Universo League Of Leguends: La Leyenda Del Rey Lobo

Capitulo LX (60): EL Infierno en el Norte,El Nuevo Praenomen

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Arx Asdrubalis daba las órdenes pertinentes, era lo único que le quedaba.

El asedio a Rackenhall había terminado en una tremenda desgracia y lo que al principio parecía un avance efectivo sobre la inexpugnable fortaleza del Rey Ragnar V, había terminado transformándose en una desbandada general para los propios atacantes.
El sacerdote de alto rango reflexionaba sobre lo ocurrido; debió haber sido más cauto, debió haber hecho caso a las sugerencias de sus demás hermanos de armas, debió haber escuchado a Maalcrom, a Decius, a Skarkar y sobre todo a sus sagitares que le pedían esperar a mas refuerzos por parte de la Guardia de Hielo, pero el, tosudo, se negaba a escuchar. Maldita sea la hora en que había puesto sus esperanzas en el jurasangre de la matriarca Ashe, y maldita la hora en la que hubieron sido guiados hasta aquella infernal región; todo se había ido al demonio, todo. No había nada que hacer salvo replegarse y salvar la vida.

Las lanzas, las jabalinas y los proyectiles de saetas caían como lluvia, hiriendo a hijos del hielo, a los moretani de Skarkar y a los berserkers de la tribu de Tryndamere; todos sufrían por igual. Incluso Arx Asdrubalis había sido herido por una flecha enemiga, y lo peor es que no sabía cómo estaban los demás flancos en donde Skarkar, Decius y Maalcrom hacían lo posible para frenar la marea de hierro y sangre que avanzaba impertérrita, indiferente contra ellos. El jurasangre de la matriarca de los avarosanos había contenido a los hijos de Rackenhall por cierto tiempo, pero hasta cuándo. Los guerreros de Ragnar, se multiplicaban por segundos y había visto entre ellos al propio Ragnar V, masacrando a los yetis que el mismo había traído para el asedio a Rackenhall. Todo se estaba desmoronando.

Era cierto que a tras de haber vencido en otras campañas junto a Tryndamere en las diversas regiones de Uvar, su confianza en una nueva victoria o mejor dicho en el asedio inminente a Rackenhall se había fraguado como la espada al rojo vivo; como un árbol que se yergue fuerte y orgulloso, y lo que parecía imposible a primera vista ahora ya no lo parecía tanto; las campañas que sucedieron tras la llegada del Rey Barbaro Tryndamere habían hecho cambiar la opinión a varios hijos del hielo que veían en el jurasangre, a su salvador y aquel que por fin los llevaría a la gloria. Los berserkers del Rey Bárbaro: Tryndamere; habían logrado expulsar las frecuentres incursiones de los Asoborneos y por fin se había retomado el avance hacia Rackenhall; así pues varias tribus asociadas con los guerreros barbaros de Rackenhall que, en últimas instancias habían intentado expulsar a los hijos del hielo de su región y fracasado en su intento, habían solicitado la ayuda del mismísimo Ragnar para poder expulsar a los hijos del hielo y los barbaros de Tryndamere de sus tierras.

Las fuerzas de Ragnar V no tardaron en hacerse presentes, habían aparecido justo en Tarraquiu, en el istmo que Arx Asdrubalis y sus otros compañeros Draklorns habían tomado para asediar Rackenhall; los hijos de Rackenhall eran guerreros extraños, con extrañas armaduras como escamas de pez, que portaban escudos rectangulares que colocaban en una formación ordenada, la carga de Druvask de los guerreros de Tryndamere, había funcionado al principio, pero los caídos siempre eran sustituidos, por los guerreros de la segunda fila y así sucesivamente, y llegaban más para reforzar desde la distancia a los que caían a la acometida de Tryndamere. Magos, arqueros, lanceros y sobre todo los escuderos se cebaban en las fuerzas. Hasta que llego Ragnar. Arx Asdrubalis aun recordaba con cierto temor y aprensión la presencia del rey Bárbaro de Rackenhall, era un hombre imponente de tres metros de altura, no tan alto como un yeti, pero por todo los dioses y por las tres, daba miedo verlo; era un maldito gigantón de tres metros de altura que con solo su presencia hizo que los hijos del hielo se sintieran como eso, como hielo, frágil, débil y con un barrido de su hoja degolló, masacro y mato a varios hijos del hielo que salieron despedidos con las entrañas volando por las aires, al tiempo que las fuerzas de los Hijos de Rackenhall avanzavan junto a su rey.

Arx Asdrubalis recordó la sangre volando por los aires. Recordó como Tryndamere intento acometer al rey. Sin embargo, Ragnar V se cebó en dialogar con el rey antes de iniciar su confrontación. Las palabras de Ragnar y Tryndamere aun retumbaban en su mente.

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“¿Vaya, vaya? El gran Tryndamere, el rey bárbaro de Septentrión, una de los Reyes del Sur destronado, junto a su pueblo sin reino”. El Rey Ragnar parecía divertirse del estado actual de Tryndamere. “¿Dime Tryndamere? ¿Qué se siente perder tu reino a causa de una imprudencia?”

Tryndamere pareció vacilar; eso sí que lo recordaba bien.

Arx Asdrubalis aun recordaba de buena manera el desconcierto de Tryndamere ante las palabras guturales del rey de Rackenhall.

El Rey Ragnar por su parte pareció divertirse aún mas con la extrañeza de su rival.

“¿Extrañado? ¿No debería extrañarte, Tryndamere? Cualquiera que sea alguien en el Sureste Freljordiano lo sabe y lo sabe de buena manera. Tu mejor que nadie deberías saber que el Sureste Freljordiano es una región muy compleja; ahí no hay matriarcas guerreras, solo reyes y reinas que luchan por poder, ambición y dominio. Tu mejor que nadie deberías saber que todo el Sureste Freljordiano es un territorio donde todo sale a la luz, no hay nada que este oculto a los ojos de los reyes vecinos, y la caída de tu pueblo, o mejor dicho, de tu reino.” Y aquí, el rey Ragnar pareció regodearse en el suspense que tenia ateridos a todos con sus palabras, sonrió y se hecho a reír con petulancia. “Por todos los antiguos dioses, Tryndamere, y por el gran Jabalí de Hierro, cualquiera diría que tu pueblo sabría identificar a un semidios del Freljord, y a un Darkin oculto en el cuerpo de un recipiente humano. Pero como por todomlo sagrado de este mundo: La tragedia de tu pueblo es muy conocida por los reyes de todo el Sureste Freljordiano, y yo, Tryndamere, no soy ajeno a esa noción, tengo muchos contactos en aquella basta región. Muchos que conocen tantas cosas. Tantas que realmente desacreditan tu buen nombre.”




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