Underclass Hero

Capítulo VI

This is my idea of fun”

Mi alarma sonó a eso de las seis, y en lugar de haber despertado en mi cama, estaba en el escritorio. Me había quedado estudiando los textos que el señor Louis nos había pedido. ¿Lo peor de todo? No haber querido irme a dormir a la cama cuando ya sabía que caería muerta. Lo que me esperaba, era un horrible dolor de espalda y, posiblemente, un resfriado.

No servía de nada quejarme por aquello, así que solo me puse de pie y me encaminé hasta el baño para tomar mi ducha matutina. Le pediría a mi mamá un antiinflamatorio.

★★★

Ya había llegado a la universidad, y sentía que iba a devolver el desayuno. Maldición, en verdad tenía esa molesta sensación ácida en la garganta... ¡No la bilis! ¡No la bilis! Aún ni siquiera cruzaba el portón de entrada, y ya estaba peleando con mi mala coordinación para sacar mi botella con agua de mi mochila. Si quería deshacerme de esa molesta sensación de acidez, no se me ocurría nada mejor que beber un poco de agua.

—Ya no voy a tomar café —dije en voz alta, como si lo dijera de verdad.

Limpié la comisura de mis labios, con la manga de mi sweater rojo, saludé al señor Charles y entré a la universidad. 
Me sentí tan estúpida al no poder guardar la botella en la mochila como veía que hacía el resto de la gente. Ahora entendía por qué mi mamá me llamaba por esos vocativos despectivos, relacionados a mi estupidez natural. No es que sea mala en los estudios, es que mi torpeza sobrepasa mis propios límites.

¡No puedo evitarlo!

—Buenos días —saludé a Cait y a Flora, que ya estaban en el salón, sentadas en la segunda fila, yo pasé para sentarme tras ellas—, ¿qué tal?

Ambas me miraron extrañadas, y luego sonrieron.

—¿Y a ti qué te pasó? ¿Por qué estás de tan buen humor? —preguntó Cait.

—Simplemente me propuse tener un buen día, por lo que debo disfrutar todo lo que me ofrezca el día, asquerosa mundana.

Me acomodé en mi asiento y me recosté. Escuché un poco de su conversación, que estaba centrada en lo que habían entendido de los textos para la clase. Yo solo bufé, ya ni recordaba nada de lo que había leído.

Sentí que alguien se sentó a mi lado, y por solo aquel aroma a perfume de Carolina Herrera —ese el cual no me podría comprar porque son muy inaccesibles para mi bolsillo familiar— supe que se trataba de Rosetta.

La clase empezó antes de que me diera cuenta, y aunque pasé gran parte de la clase recostada en la mesa, como consecuencia del mal dormir, pude comprender exhaustivamente los análisis que hacía el señor Louis. En mi mente somnolienta, fui la mejor de la clase, ya que pensaba las respuestas acerca de los movimientos medievales que surgían en la cultura española de la época. En parte por el texto de estudio y en parte por mi ascendencia española, ya que era algo de lo que mi abuela más hablaba cuando la visitaba.

De no ser porque Rosetta me sacudió un poco, hubiese seguido recostada en el pupitre. Guardé mis cosas y salí junto a las chicas, evitando bostezar hasta que estuve al aire libre. Es mucho mejor bostezar con aire fresco a ese aire pesado que se produce con tanta humanidad en un lugar un poco más cerrado.

—Hoy tomaste más apuntes de lo normal —me comentó Rosetta—. De hecho, copié varios de ellos.

—Mhmm —me acomodé en su brazo, hasta que sentí que alguien se acomodaba en el mío.

—Tus brazos son muy cómodos.

Tuve que dejar el brazo de Rosetta para ver —o intentar ver— la cabeza de Mandy, de lo más cómoda en mi brazo izquierdo.

—¿Disculpa?

Las tres nos pusimos de pie, ya que estábamos sentadas en las escaleras fuera de la facultad, y casi instintivamente, nos fuimos a la cafetería, donde habían ido las otras chicas. Creo que a las tres nos bajó unas ganas de disfrutar de un té o un café antes de la próxima clase del día.

Angeline estaba a un lado de la cafetería, frotando sus manos y metiéndolas dentro de los bolsillos de su jersey azul marino. Nos vio y nos sonrió, alzando un poco sus hombros, por lo que parecía que pegaba un poco más su barbilla a su cuerpo, como si fuera una mueca divertida.

—Así que vinieron —nos dijo—. Está vacío, compren rápido, antes de que den las nueve y media y salgan todos de clases.

Claro, habíamos salido unos veinte minutos antes, no me había percatado de eso. Mandy se quedó con Angeline, mientras que con Rosetta hicimos la fila. Estaba vacío, en serio, solo estaban Flora y Cait, echándole azúcar y endulzante respectivamente, a sus bebidas calientes. Yo pedí un café, muy cargado, para poder mantenerme algo despierta. De comer no compré nada, porque estaba segura de que mi madre se había encargado de echarme algún paquete de galletas. Esa cantidad de azúcar me despertaría... O eso es lo que espero.




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