Cuando volví a recobrar la conciencia, estaba tirado en el mismo lugar donde había caído.
Pero Bendt ya no estaba, no había ni rastro de él.
Miraba mis manos y aún podia sentir como si estuvieran revolviendo su pelo, que siempre era suave y delicado, algo me volvía loco sobre él.
Mi cabeza dolía como el infierno, no sabía si era por el golpe o por la condición física en la que me encontraba pero el dolor era insoportable. Intenté tomar algunos analgésicos pero fue en vano pues nada reducía el dolor que sentía.
Decidí finalmente intentar comer algo después de varios días sin hacerlo, tal vez eso ayudaría a disminuir el dolor. En la cocina encontré una sopa instantánea y un pan que ya estaba un poco fuera de tiempo pero era lo mejor que pude encontrar, preparé la sopa y calenté el pan.
Pero apenas y pude comer, a duras penas era capaz abrir la boca y tragar se me hacia increíblemente difícil. Cada bocado me dolía como si de piedras se tratase, sin haber ingerido ni la mitad de mis alimentos desistí de hacerlo, no tenía caso.
El tiempo para mi pasaba lento, los segundos me parecían horas y las horas me parecían días, nada parecía ayudarme y a este punto ya no sabía si quería ayuda, ¿Alguien podría ayudarme? No, definitivamente no. Nadie podría traerme a Bendt de vuelta, solo había algo que me ayudaba pero también me destruía, quizá eso era algo bueno pues después de todo podría tener lo que yo quería de una misma forma, ver a Bendt y en un tiempo podría volver a estar con él.
Bendt siempre fue un chico lindo, del tipo que parece que no haya una pizca de maldad en él, siempre había sido una luz en la vida de muchas personas, especialmente en la mía. Cuando tuve el problema con mi adicción, él fue el único que se mantuvo a mi lado para apoyarme sin juzgarme, fue él quien se quedó noches a mi lado cuidándome en los peores días donde no sabía si iba a despertar la mañana siguiente o no. Bendt fue la mejor persona que pude haber conocido y el pensar que no hice nada para impedir que se fuera, me comía la cabeza noche y día.
Todos me decían que no fue mi culpa, que no dependía de mi, pero yo no puedo dejar de creer que pude haber hecho algo, que incluso fue mi culpa o yo fui parte de sus razones. Tal vez yo le jodí la vida y por eso el decidió quitársela, ¿Por qué él siempre estuvo para mi pero yo no estuve para él? ¿Por qué no me di cuenta que algo andaba muy mal?
Mi cabello era el que se llevaba las consecuencias de esos pensamientos, pues me arrancaba mechones enteros cada vez que esas preguntas se repetían en mi cabeza, pues era la única forma que encontraba de castigarme por lo que hice, o lo que no hice. Pronto empecé a notar que en algunas partes de mi cabeza ya no había cabello, normalmente lo ignoraba pues sentía que lo merecía.
Pasaron dos días, la ansiedad me comía vivo y mi cuerpo pedía a gritos que lo llenara de drogas otra vez, pero no me sentía bien.
Tomé un gorro, las llaves del auto y una cajetilla de cigarros para dirigirme al cementerio. Hoy visitaría por primera vez su tumba, ni siquiera sabía donde se encontraba pero algo me decía que sería capaz de encontrarla rápidamente.
Conduje por al rededor de 20 minutos hasta llegar al cementerio, cerré el coche y me quedé parado al lado de él un momento. Venir aquí sabiendo que es donde se encuentra mi amado Bendt, hace que se sienta más real que antes y eso me daba mucho miedo, pues dentro de mi aún quedaba la esperanza de que todo fuera una pesadilla de la que pronto despertaría.
Con un cigarro entre los labios, entré al lugar que ahora era el hogar de Bendt. Cerré los ojos y disfruté por un momento del aire chocando contra mi cara, sintiendo la muerte y la soledad pura que había en el.
No me equivoqué al pensar que sería fácil encontrar su tumba. Las flores que la adornaban aún tenían un poco de vida, las remplacé por unas nuevas que había comprado a un par de calles.
Podría sonar ridículo que dijera que su tumba era bonita, pues no son ideas que se relacionen. Pero de alguna manera, lo era. Su mamá había dejado una pequeña figura de un angel, para que velara su tumba, aquella figura se parecía tanto a él que incluso parecía que se hubiera hecho específicamente con ese propósito. Además de que, mi Bendt también era un angel.
Frente a su tumba con las lágrimas saliendo sin cesar de mis ojos y con el cuerpo casi completamente inmóvil. Me invadieron todos los momentos que había pasado a su lado, una rabia inmensa se apoderó de mi cuerpo y se desató.
Empecé a golpear la tierra repitiendo en voz alta:-¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?-gritaba y gritaba como si nadie pudiera oírme.
Algunas personas que pasaban por mi lugar se quedaban mirándome, pero nadie me tomaba demasiada importancia, supongo que entendían el dolor por el que atravesaba y decidían no juzgarme.
Me tire a llorar abrazando la fría piedra, buscando encontrar en esta un cálido abrazo de parte de mi querido Bendt.
Pero no lo encontré.
Dolía más de lo que reconfortaba.
Me quedé observando las flores que había remplazado, la muerte de aquellas flores era el único indicio visible que me demostraba cuanto tiempo había pasado desde que se marchó.
Para mi, el tiempo no pasaba y a la vez pasaba demasiado rápido. No podía asimilar como el resto del mundo seguía girando mientras yo me consumía en el mayor dolor que jamás había experimentado en toda mi vida.
Mi alma se desgarraba a pedazos, se sentía como miles de demonios gritando dentro de mi, rogando salir.
Tomé entre mis manos el marco que contenía una fotografía de Bendt, específicamente era una de hace un par de meses en su cumpleaños.
Vestía un sueter tejido a mano color verde olivo, mi mamá lo había hecho especialmente para él, había pasado varios días tejiendolo y Bendt apreció mucho eso. Podría jurar que durante al menos un mes jamás lo vi sin ese sueter.