Por suerte, Thomas me sacó y me tumbó en el borde de la piscina, donde vomité el agua en acto reflejo poniéndome de lado. Tenía un horrible dolor en la nariz, la garganta y la cabeza... Me senté cuando pude respirar un poco y tuve la fuerza.
-¿Estás bien?- preguntó Thomas que venía corriendo por el borde de la piscina...
¡Un momento! Si Thomas, vino corriendo... De un salto, me giré para averiguar quién me había salvado... Nunca hubiese esperado que fuera él en la academia.
-¡Nate!- grité lanzándome a su cuello.
Apenas se había sacado los zapatos antes de saltar a la piscina y estaba empapado de pies a cabeza.
-¿Estás bien, Beth?- preguntó sonriente cuando lo solté.
-Ajam- dije feliz -... ¿pero qué haces aquí?
-Salvarte- dijo con la sonrisa que más me gustaba mientras me salpicada con el agua que caía de su cabello como un perro.
-No, me refiero a ¿qué haces aquí, en la Academia Utopía?
-Como te dije, llevo protegiéndote por más de 14 años, no voy a dejar de hacerlo ahora- me abrazó muy fuerte y yo le respondí igual, estaba tan feliz -... ¡Me asustaste! ¿Qué te ocurrió? Siempre has nadado muy bien... ¿Acababas de comer?
Bajé la cabeza y aguanté su sermón de hermano mayor, antes de que me abrazara de nuevo. Me pasó mi toalla que estaba sobre uno de los bancos pegados a la pared y me sacó el gorro de piscina.
Después de un rato, salimos de la construcción. Intenté encontrar a Thomas, pero no apareció, ni siquiera en las escaleras. En cambio, mi hermano me acompañó hasta mi puerta y dijo que me esperaría hasta que me vistiera. Quería preguntarle tantas cosas...
Así que en menos de 20 minutos salí, ya bañada, vestida y sin dolor de cabeza. Y allí estaba Nate, con la misma ropa, pero extrañamente seco.
-¿Qué haces aquí, Nate?- pregunté cuando salí del cuarto muy sonriente colgándome de su brazo.
-Ya te lo dije. Te protejo... soy tu Guardián- dijo haciendo una reverencia y se burlaba de mí.
-No, en serio... ¿qué haces aquí?
Ya me cansaba... se suponía que él no conocía sobre la magia, o no me lo hubiese ocultado... ¿verdad?
-Protegerte- respondió sacudiendo su cabello color miel con su mano libre y luego colocandola en la barandilla de la escalera que descendía al sexto piso. Seguíamos bajando.
-¿De qué?- dije deteniéndome, soltando su brazo y encarándolo muy enojada.
-No te lo puedo decir- respondió desviando la mirada.
-¿Y qué me puedes decir?- me cansaba que él también me ocultara cosas... peor, me había mentido.
-Te ves muy chistosa volviendo a ser una puberta- dijo mientras me despeinaba -. ¿Eso es un grano?
-¡No me cambies de tema!- lo aparté de un manotazo.
-Es importante que no lo sepas... es por tu bien- dijo colocando su mano en mi mejilla.
-¡Ah! ¡Ya estoy harta de todos! ¿Tú sabías que tengo magia?- no me respondió.
Me separé de Nate viendo su expresión culpable, me di la vuelta, y volví a bajar. Casi corría huyendo de él. Me había mentido descaradamente... Durante toda mi vida.
-No puedo decírtelo- dijo cuando logró atrapar mi brazo -. Es por tu bien. Compréndeme, Beth- tenía una expresión dolida y sincera.
-¿Quién te lo prohíbe?- le pregunté sin creerle totalmente, si algo sabía de Nathan es que no le gustaban los problemas y a veces, incluso, me había ocultado sus deudas en la librería -¿La Inquisición?- sugerí burlándome.
-Sí, es que...
-¡Deja de mentirme!- grité indignada, ignorando a todos los que estaban por allí y regresaron a verme.
-Siempre supiste cuando te mentía- miraba al suelo sonriendo triste -... Tienes razón- me miró a los ojos y me sujetó por los hombros -, en realidad es el director de esta Academia. Él me obliga a callar.
-Él me dijo que soy maga -estaba dudando, pero parecía que no mentía-. Él no me lo ocultó como tú...
-Te lo iba a contar después de mudarnos- dijo desesperado sujetando su cabeza -. Tú eres una Metamorfo Completa como yo. Por eso me dejaron ser tu Guardian.
-¿Eres morfo? -básicamente no lo conocía... y había vivido toda mi vida con él-. No puedo creer que no me lo contaras.
-Ya te dije que no es mi culpa, Beth. Yo sólo hacía lo mejor para ti, siguiendo órdenes...
-¿De quién?- lo interrumpí.
-No te lo puedo contar- me dio la espalda y miró por la ventana de tercer piso.
-¿El director?
-Sí.
-¡Deja de mentir!
-Tienes razón -dijo antes de sentarse en uno de los bancos de la ventana-, a ti no te puedo mentir, Beth -se apoyó completamente en el banco y miró por el hueco de la escalera, a la imponente altura hasta el techo-. Hay más de una persona tras mi cabeza, y todo ha sido por pretegerte...
-¿De qué?- ¿estaba en peligro por mi culpa?
-No puedes saberlo... tu vida está en peligro.
-El director ya me lo dijo.
Era triste pensar que un casi total anciano desconocido era más confiable que mi hermano, que había estado conmigo casi toda mi vida. Intenté aguantar mis lágrimas y bajé corriendo toda la distancia que faltaba hasta el santuario donde estaba la fuente de Utopía. Ese lugar me relajaba mucho... pero sentí que alguien me miraba, y al alzar la vista, en el segundo piso de la biblioteca, estaba la figura de la niña pálida.
-Perdóname Elizabeth- dijo mi hermano sorprendiéndome sentado en la fuente a mi lado-. Sé que te he ocultado muchas cosas, pero sólo quiero que seas feliz. Mucha gente quiere manipularte y usarte para cumplir sus metas. Yo sólo quería alejarte de todo esto, para que no sufrieras. Yo quería alejarte de todo hasta que todo hubiese pasado, pero Friedrich ya te lo contó... No confíes en él- dijo sujetando mis hombros hasta hacerme daño -, por favor, Beth.
Nunca confié en el director del todo, pero ahora no sabía qué hacer... Aunque Nathan era lo único que siempre había tenido.
-¿Vas a seguir enfadada conmigo hermanita?- preguntó poniendo su linda sonrisa y extendiendo sus brazos -Tú sabes que yo te quiero.