudarte" ahora, la habitación está lista para usarse. 
—¿De verdad? 
—Hay varias cajas vacías que puedes usar para empacar tus cosas en el garaje. No es una distancia tan larga, pero supongo que así será mucho más cómodo moverse.  


De la impresión hasta se me había olvidado por qué estaba en la cocina, pero no le di importancia. Volví a agradecerle y corrí a buscar dichas cajas. Más tarde, empecé a guardar mis pertenencias, separé todo lo mejor que pude y dejé las cosas de mi hermana acomodadas.  


Creo que me emocioné demasiado cuando decidí llevar la caja más grande primero, era más pesada de lo que pensé. A mitad del pasillo me tambaleé al intentar mantener el equilibrio, tampoco fue buena idea llenar la caja hasta el borde, varias cosas se cayeron mientras yo avanzaba.  


Soplé el mechón que tenía en la cara y bajé la caja para guardar todo de nuevo. Lo último que iba a recoger era una caja pequeñita, pero una mano me la extendió antes de poder tomarla. Levanté la vista y me encontré con Vincent.  


—Oh, hola, —sonreí— gracias. 
¿Qué estás haciendo? 
—Me estoy mudando, verás, James desocupó una habitación y dijo que iba a ser mía—expliqué emocionada.  


Dio un vistazo atrás de mi y vio todas las cajas que ya había preparado.  


Eso explica todo el alboroto. 
—¿No crees que es emocionante? 
Si tú lo dices... ¿necesitas ayuda? 
—Ah, pues supongo que un poco, así podría acabar más rápido.  


Cargó la caja que yo llevaba y comenzó a avanzar. Corrí atrás para llevar una más pequeña y lo alcancé. Abrió la puerta, dejó su carga en el suelo y salió para ir por otra. Solté la mía sobre uno de los muebles y me dispuse a ir por más, pero me detuve cuando mi vista se fue directamente a la puerta de la habitación de Vincent. Me desconecté por unos segundos y reaccioné con un poco de nerviosismo al entender la situación. 




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