Si te digo que lo que siento por ti es mucho más fuerte que lo que siento por mí y tú no te cansas de hacerme daño y alejarme. Tienes que entender que yo te quiero con todo y demonios, tú infierno para mi es lo más placentero que vi. Y si tuviera que bajar al infierno sólo para verte... lo haría por ti, no te culpó por ser quién eres porque para mi eres lo más hermoso que me ha pasado desde que perdí a mis padres, cuando tú me miras mis piernas se convierten automáticamente en gelatina y mis vellos se erizan, tienes que entender que si tuviera que elegir entre estar en tus brazos e ir al cielo no lo pensaría dos veces y fuera a tus brazos, porque son el cielo para mi. Tú no eres un demonio, eres un ángel, un ángel que no dejaron disfrutar y sólo por eso eres un demonio.
—Era él, eso lo puedo asegurar. Amy — le vuelvo a repetir — Sus ojos, esos ojos no los olvidaría.
—Te pongo en duda, sólo estas media paranoica. Ese era otro chico y lo confundiste y aparte su look es muy aesthetic pero más dark que otra cosa — Ruedo los ojos.
—El caso no es su ropa y a mí me gustó. Es muy linda.
—Y veo que él también te gustó, no te culpó. Esta muy lindo es como sacado del mismísimo infierno.
Amy y sus cosas raras. Llevó el lápiz a mi boca y empiezo a morder este, es que estoy completamente segura que es él, sus ojos. Eso es lo que más recuerdo porque es lo único que podía ver en ese momento, todo él da un miedo de muerte pero si te acercas no es tan horrible como parece, su ropa no habla muy bien de él. No le vi ningún tatuaje. Pero el caso es que sólo sentí esa presencia que siempre siento cuando él estuvo cerca, es que es imposible que él sea quien me esté viendo a todo momento. No dudo que los seres humanos somos medio raros pero, ¿Él?, No se veía como un ser humano común y corriente. No sé si debajo de esa vestimenta se escondía un cuerpo de muerte y seguro unos tatuajes. Su mandíbula perfectamente marcada y esos labios tan bien hechos. Sacudo mi cabeza y frunzo mis labios y vuelvo a prestar atención a la profesora.
—Ya, ahora vámonos — Me levanto de mi asiento y sigo a Amy.
Nos detenemos en la puerta de la Universidad y yo pongo mi mochila en uno de los asientos para poder guardar todos mis libros.
—¿Te ayudo? — Miro al lugar de donde proviene la voz y lo veo ahí, viéndome sin parpadear.
Se acerca a mí y guarda todas mis cosas por mí — Tienes muchas cosas — su voz es tan profunda y Dios. No sé como explicarlo — ¿Estás bien?
Carraspeó y asiento — Mmm... Sí, estoy bien — Él sin sonreír asiente — Eres el chico ¿Verdad?
—Que observadora eres. Sí, soy el que te salvó de ser violada — Lo sabía. Lo reconocería, por sus ojos, me da una sonrisa que apenas es notable — Me debes una — Susurra y hace que suspire.
Empieza a caminar lejos de mí hasta que lo pierdo de vista, parpadeo en busca de una respuesta.
—Vaya... — Miro a Amy y trago fuerte — Esa voz — dice.
—Ni que lo digas. Ahora vamos, yo te llevó — Ella suelta un grito y yo me río.
Nos subimos al auto y Arturo lo pone en marcha. Me quedo mirando por la ventana y pienso en todo lo que me ha pasado que aunque no es gran cosa me afecta, ver a ese hombre sin cabeza y que nadie haya visto nada y todo lo otro. Ese chico a lo primero me ignoraba y ahora me habla y me ayuda a guardar las cosas en mi mochila. Es que no entiendo porqué hizo eso, no entiendo el porqué de su actitud, son demasiadas cosas para mi sola, demasiadas cosas que no encajan con absolutamente nada.¿Por qué mi ventana se abrió sola?, ¿Por qué siento que alguien me está mirando a lo lejos?, ¿Por qué sopló una brisa tan fuerte? y la última pero no menos importante ¿Cómo le quito la cabeza a ese hombre? Son demasiadas preguntas y quiero resolverlas todas, para mí es muy importante.
—Señoritas llegamos — La fuerte voz de Arturo me hace despertar de mis pensamientos al igual que a Amy.
—Te veo mañana, Cuídate.
—Tú también — nos despedimos y cuando ella sale del auto Arturo me lleva a mí casa.
En cuanto dejamos atrás la casa de Amy vuelvo a sentir esa presencia de nuevo, mis piernas empiezan a temblar y mi Corazón late con fuerza, mi estómago se vuelve a encoger y tengo unas ganas inmensas de vomitar. La cabeza me vuelve a dar vueltas y tengo esa sensación de que algo malo va a pasar.
—Violet — Dice Arturo e inmediatamente vuelvo a mi estado normal — ¿Está bien?
—Sí, Arturo y gracias.
Me bajo del auto y entró a la casa y no veo a mi tía, no quiero comer nada en esté momento, siento como si el mundo se me estuviera cayendo encima y mi cuerpo pesa más de lo normal. Me acuesto en mi cama y las lágrimas salen de mis ojos como cascadas, los extraño demasiado. En esté momento quisiera un abrazo de esos que me daba mi madre y que tanto me gustaban, ver los ojos de mi hermano cada vez que me despierte porque casi siempre dormía conmigo y me decía que siempre iba a estar ahí, me dijo que nunca me dejaría y lo hizo. Me dejó y eso no se lo voy a perdonar. Extraño los regaños de mi padre, odiaba que yo hiciera algunas cosas. Como llorar, su abrazos, esos abrazos que me robaban hasta el alma y me la abrazaba tan bien que el frío se iba de todo mi cuerpo.
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—¿Tienes miedo, hermanita? — Con un asentimiento de cabeza hago que él se quedé al lado mío — Yo te cuidaré y nunca te dejaré.
—¿Hasta viejita? — él sonríe.
—Hasta viejita, te lo prometo — Me abraza muy fuerte y hace que todos mis miedos se vayan.
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Con mis ojos cerrados con fuerza y las lágrimas brotando de mis ojos me hago una bolita. Esta no es la vida que yo quería, yo no pedí esto.
—¿Por qué lloras? — Abro mis ojos y me espanto en cuanto veo al chico sentado en mi pequeño mueble.
—Pero ¿Cómo...? — Se encoge de hombros — ¿Cómo sabías donde vivía?