No logré dormir como hubiera querido en la noche, puede que haya sido por el exceso de chocolate o porque quería darme una posible taquicardia.
Tenía pequeños flashazos con lo que había sucedido ayer, ¿por qué hice eso?
Juro que mi cabeza se movió sin que yo lo ordenara... ¿estuve a punto de besar a Vincent?
Una vocecita dijo: "Otra vez"
Se me calentó la cara y golpee un par de veces mis mejillas con delicadeza.
—Ya estoy alucinando, hay que cambiar de página, eso es todo. Supongo que... estaba alterada por lo sucedido con los chicos.
Me levanté con la intención de ir a desayunar, me extrañó ver a Vincent en la cocina, ya que en estos últimos días no solía despertar hasta tarde. Tenía un tazón de cereal en frente de él, lo miraba fijo con la cabeza apoyada sobre su mano y le daba lentas vueltas a la cuchara.
—No pudiste dormir, ¿verdad?
Reaccionó un poco alertado. Tan pronto como se calmó negó un poco afligido.
—Bueno, ya somos dos. Creo que me excedí con el chocolate...
Me preparé un cereal y me senté. Insistir en pastillas ya no era una opción, incluso ver el alivio en James al saber que no habíamos recurrido a ellas me hizo saber que era lo mejor.
—Oye, no pude agradecerte ayer por el chocolate.
Giró la vista conmigo.
—Sin querer me hiciste olvidar mi mal humor.
—Tienes razón, esa no era mi intención.
—Y... ¿cuál era?
—También quería agradecerte por tu ayuda en todos estos días.
Reaccioné sorprendida.
—He notado tu insistencia y me ayudaste a dormir una vez... no lo imaginé, ¿verdad?
—No, sí lo hice.
En realidad fueron dos veces, pero bueno.
—Entonces tu hospitalidad también fue real.
—Depende de a qué te refieres por "hospitalidad".
—Me has estado cuidando más de lo normal.
—Ay, claro que no.
Frunció el ceño con una sonrisa.
—No creas que no te vi asomándote a cada rato en la cocina después del incidente con la licuadora.
—Lo dices por eso, solo quería ver si podía ayudarte en algo.
—Estabas revisando que no me hubiera hecho daño.
—¿Y cómo querías que no lo hiciera? Se me salió el corazón con el betabel. Además, el insomnio afecta la capacidad motriz de una persona. ¿Qué tal si te cortabas con un cuchillo? ¿Te imaginas qué pasaría si te lastimas una mano? Lo impotente que sería toda esa situación para ti.
Se recargó por completo en la silla.
—No pienses en escenarios catastróficos, no es bueno preocuparse por algo que no ha pasado, tampoco quiero verte pálida de nuevo.
—Pues... pues tú haces que se me baje la presión con tus escenarios pintorescos.
Dejó salir una pequeña risa y siguió moviendo su cereal con desgano.
—Oye, después de que te ayudé a dormir... ¿te sentiste mejor?
—Un poco, sí.
—Eso lo sé, pero me refiero al momento en específico.
Me miró confundido.
—¿Qué fue lo que te hizo dormir realmente?
Levantó los hombros para darme a entender que no tenía la respuesta. Me llevé la mano a la barbilla pensativa con la vista en el cereal.
—Estaba casi segura de que se trataba de un momento de relajación, pero James dijo que nunca te condicionaron con algo para dormir... aunque estar cerca de ti cuenta como un condicionamiento, ¿no? Digo, no es algo que frecuentaran, ¿y por qué te descontrolaste en un principio? En ese entonces fue por estrés, pero ahora solo fue por un movimiento de horarios brusco. Tiene razón de ser, pero al parecer tu cerebro tiene su propio somnífero natural y lo descubrió desde hace mucho... ¡eso es! Por eso no necesitas pastillas. Solo hay que... ¿Vincent?
Estaba sentado en la misma posición, pero sus ojos estaban cerrados. Me solté a hablar sola y no me di cuenta de su "breve ausencia".
—Oye —toqué su hombro.
Reaccionó sobresaltado, incluso derramó un poco de leche al golpear sin querer el tazón.
—Lo siento, estoy escuchando.
Se levantó y buscó con qué limpiar la superficie.
—Te quedaste dormido mientras te hablaba...
Se quedó quieto por un momento, estaba apenado.
—No era mi intención, de verdad quiero ponerte atención, pero... creo que me relaja escucharte hablar. De la nada siento los párpados pesados y todo se ennegrece. Lo lamento.
Se sentía muy culpable, pero puse una gran sonrisa en el rostro. Sus palabras reforzaron mi teoría.
—¡Ya lo tenemos! —lo tomé de los hombros—. ¡Ese es tu somnífero, acabas de demostrármelo!
—¿Faltarte al respeto quedándome dormido?
—No es una falta de respeto, lo entiendo. Tu cerebro recuerda la falta de sueño y busca el somnífero natural que tus padres te daban, más específicamente tu madre. Y no excluyo a James, él me dijo que nunca pudo lograr lo que hacía tu madre.
A juzgar por su rostro no entendía nada de lo que le decía.
—Antes era tomarte de la mano o cargarte y ahora es... hablarte o acariciar tu cabeza. Aún no entiendo por qué reaccionas conmigo... ¡pero lo importante es que funciona!
—¿Me vas a condicionar?
—Vamos, intentemos de nuevo. Estoy segura de que quieres dormir y ya que encontré el método para ayudarte hay que poner manos a la obra.
Fuimos hasta su habitación y casi lo obligué a acostarse. Me senté dispuesta al lado de su cama, pero al intentar comenzar me di cuenta de mi gran error.
—No se me ocurre nada que decir.
—Eso parece.
—Ah... ¿crees que un cuento sirva?
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un poco de todo, comedia romantica juvenil, enamorada del mejor amigo de la infancia
Editado: 29.04.2022