-Sam… Sam… Sam…
¿Quién me llama tan temprano?
Abro un ojito para espiar, a ver quién me necesita con tanta urgencia como para cortarme un sueño tan reparador. Me encuentro con la mirada más hermosa del mundo.
Aj, hasta recién despierta ya empalago.
Vuelvo a cerrar el ojo, con la ilusión de que no me haya visto.
-A no, pequeña vaga. Es hora de levantarse.
Me tapo la cabeza con la sabana.
-No quiero… solo un ratito más… no seas malo.
-Mi familia llegara en una hora.
Demonios. Automáticamente salte de la cama, como si hubiera tenido un resorte.
- ¿¡Porque no me llamaste antes!? -Me senté en la cama y comencé a buscar desesperada mi ropa (noté tarde que él ya la había acomodado a los pies de la cama). Una hora no es suficiente, tengo que peinarme y maquillarme un poco. A ver si logro hacer algo con esta cara de… zombi. Que irónico.
Siento que me agarra de los hombros para que me quede quieta un segundo y lo mire a la cara. Coloca sus manos en mis mejillas.
-Mírame.
Automáticamente alzo la mirada. Conmigo también experimentaron, y también tengo secuelas del pasado, aunque de otro modo.
-Cálmate un poco, todavía hay tiempo. Vestirte tranquila. Yo voy a la cocina a preparar algo para desayunar.
Me beso la frente y se dio media vuelta para salir. Lo observé irse, solo estaba en ropa interior. Es perfecto.
…
Mierda, pierdo mi tiempo.
Me metí al baño, me higienicé y me vestí. Arregle mi cabello, un poco, tampoco había mucho que pudiera hacer. Lave mi cara, mis dientes y me maquille un poquito.
Cuando salí él ya estaba vestido y peinado, sentado en el comedor, de espaldas a donde yo estaba, con dos tazas, esperándome.
¡Ay Dios como lo amo!
Camine suavemente detrás de él y le acaricie un hombro. Levanto la cabeza y me miro.
-Estás preciosa.
Aunque me derrite con sus palabras, no me saca la presión que siento en el pecho.
-Y muy nerviosa también…
-Quédate tranquila, no hay nada que temer.
Acariciaba mi mano suavemente y me miraba con ojos de borrego, quiero creer que no es lastima lo que veo en esos ojos.
Como vio que eso no surtía el efecto deseado, me abrazo. Rompió todas mis barreras. Dentro de ese nido cálido, suave y lleno de amor que el crea para mí, esas palabras se vuelven realidad, no hay nada de que sentir temor. Ya no pueden lastimarme nunca más.
Estuvimos unos buenos minutos, fundidos y disfrutando de un silencio agradable. Luego me beso la frente y me dejo sentarme a disfrutar de mi desayuno. Aunque la paz duro demasiado poco para mi gusto.
De pronto dijo bajito “Ya llegaron”, pero lo dijo tan bajo y entre dientes que no logre entender de primera que había dicho. Lo comprendí unos segundos después cuando escuché un motor apagarse al costado de la casa.
Traidor.
Me agarró demasiado desprevenida, entre en pánico. Se sintió como si en ese momento mi corazón hubiera decidido que el estrés al que lo estaba sometiendo ya había sido suficiente y renunciaba a seguir trabajando conmigo, si me descuidaba se iba a ir corriendo.
Nos paramos de la mesa para recibirlos, el me tomo de la mano con firmeza y me guiño un ojo. Yo le sonreí como pude e instintivamente me refugié detrás de su brazo con el que me sostenía la mano.
-Hermano, atájale el corazón que se le va a salir del pecho. Lo puedo escuchar desde dentro de la camioneta.
Lo primero que entro por la puerta fue un sombrero de playa negro, con el ala enorme, luego un bolso también enorme. Una vez dentro levanto la cabeza. No lo podía creer.
Era el rostro de mi zombi, pero en mujer. Es un poco más pequeña, tanto de cuerpo como de edad, a me llega por el hombro más o menos. Ambos tienen el mismo color de piel, aunque el de ella es como apagado, un poco grisáceo. En contraste con eso, sus ojos son muy brillantes, como los de un gato.
Cuando me vio junto a su hermano, de repente desapareció y apareció en frente nuestro (luego entendería que en realidad no desapareció, solo se movió muy rápido). Tuve que soltarme de mi agarre de seguridad, porque ella se lanzó al cuello de su hermano, para saludarlo, y en el proceso casi me golpea. Sin querer… quiero creer.
Mi zombi parecía un poco incomodo, no correspondió al abrazo, solo la tomó de los brazos y se soltó.
Ella se apartó y me miro, de abajo hacia arriba, evaluándome. Me sentí desnuda de repente, como si pudiera ver hasta mi último secreto. Me sentí expuesta y juzgada. Inconscientemente di un paso hacia atrás, pero ya tenía una mano protectora que me atajo de la espalda y me mantuvo en mi lugar.
-Hola. -El “Hola” más seco que eh escuchado en mi vida.
-Hola. -Como pude correspondí. Estaba tan nerviosa que tenía la voz apagada y la garganta seca.
-Ay Pri, saluda bien. ¿No ves que ya está demasiado nerviosa? -La siguiente en entrar fue la madre. Se notaba a simple vista que ella no padecía ninguna “condición”, como él le dice. Tiene la piel muy parecida a la mía, solo que notoriamente más tostada y el cabello del color de la sangre.
Ella solo cargaba una cartera que enseguida dejo en una de las sillas.
Se acerco a su hijo con los brazos extendidos y entonces sí, mi protector de aparto de mí unos centímetros para recibir el abrazo de su madre. En cuanto el apoyo su cabeza en el hombro de ella, cerro los ojos y suspiro. Ella le acariciaba el cabello y la espalda, a la vez que le decía algo muy bajito al oído.
Entonces entendí que toda la situación, desde la charla de la noche anterior, en realidad lo habían estresado mucho a él también, y estaba buscando un poco de paz en el único refugio que es eterno, los brazos de la madre.
Estuvieron así un minuto. En cuanto se separaron ella beso su frente y se volteó a mirarme.
-Hola, un gusto conocerte, mi nombre es Nory.
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Editado: 25.10.2023