-¿Habría la posibilidad de que pueda ir a pasar Año Nuevo con Esme?- pregunté ilusionada.
-Esmeralda Rodríguez Acosta, Primer Año de Especialización. Su padre es Tecnólogo en la Inquisición. Es muy probable que pueda ir, pero primero hay que discutirlo con el Concejo Mágico... Supongo que la tengo que dejar con sus amigos...
-¿Por qué tengo el cabello morado y los ojos rojos?-pregunté recordando lo de hace un momento, cuando nombró a Thom y Alessandria.
-Este es su verdadero aspecto- hizo una pausa y se frotó los ojos con los dedos de la mano izquierda mientras me decía que me sentara con la otra-. Su hermano le hizo creer que el cabello negro y los ojos azules son su aspecto normal... Debo admitir, que era una buena idea en la dimensión no mágica, no mucha gente tiene su aspecto fuera de aquí. Pasar desapercibida era algo muy bueno, pero creo que debería aceptar su verdadera apariencia- me miró a la cara sin ninguna expresión como siempre-. Tal vez le hace falta sacarse la sangre de su amiga, y tomar un poco el sol. Parece que su anterior aspecto, era una transformación avanzada y su piel era una capa mágica, creada involuntariamente. Tiene mayor control sobre su poder de lo que creía- empezó a divagar en voz alta mirando al techo...
-Los espíritus de Alessandria me dijeron cosas extrañas...
-Los espíritus saben el destino de los vivos, pero a veces, tenemos que tener cuidado con las verdades a medias que cuentan.
-¿Cuál es mi nombre?
-Elizabeth Smith.
-Me refiero al verdadero- dije irritada.
-No es conveniente que lo sepa... aún.
-¿Así que lo sabe?
-Tengo que volver- dijo viendo su reloj, mínimamente nervioso.
-¡Espere!- dije alejándome antes de que rodeara su escritorio y me llevara a la enfermería.
-¿Qué ocurre?- preguntó bastante ansioso mirando su reloj.
-Prométame que si gano el Torneo, me dirá mi nombre- los espíritus me habían dicho que iba a ganar, ¿verdad?
-Si gana- afirmó después de una carcajada.
Algo era algo... Llegué sujeta por el hombro izquierdo al Santuario y corrí hacia la enfermería, antes de Friedrich se evaporara en un círculo mágico azul.
-¡Quítamelo!- gritaba a todo pulmón Alessandria, agitando el brazo que tenía el bracelete.
-¡Qué no!- gritaba Thomas de vuelta.
-¡Qué me lo quites!
-¡Ya basta!- grité poniéndome en medio de ambos - ¿Qué es lo que pasa aquí?
-Ese tipo no me quiere quitar el brazalete.
-Ese tipo, es Thomas-dije molesta, mientras lo miraba enfadado resoplando y quitándose el flequillo de la cara-, y te acaba de salvar la vida. Deberías estar agradecida.
-Gracias-dijo entre dientes-. Ahora necesito quitarme el brazalete y encontrar a mi mamá y...
-Tu madre ya se fue. Ya cruzó, ¿no lo entiendes?-Thomas no aguantaba nada más.
-Mi mamá no es como la tuya. Mi mamá sí me quiere-dijo antes de llorar.
Thomas abrió los ojos como platos, y levantó la mano con todas las ganas de abofetear a Alessandria. Lo detuve como pude, pero era más fuerte de lo que pensaba.
-Por favor, Thom -dije con apenas fuerza, sólo para que él me escuchara-. Mírame, por favor. Ahora está dolida y sola. Cálmate y ayúdame, por favor.
Dejó de forcejear, pero soltó sus brazos bruscamente de un tirón, y se alejó para arreglarse el traje que llevaba.
-Tu mamá ya cruzó, necesitaba irse -no sabía qué decir-... Si prometes no volver a tratar de mantener a tantos espíritus, Thomas te sacará el brazalete.
-No vas a mantener en este lado a más de un espíritu a la vez- sentenció Thomas con los ojos más fríos que nunca había visto.
-¿Y quién me contará cuentos?- preguntó llorosa Alessandria.
-Lo hará él-dije señalando a Thom con mi pulgar.
-¿Qué?-preguntó Thom entre enojado y asustado.
-De acuerdo-respondió Alessandria estirando su muñeca hacia Thom.
Thomas me miró con un odio asesino, pero le retiró el brazalete y me llevó de nuevo al gimnasio, ignorando a la pequeña niña rubia demasiado alta que nos siguió.
-¿Sigues siendo igual de mala en deportes?- preguntó Thomas intentando encontrar algo en alguna parte del gimnasio.
-Sip-respondí un poco avergonzada.
-Para ir al Torneo necesitas ser más fuerte, más resistente y más poderosa. Tu esencia puede ayudarte a aumentar tu poder mágico; si haces una rutina de ejercicio buena, puedes ser más resistente; pero necesitamos un profesor Morfo bueno que te entrene...
-¿Por qué puedo ver espíritus?
-Eso me estaba preguntando yo también- dijo pensativo sentándose en el suelo de madera -. Es imposible para un Mago poder usar 2 magias... Pero sólo un Espiritual como Alessandria puede ver espíritus, es imposible para alguien como yo o tú verlos...
-¿Así que no puedo ver fantasmas?-pensé en mi estúpido miedo por Alessandria, cuando pensaba que era un fantasma.
-No- respondió Alessandria -. Necesitarías tener en tus venas sangre de Espiritual.
-¿Y cómo pude hacerlo?
-No te lo puedo decir- dijo Alessandria moviendo sus piernas encima del potro en el que estaba sentada.
-Eres taaaan útil, mocosa molesta-dijo Thomas antes de darle la espalda.
-Soy mayor que tú- respondió Alessandria autosuficiente arrogante y tranquila, sin importarle lo más mínimo que Thom la ignorase.
Él se acercó a mí y me sujetó por los hombros.
-¡Céntrate! El Torneo es en poco tiempo y tienes que ser el mejor Morfo que a Academia haya visto. Marcus, Sonja, Romina, Jannik, Suzanne, Erik... Hay Metamorfos muy buenos en la Academia que llevan entrenando por años, tenemos cerca de 6 meses para entrenarte, es muy poco tiempo y tienes que dar el 110%, ¿entiendes, Elizabeth?
Asentí con mi cabeza y pensé en lo que significaba eso. Tenía que superar a gente que había entrenado y dominado su poder de Morfo hacía años, y yo apenas llevaba un par de meses haciéndolo.
-¡Está bien!-repondí animada.
-Alessandria-la llamó Thom.