Untalented

5. Inspiración

Carly se preguntaba cuál era el plan de Andrew. Ese mensaje la había dejado muy intrigada, y extrañamente, también estaba emocionada. La sola idea de encontrarse cerca de descubrir su talento le ponía la piel de gallina.

El timbre sonó, sacando a Carly de sus pensamientos. De inmediato fue a abrir la puerta.

Y ahí se encontraba Andrew, como de costumbre vestía unos jeans ajustados y una chaqueta negra. « ¿Se da cuenta de que vivimos en california?» pensó ella.

— ¿Lista? —Preguntó Andrew, mientras se quitaba sus lentes de sol.

—Eso creo —se limitó a responder Carly.

Andrew dio la vuelta, y se encaminó a su motocicleta esperando que ella lo siguiera y así lo hizo. Él le extendió el casco a Carly, esta lo vio con inseguridad pero lo tomó y se quedó ahí parada.

—Nunca te has subido a una moto. —Esa no era una pregunta. El rostro de Carly dejaba en claro que así era.

Al parecer con ella no habría nada sencillo, Andrew comenzaba a cuestionarse si todo eso valía la pena. Sin embargo él era un hombre de palabra, y le dio su palabra a Carly. Sin importar cuánto le costase, encontraría su talento.

— Te advierto que caminando, llegaremos hasta mañana —dijo en un intento de animarla a subirse, tal vez otros hubiesen dicho «no te asustes» o tal vez «yo cuidaré de ti», pero Andrew estaba lejos de ser esa clase de chico.

Carly lo pensó por unos segundos. No quería seguir siendo presa de sus miedos. Se puso el casco y subió a la motocicleta.

—El miedo es tan grande como yo lo decida — susurró para sí mismas antes de que la motocicleta arrancara, aunque Andrew había alcanzado a escucharla.

Ese era el lema de su padre, cada vez que se enfrentaba a una situación difícil intentaba recordar esa frase. Aunque no fue sino hasta que decidió hallar su talento que entendió el verdadero significado.

El viaje no estuvo tan mal como Carly esperaba. Se detuvieron frente a un estudio de baile, eso la extrañó mucho. Ya que le había dejado claro que su coordinación de pies no era la mejor, ni siquiera era ligeramente aceptable.

Lo peor, de todos los estudios de artes escénicas que había en la ciudad, tenían que ir a ese, ese que Carly conocía muy bien y se había prometido no volver a pisar.

— ¿Qué es esto? —cuestionó la chica, rogando en su interior que se hubiesen equivocado de lugar.

Andrew bajó de la motocicleta y la ayudó a ella a bajar. La guió hasta la puerta y se paró ahí, él no decía nada y eso la estaba matando, no le gustaba estar mucho tiempo en silencio.

— Al parecer no tienes un ¿Cómo decirlo?...Talento nato —soltó sin más, no era algo propio de él endulzar las cosas, si lo pensaba lo decía.

— Eso dolió. —Aunque Carly ya lo sabía, era diferente escuchar a alguien decírselo.

—Es solo la verdad —Se defendió Andrew al tiempo que se encogía de hombros.

— ¿Por qué no me sorprende? —Su tono de voz era algo seco.

— ¿De qué hablas?— Cuestionó Andrew. No le había gustado para nada el modo en que ella habló.

—Pues no podía esperar un trato amable de parte del frío Andrew —respondió con obviedad.

—No me conoces.

No había nada que él detestara más, que las personas que creían conocerlo sin siquiera intentarlo. Cuando la gente lo veía, sacaba conclusiones de inmediato. Él estaba harto de eso

—Tú a mí tampoco —Replicó la chica.

—No pienso discutir contigo.

—Estoy de acuerdo. Mejor explícame por qué me trajiste aquí —pidió Carly, ella tampoco quería discutir. Aunque el lugar en el que se encontraban no la ponía precisamente muy cómoda.

—Vinimos por un poco de inspiración para que encuentres tu talento, tal vez observando a las personas de este estudio, puedas encontrar algo que llame tu atención — explicó tranquilamente

—Interesante...

—Si algo en verdad capta tu atención, será un buen punto de partida —comenzó a abrir la puerta.

— ¿Aquí? —La respuesta era muy obvia pero Carly tenía la pequeña esperanza de que no fuese así.

—Aja —respondió entrando al lugar.

—Yo creo que no debería entrar a este lugar. —No era la primera vez que Carly estaba ahí. De hecho había pasado varios años en ese lugar y no tenía recuerdos precisamente lindos

—Vamos, es solo una academia —La animó tomándola del brazo para que entrara.

La academia no había cambiado casi nada. Eran los mismos pasillos fríos, los mismos carteles con la palabra «disciplina» cubrían los muros. Carly siempre tuvo la impresión de que en lugar de una academia de baile, era más bien una academia militar disfrazada.

Siguieron por el pasillo, todo iba bien hasta que se toparon con una mujer de cabello rubio y cara alargada, la instructora más despiadada que alguien podía conocer. Carly la vio y volteó el rostro teniendo la esperanza de que no la reconociera.

A medida que se acercaban, llamaron la atención de aquella mujer. Al verlos, frunció el ceño y negó con la cabeza en repetidas ocasiones.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó muy alterada. Como si hubiese visto a su peor pesadilla cobrar vida.

—Solo pasaba, y quise saludar —Carly intentaba sonar inocente.

Andrew comenzó a entender el miedo que tenía Carly antes de entrar a ese edificio.

—Vinimos a que ver algunas clases. —Intervino para aligerar el ambiente.

—De ningún modo volveré a aceptarla —se negó terminantemente.

—No fue mi intención —se disculpó ella.

Carly había sido alumna regular en ese estudio, pero en varias ocasiones, la poca coordinación de Carly le ocasionó daños físicos a varias de sus compañeras y a la propia instructora.

—Por tú culpa tuve que cancelar cinco recitales —le reclamó.

—Dele una oportunidad —pidió Andrew, sorprendido por sentir un poco de empatía hacia Carly.

—Yo siempre creí que todos podían aprender, que solo era cuestión de práctica... hasta que la conocí a ella —dijo señalándola.



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En el texto hay: amistad chica y chico, talento, romance amistad

Editado: 31.10.2022

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