El moreno sentía indignación pues la joven monarca le había abandonado en aquella sala, apunto de ser degollado con la vista por Vega. Y más ahora que necesitaba apoyo o alguien que lo defendiera de su joven travesura. Mantenía su boca en forma de "o" impresionado.
— ¿Y bien? ¿Qué pueden decir en su defensa? — La mujer de vestido blanco les miraba expectante golpeando impaciente el suelo con la punta de su tacón. — Tenga compasión de nosotros, mi señora. —Los tres acusados se arrodillaron ante la Reina pidiendo perdón y haciendo lo mejor posible para que su actuación fuese convincente. Elián quien se mantenía levantado a un lado de ellos, trataba de reprimir una carcajada que desde hace rato ha querido soltar. — Fue una simple broma, ¡lo devolveremos! — Explicó Nahir con la cabeza gacha.
Vega inclinó la cabeza conmovida por la situación, sin embargo, no lo pasaría por alto. —Así es, lo devolverán. —Dijo mientras los levantaba. —Pero no será tan fácil. —Advirtió. — Tendrán que contarlos, uno por uno, y asegurarse de que estén todos. — Los ojos de los jóvenes se abrieron con asombro.
En cambio el alto traidor se carcajeaba con fuerza detrás de ellos sin importarle las miradas enojadas sobre él. Hasta que el rey Solaria hiciera presencia en la conversación. —Hijo, tú irás con ellos. — Dijo calmadamente.
— ¿Yo, por qué? — Reprochó el alto de cabellos dorados. — Tú sabías lo que hicieron, eso te convierte en cómplice. — Ahora todo era completamente justo para los tres diablillos que sonreían de oreja a oreja viendo la trágica escena de Elián. —Pero...— Trato de defenderse el alto. — Nada de peros, iras y punto. — Sentenció el Solariano.
Sería un castigo largo para los cuatro.
[...]
El camino era largo y un poco turbulento a lo que sería su lugar de entrenamiento, Tenchi creía que en algún momento su corazón se saldría de su pecho por la velocidad en la que palpitaba, se encontraban nerviosos. Era un lugar desconocido para ellos ya que no reconocían del todo el camino que había tomado la gobernadora de las estrella. Nahir quien miraba desde su asiento por el cristal, señaló el meteorito en frente de ellos.
"¿Ese es el lugar?", pensó Tenchi.
La nave atravesó uno de los cráteres del dichoso meteorito y con precaución descendió dejándolo sobre una plataforma especial para estacionarla. La puerta se deslizó dando paso a que los tripulantes del transporte procedieran a bajar de él. El lugar estaba vacío a excepción de ambas naves, indicando que las chicas ya se encontraban allí. El entorno era moderno, pulcro y muy iluminado. Vega daba pasos firmes frente a los desorientados príncipes que admiraban el lugar, se detuvieron frente a una especie de escáner que en menos de 3 segundos cumplió con su función.
—Cuidado. — Advirtió la mujer con una sonrisa burlona en su rostro.
— ¿Eh?
El suelo se abrió bajo sus pies dejándolos caer por un tubo ancho, los paneles simulaban las paredes iluminando toda su caída. Los gritos de miedo de Tenchi y Nahir eran completamente desesperantes para la monarca y divertidos para el par sobrante. Tenchi tomó de los hombros al peli-plateado y se abrazó a su espalda como si su vida dependiera de ello. Arashi solo reía por los gritos poco masculinos del moreno, y por si fuera poco Nahir y Elián se encontraban de la misma forma pero más tierna.
Aterrizaron sobre una plataforma la cual se puso en movimiento al instante. Arashi miró al moreno que seguía sobre él de la peor forma imaginable, el chico de cabellos alborotados bajo lentamente inseguro de su decisión. — ¿Qué pasó? — Dijo Tenchi como si no hubiese pasado nada, cosa que hizo que Arashi se carcajeara fuertemente.
Terminado el recorrido por un pasillo oscuro a excepción de la luz de la plataforma, entraron a una especie de anfiteatro griego con leves aspectos modernos. Una maravilla artística para los ojos de cualquier persona. Pilares agrietados de color blanco adornados por lianas y flores a su alrededor, las gradas en forma semicircular y la arena de combate completamente flexible para cualquier elemento usado para el combate.
La reina Geothermal se encontraba sentada en la tercera fila de las gradas, mirando con una sonrisa en el rostro la naturaleza de las chicas.
— ¡Señor Astro, necesito ayuda! — Elena gritó desde lo alto de uno de los pilares. Lúa y Yue peleaban entre sí quién sabe el porqué, Iri veía su reflejo en uno de los espejitos de mano asegurándose que su peinado estuviese bien arreglado, mientras Lyra buscaba la forma de bajar a la joven de cabellos dorados.
—No puede ser... ¿Qué se supone que hacen? — Cuestionó el más bajo de los chicos acomodando de un movimiento sus gafas, aún sobre Elián. — ¿Y somos el futuro del Universo? — Elián se burlaba del gran desastre en el lugar.
Un hombre bien vestido salió de lo que parecía ser un bloque de concreto, detrás de él una dama igual de elegante, ambos profesores de los jóvenes príncipes. Fueron asignados por los reyes para educar a los herederos pero la pareja pensaba lo contrario ya que les han criado desde que Yue pronunciaba sus primeras palabras.
—Pero... ¡¿Qué pasa aquí?! — Astro caminó a paso apresurado al igual que su pareja hasta llegar a un lado del cuarteto de chicos que apreciaban la escena. —Señorita Venus, que hermosa se ve hoy. ¿Es la falda que le regalé? — Dijo Nahir a la vez que se bajaba de la espalda de Elián. —Por supuesto. — La mujer mostró sus dientes blancos en una amplia sonrisa dirigida al joven poseedor del agua.