Sí, estoy viviendo con Haniel. Después de lo que pasó mi tía me pidió una explicación y se la di, nada del otro mundo. A lo primero se negaba a que él se quedará aquí después de lo que me hizo pero yo le pedí que lo dejará estar, él iba a cooperar con todo y bueno al fin y al cabo sé que no tiene donde dormir. A veces nos cruzamos y me toca soportar eso, trata de hacerme reír pero como reirme con él, como estar en la misma casa que él y hacer como que no siento absolutamente nada cuando por dentro me estoy muriendo, a veces desaparece pero no por largas horas, Arturo siempre ha estado para distraerme y Haniel lo único que hace es tirarle indirectas demasiado directas. Eso para mi tía no ha pasado por alto y a veces simplemente veo su rostro y sé que está un poco incómoda, no le molesta tener a Haniel aquí, pero lo que le molestó fue lo que hizo conmigo, aunque en parte yo tuve la mayor parte de la culpa, a nadie se le ocurre enamorarse de un chico que desde un momento le dijo que no le gustaba nadie. Lo dijo demasiadas veces. Cuando él no se encuentra aprovechó para entrar a su habitación, es grande, no más que la mía pero lo es. Una estantería llena de libros, una gran ventana, un baño propio, una cama muy cómoda, una televisión, un closet y eso para él está más que bien. Con el pasó del tiempo le ha dado su toque, su increíble aroma se a quedado impregnado en la habitación y cuando me acerco a la ropa su aroma inunda mis fosas nasales. Cuando salgo de esa habitación intento quitarme esos pensamientos que me vienen, esos malos pensamientos. Su forma de tratarme sigue siendo igual, sólo que quitemos que a cada rato de besaba la mejilla o venía a mi habitación. Mi tía terminó buscando a alguien para que cocinará que con el paso del tiempo y eso que sólo ha pasado una semana me llevó muy bien con esa persona, sigo recibiendo cartas sólo que ahora no tantas como antes, Haniel no lo sabe y ahora menos se lo pienso decir.
De verdad trató de cada día llevarme bien con él pero es que me la pone muy difícil, dice comentarios que no vienen al casó, luego me trata mal, y después bien. Es que está confirmado: Es bipolar.
—¿Tienes hambre? — Me pregunta él, está sentado frente a mi en uno de los taburetes de la cocina. Niego ante su pregunta — Nunca tienes hambre, comer es muy importante.
—Callarse también es muy importante — Replico.
Abre los ojos como platos — Estas muy mala onda, ¿Dormiste mal?
—¿Con que te diga qué me molesta tu presencia es suficiente?
—No... Pero puedes decirme que no te hable ¿No?
—Es lo que he hecho, pero tu no entiendes las indirectas que son muy directas — Respondo.
Cuando me iba a responder entra Arturo a la cocina sentándose a mi lado con una enorme sonrisa. La mira de Haniel se vuelve oscura y suspira profundo, siempre hace eso cuando ve a Arturo, no duda en tirarle indirectas y decirlo cosas, cambia su voz hasta su mirada y empieza a tratarme mal a mi tanto como a él.
—Ya llegó el payaso... — rezonga haciendo que le lancé cuchillos con la mirada.
La molestia de Arturo era patente y no me extrañaba que no se quedará callado: — Creo que tú eres él menos indicado para hablar de payasos ¿No crees, Haniel?
Haniel se ríe entre dientes y arquea una ceja, se queda callado y le agradezco, no quiero que empiecen a pelear. Arturo me vuelve a sonreír e ignora por completo al chico que tenemos frente a nosotros.
—Tengo que ir con mi familia, vamos a ir de campamento — me informa y prosigue — Quisiera que vinieras con nosotros, le he hablado a mi familia de ti y quieren conocerte.
Abro la boca en una <<O>> y trago saliva — Esto es... Vaya... Siento que es demasiado rápido, sé que quieres presentarme a tu familia, pero...
—Es que es como amiga, quiero que los conozcas como mi amiga — suspiro, miro a Haniel que está con la mirada puesta en mí — Si no quieres...
—Sí, sí quiero ir — digo mirando a Haniel, Arturo sonríe de oreja a oreja mientras Haniel asiente despacio. En sus ojos hay tristeza y ni siquiera sé el porqué. Juega con la manzana mientras baja la mirada.
—Espero que lo pases bien — Dice él y se levanta de donde está para salir de la cocina. Muerdo mi labio inferior y me trago el nudo que se estaba formando en mi garganta.
—La cena es esta noche y el campamento es mañana en la mañana, lleva mucha ropa. Te la vas a pasar increíble — Sale dejándome sola en la cocina.
Cuando veo que no hay nadie en la cocina me echo a llorar, las lágrimas se adueñan de mi rostro, no entiendo por qué me molesta verlo así pero me alegra al mismo tiempo. Es una sensación que no se la deseó a nadie, el pecho se te oprime y sientes como el corazón te empieza a latir más despacio, tratas de que no te duela pero más trata más te duele, dicen que el tiempo cura las heridas pero por primera vez estoy de acuerdo con Haniel; el tiempo no cura ni una puta mierda.
Me limpió las lágrimas y trato de verme lo más fresca posible, salgo de la cocina y subo las escaleras para empezar a empacar. Entro a mi habitación y empiezo a poner ropa sobre la cama, sacó una maleta y empiezo a acomodar toda mi ropa en esta, escucho la puerta y mi mirada lleva a esta para ver a Haniel entrando, sigo empacando toda mi ropa mientras Haniel se pone a mi lado, simplemente a ver, pasa unos cinco minutos y sigo empacando para que todo quedé muy bien arreglado.
—¿Por qué me mirabas a los ojos cuando le dijiste que ibas? — Le hago la del perro sordo y sigo con mi trabajo — Te pregunté algo, responde.
—No sé de lo que hablas, déjame seguir y vete — Murmuró pero eso para él no es nada porque me cierra la maleta de golpe haciendo que saqué mis manos rápidamente — ¿¡Qué diablos te pasa!? — Le gritó.
—Eso mismo te preguntó yo a ti, no me respondes y cuando lo haces es de mala gana. Vivimos juntos — espeta.
—Eso lo sé, no me lo tienes que decir. Tengo dos malditos ojos bien estables — Abro la maleta para seguir pero él la vuelve a cerrar — Déjame en paz.