Under their wings

9. El sentimiento.

Mis ojos están como dos focos, Amy sigue durmiendo a mi lado y yo no he podido ni dormir bien. Son las siete de la mañana, a esta hora Lucifer era el que me recibía. Dijo que vendría y no apareció por aquí, me siento en la cama y observó a mi alrededor y con un suspiro me levanto de la cama para dirigirme al balcón.

Me detengo en esté y cierro mis ojos para poder sentir la brisa en mi cabello y cara, lo puedo sentir. Aunque él no esté aquí, es como si pudiera tocarlo sin tenerlo frente a mí, es como si lo sintiera y él me abrazara. Siento su mirada en mi espalda, en mis piernas en todo mi cuerpo, lo puedo sentir a él. Aunque nunca me haya tocado... Lo siento, muerdo mi labio inferior y abro mis ojos. La luz del día no es tan potente y el sol no entra a mi balcón, el día está neutral.

—No es nada divertido estar viendo a la nada — vuelvo mi cabeza hacia la izquierda encontrándome con Lucifer — Soy producto de tu imaginación, en realidad no estoy aquí.

Intento tocarlo pero es como un holograma. Él sonríe y me saca la lengua, sonrío.

—No me lo creo — Suelto. He visto de todo que ya no me sorprendo.

—Tranquila... Yo tampoco me lo creo, sentí que me llamabas, ¿para qué?

—No sé, yo no te llamé.

—No sólo se llama con la boca, también se puede llamar con el corazón y el tuyo me suplicaba que viniera.

Aunque sé que no es el verdadero Lucifer sino que es como una sombra de él me hace bien tenerlo aquí, conmigo. Sus labios se abren sutilmente y sus ojos son tan cálidos y transmiten paz, lo oscuro de sus ojos, su piel tan pálida y su cabello tan oscuro, levanta su mano y pasa sus dedos por mi mejillas haciendo que cierre los ojos muy despacio y me pierda en su tacto. ¿Por qué él si me puede tocar?, Abro mis ojos y su mano de retira de mi mejilla haciendo que todo el caliente que había acumulado mi cuerpo se dispersara.

—Eres un ángel y yo soy un demonio — Dice con voz fría.

—No todos los demonios son un infierno, ni todos los Ángeles son un cielo — sonríe enseñando sus dientes.

—Que poeta.

—Gracias, lo aprendí con el tiempo. Es muy bueno y cura algunas heridas.

Con una sonrisa amargada dice: — el tiempo no cura ni una puta mierda, nos curamos nosotros mismos a base de voluntad. No es muy poético como lo tuyo, pero es la verdad.

Suspiro tratando de buscar las palabras correctas — El tiempo si cura, lo que pasa que algunos nos movemos más rápido que él y tratamos de hacer las cosas por nuestra cuenta y uno mismo termina rompiéndose.

—Quizás, me tengo que ir. 

—¿cuándo vendrá Tú yo verdadero? — suelta una carcajada y se encoge de hombros.

—Espera, sólo quería saber si estabas bien y ya veo que sí. Es muy temprano, vete a descansar un poco más — y de un momento a otro desaparece dejándome sola nuevamente.

Muerdo mi mejilla por dentro y entro a mi habitación cerrando la ventana que da al balcón. Agarro mi bata de baño y entro a esté. Quitó mi ropa y abro llave de la ducha, dejo que el agua caiga por mi cuerpo, agarro el shampoo y echo un poco en la Palma de mi mano para luego frotar este entre mis dos Palmas y empezar a masajear mi cabello, cierro mis ojos cuando pongo mi cabello bajo el agua y dejó que el agua retire todo el shampoo de mi cabeza. Agarro el jabón y lo paso por todo mi cuerpo, retiro la espuma y agarro mi toalla para poder secar mi cuerpo, me dirijo al lavamanos y me cepillo los dientes. Salgo del baño para dirigirme a mi closet, me pongo mis bragas y mi corpiño. Me pongo unos vaqueros cortos y una sudadera, hace un poco de frío y cada vez que eso pasa y los climas empiezan a cambiar me da gripe.

Fijó mi mirada en la cama y veo a Amy todavía durmiendo, duerme muchísimo. Me siento la cama y aprovecho para peinar mi cabello. Escucho la puerta abrirse y mi tía aparece por está.

—Sólo quería saber como estaban. Volveré más temprano hoy, tengan cuidado — asiento.

Sale dejándome otra vez en un silencio sepulcral, miro el cepillo del cabello en mi mano y sonrío.

—No entiendo porqué te molesta lo que paso. Sólo le dije que seguías durmiendo — lo miro por el espejo de manera acusadora y él se encoge de hombros.

—Conociéndote sé que le dijiste alguna de tus estúpidas cosas — abre la boca ofendido.

—No son estupideces, quizás le dije que te cansaste mucho pero... — Me doy la vuelta y le tiro el cepillo.

—Si te agarró te juró que te voy a matar — Le apuntó con el dedo en forma de amenaza.

—No me puedes matar, lo dice en la regla treinta y cinco del infierno... Un humano no puede matar a un demonio bien clarito lo dice — Ruedo los ojos y le tiro otro cepillo — te levantaste muy agresiva, ¡Diablos!

—Agresivo te van a quedar los huevos si sigues jodiendo conmigo.

No sé de dónde saqué lo último pero en ese momento estaba muy enojada  con él y no podía pensar con claridad, como dicen por ahí; tenía la cabeza caliente. Aunque puedo recordar perfectamente su sonrisa mientras hacíamos todo eso, las horas con él se pasaban como si fueran segundos, sé que por más insoportable que fuera no iba a dejarme por más que yo le dijera que me dejará. Me dijo que no quería irse y yo sé que no lo hará. Tengo miedo de lo que produce cuando él está conmigo y cuando no lo tengo a mi lado. Lucifer me hace bien, me hace ver el mundo de una manera divertida y eso me gusta.

Pongo mi cabeza en la almohada y sonrío contra está, oigo toques en la puerta y me levanto muy rápido pero sin hacer ningún ruido, Abro esta y visualizo a Arturo con una sonrisa y un ropa diferente a la que suele usar. Unos vaqueros azules, unos Converse azules y una camiseta blanca.

—Quería saber si quieres estar un rato conmigo... Afuera — Asiento y salgo dándole un último vistazo a Amy.

Con una pequeña sonrisa de parte de Arturo bajamos hasta detenernos donde está el auto.

—¿Cómo te encuentras? — Pregunta.

—Bien, mejor de lo que debería ¿Y tú? 



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En el texto hay: demonios romance dolor y miedo

Editado: 29.08.2020

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