Unico en su Clase

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Creo que mi pobre cerebro no pudo con tanta información de golpe y tan difícil de asimilar. Puso un párate y dijo “Hasta acá llegué”

Sentí como de repente se me cerraban los oídos, los sonidos me llegaban como a través de un tubo, y la vista se me puso borrosa. En mi cabeza sentía como si estuviera en una montaña rusa.

Por favor no te desmayes, no te desmayes, no te desmayes.

Fueron unos segundos en los que no entendí nada. 

Intento centrar toda mi atención en él. Momento, me está hablando. Lo escucho demasiado lejos como para entender lo que me dice. Me esfuerzo para poner más atención. 

¿Me está zarandeando?

-Ey, Ey.

Sí, me está zarandeando. Ay, se ve tan lindo con ese gesto de preocupación… No, concéntrate, este no es el momento.

-Estoy bien… estoy bien.

A la tercera vez de fracasar miserablemente para incorporarme, decidí, por el bien de la poca dignidad que me quedaba, solo permanecer como estaba. 

A decir verdad, tampoco estaba tan mal. Él me había agarrado en el aire y me apretó contra su pecho. Sentía su corazón latiendo contra mi mejilla.

Ay, qué cómoda estoy… podría acurrucarme un poquito y desc…

- ¿Estás mejor?

Demonios, cierto que el resto de él estaba ahí también.

-Sí, ya me siento un poco mejor. Creo que fue la impresión. Quizás fue demasiado para una sola noche.

En ese instante recordé todo lo que había pasado y de lo que me había enterado esa noche. Se me revolvió el estómago otra vez.

-No creo que estés mejor, estás muy pálida. Y eso que normalmente ya sos bastante blanca.

Ah, encima quiere hacer chistes. 6 puntos por el intento. Aunque, por poner esa cara de preocupación que se ve tan deliciosa, mejor le pongo un 10.

Si se sigue viendo así, no voy a poder tener una conversación coherente con él.

-En serio estoy bien, solo se me revolvió un poco el estómago… otra vez.

-Definitivamente fue suficiente por esta noche. ¿Vamos a casa?

Bueno, sinceramente pensé que después de lo ocurrido pasaría algún tiempo hasta que vuelva a ir a su casa, indudablemente él tenía otros planes. Y quién soy yo para contradecir.

-Sí.

-Quédate tranquila, no hay nadie.

Él llamó desde su teléfono para que fuera un auto a buscarnos, ya que decía que yo estaba demasiado débil para poder caminar. Durante todo el viaje él me fue abrazando y yo iba con la cabeza apoyada en su pecho. Ojalá el viaje hubiera sido más largo.

En cuanto llegamos a su casa ni siquiera nos detuvimos a prender las luces, ya nos habíamos olvidado de todos los problemas.

Lo malo de vernos solo una vez a la semana es que el resto de los días nos extrañamos enormemente. Entonces cuando nos vemos, no nos alcanza, no nos alcanzan los besos, las caricias, el tiempo. 

Desearía que cada encuentro fuera eterno.

En cuanto entramos en su habitación se acostó en su cama con el brazo tapándose los ojos de la luz, parecía que recién había llegado de trabaja todo el día en el campo. Así de cansado y agobiado.

Él solo tenía una cama individual, así que yo no tenía muchas opciones.

Me trepé encima de él y le besé la frente.

- ¿Qué pasa?

Solo bajo el brazo lo suficiente como para verle los ojos. Preocupación, otra vez ¬¬.

-Mañana vas a conocer a mi familia. Prepárate.

Comencé a escuchar un pitido en mis oídos. Con este tipo de noticias sorpresa iba a conseguir que me dé un derrame cerebral.

Parpadee un par de veces a la vez que intentaba respirar tranquila para que bajen un poco mis pulsaciones porque también podía explotarme el corazón.

Me erguí, aun sentada sobre él. Ahora estaba preocupada yo también. Más bien estaba al borde de un ataque de pánico.

Se sentó para poder abrazarme y me beso el cuello.

-No te preocupes, todo saldrá bien. 

Hablo como si le pesara la lengua, como si estuviera ebrio.

Ppff ¿cómo voy a estar preocupada? Solo estoy en una casa donde 3 de los 4 integrantes vive a base de algún componente del organismo humano. Tranquis. Ahora que lo pienso…

- ¿Y tu madre? Ya sé, es Frankenstein. Jajajajaja.

Malísimo mi chiste. Lo peor fue que, para decir eso, lo agarre del rostro y lo despegue de mi cuello. Luego me di cuenta de que él estaba bastante entretenido ahí mientras yo desvariaba en mis pensamientos.

Voy a tener que empezar a ponerle más atención, me estoy perdiendo cosas maravillosas por despistada.

-No, mi madre no presenta efectos secundarios. Ella es tan humana como vos. No sabemos por qué. Se acabó la charla.

Me abrazo fuerte la cintura y me beso con muchas ganas. Cuando sus labios tocan los míos, siento como mi cerebro es bombardeado de millones de descargas eléctricas. 

El calor comienza a subir junto con sus manos y la ropa comienza a ser un estorbo.

Le devolví el beso con la misma intensidad.

Santo cielo, lo necesito, lo extraño demasiado, necesito desesperadamente su piel.

Con una mano lo agarré del pelo y la otra la metí debajo de su camiseta. Siento el calor que irradia su cuerpo con las yemas de mis dedos, también me extraña. 

Me dedico a pasear mi mano por todo ese escultural abdomen para luego subir a los pectorales. Cada músculo, firme y tonificado, hace que se me llene la boca de saliva.

Él a su vez metió una mano por debajo de mi blusa y acaricio mi espalda.

-Tu piel es tan suave.

Sonó como el gruñido de un oso. Extremadamente sexi.

Ya no aguanto más.

De un movimiento rápido le saqué la camiseta y pude ver con mis ojos lo que estaba viendo en mi mente hace unos segundos. Tuve que tragar saliva a conciencia porque se me acumulaba en la boca.

No sé con qué cara lo estaría mirando, si fuera por mí me lo comía con los ojos, pero él me miro unos segundos y se mordió el labio. Creo que me va a dar un infarto, pero no en el corazón precisamente.




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