Unicorniocienta

Más ébrias que damas

Miraba por todos lados para ver si los podía hallar, casi estaba rezando para poder encontrarlos ya que no tenía el número de teléfono de ninguno, aunque ni teléfono tenía, y su última opción era ir al palacio (cosa que no le agradaba para nada por el simple hecho de encontrarse con los padres de aquella chica).  Mirando hacia una esquina a oscuras los encontró, André le abría la puerta de su auto a Katia la cual no se le veía el rostro, sólo su pelo rubio ondulado cubriéndole la parte del perfil de su rostro. Sin pensarlo dos veces corrió hacia ambos los cuales se detuvieron al verla venir.

—Ya tengo la solución. —avisó exhausta—. Ahora vamos al bar, creo que me añugé con el pedazo de pizza. —añadió con las manos en su garganta.

André la miró sorprendido, mientras que Katia se le iluminó la mirada formandosele una pequeña sonrisa ladeada.

TRES UNICORNIOS MAS TARDE...

—¿En serio?, ¿un festival? —preguntó como si fuese lo más estúpido que había escuchado en toda su vida.

—Sí. —afirmó con una confusa sonrisa.

—¡Estamos jodidos! —exclamó, esta vez tirando su rostro hacia la mesa quejándose mientras lloriqueaba.

—Unicorniocienta. —llamó André muy bajo para que esta echara su silla hacia su lado—. Ellos no tienen nada, ¿cómo harán eso?, además, ¿quienes cooperarían con el dinero?

Ella quiso creer que no había escuchado eso, pero la verdad era que sí. Rodó los ojos poniendo su mano en su frente mientras mientras se echaba un largo suspiro.

—¿Es relajo? Dime que es relajo. —pidió pero este arrugó su frente en modo de no saber de que le hablaba—. ¿Y  lo dices tú? Un príncipe. Tienes todas las posibilidades de ayudarla, aunque esa ley lo prohíba ahí no dice que un príncipe no pueda ser de ayuda. La verdad no sé qué haría yo porque el dinero que tenía guardado me lo gasté en el salón, sólo me queda unos trecientos... Creo. —dijo tratando de recordar cuanto había dejado—. Pero si es por atraer gente sólo haces carteles llamativos y tú junto con Katia los cuelgan en sus redes sociales para que atraigan a toda esa gente disque fisna, no es tan difícil. Lo único que nos faltaría serían unos dos cantantes o algo así.

Quedó impresionado por aquellas buenas ideas en tan poco tiempo reconociendo que esta tenía razón. Al pasó del rato tranquilizaron a Katia y se lo contaron todo la cual le gustaron las ideas y aportó más ideas a aquel plan. De la alegría Katia propuso unas copas. Esa chica era un ejemplo de bipolaridad envidiable. Luego de que duraron media hora para convencer a André de beber con ellas lo lograron entonces fue allí cuando empezó su noche.

TRES UNICORNIOS MAS TARDE...

—¿Verdad o reto? —preguntó tratando de mantener los ojos abiertos.

—Te reto... Te reto... A ir a donde ese hombre y.... Y decirle que... ¡Que por él te volverías lesbiana! —la retó riéndose como chiva—... Y que es tan feo que Freddy Krueger tiene pesadillas con él.

Unicorniocienta no lo pensó dos veces, aunque en ese momento no sabia ni por qué estaba allí, sólo se divertía a su modo con las copas en su cabeza. Tambaleándose llegó a la mesa de aquel hombre solitario; era muy alto, gordo, con un tatuaje de una mujer medio desnuda en su brazo derecho y una apariencia que no mostraba ser buena gente. Ella se paró a su lado donde él la pudiera ver entonces echó su pelo hacia atrás con ambas manos queriéndose ver sensualona, pero lo único que logró fue verse como si tuviera arañas en los hombros y las tratara de espantar.

—Hola... —llamó su atención tratando de poner una sonrisa provocativa y sus manos en su cintura, en cambio parecía la sonrisa de un perro borracho y con diarrea.

El hombre no dijo nada, sólo un seco "no necesito tus servicios" ella no entendió aquello, así que con su sonrisa y pose de perro borracho y con diarrea fue al punto de lo que le dijo Katia:

—Por ti me volvería lesbiana. —dijo sin más.

—Lárgate. Zorra barata. —ordenó mientras daba sorbo a su botella de cerveza.

Ella abrió la boca para decirle que no era ningún animal, pero luego tambaleándose con su pose de perro en proceso de diarrea le contestó.

—No me iré hasta hacerte saber que eres tan feo que Freddy Krueger tiene pesadillas contigo. —dijo con una risa de niñita haciendo bromas.

El hombre dejó la cerveza en la mesa con un golpe que resonó por aquel bar para acto seguido pararse de su silla con tal enojo que hacia engrifar los pelos hasta a la mismísima madrastra, había que resaltar que parado se veía el triple más alto que sentado.

—Vuelve a repetirlo una vez más. —mandó con voz amenazadora.

Esta riéndose mientras que algunas de las personas al alrededor la vieran como si oliera a a mierda de conejo se puso una mano en su estómago logrando doblarse en dos de la risa como si le hubieran dicho el chiste más grande de su vida, para luego tratar de recuperar el aliento para soltarlo otra vez.



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En el texto hay: humor, cenicienta, romance amor

Editado: 21.03.2020

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