Utopía

Capítulo 18.- Mi destino

-¿Por qué tan bajo?- pregunté desanimada.

-Tu control es pobre, tus transformaciones son básicas, utilizas demasiado poder mágico, en una sola transformación te agotas, no puedes hacer transformaciones encadenadas, y… tu estado físico es nefasto… ¡Ah! No sabes pelear- me respondió comiendo su último pedazo de filete, como si no escupiese pedazos de patatas fritas cada vez que decía algo.

-Pero yo no quiero participar en el Torneo Mágico- replicó molesto Niel tumbándose en el puff.

-Eso es tu decisión- dijo Aidan sonriendo.

El pequeñajo sonrió hacia Aless y se rieron compartiendo un chiste interno.

-¿Qué?- preguntamos Niel y yo al mismo tiempo.

-Nada- respondieron los dos locos antes de volver a reír más fuerte.

Me levanté aburrida, no iba a permitir que se rieran de mí, así que molesta y del brazo de Esme, bajé a la sala. Me sorprendí de encontrar una mesa llena de comida cuando aún faltaban unos cuantos escalones para bajar, y cuando digo llena, es MUY llena.

-¿Qué pasó aquí?- preguntó Esme empezando a babear frente a una canasta con unos 5 Kg de gambas.

-El señor Friedrich ha mandado todo esto para preparar… me preguntó si queríamos la cena ya hecha, pero es más bonito hacerlo juntos- dijo con una sonrisa -. Es nuestra tradición familiar.

Esme fue corriendo y la abrazó, me dio cierta envidia, pero la señora Rosa extendió sus brazos hacia mí también. Me sentí cohibida, no sabía qué hacer, pero insistió con su mano de nuevo, así que fui.

Me abrazó con fuerza con su brazo izquierdo, mientras a Esme la abrazaba con su brazo derecho. Respiré su olor, una mezcla entre perfume, jabón, un poco del almuerzo y rastros del hospital… Pero no era el olor, era el calor y el cariño lo que me hicieron sonreír.

-Gracias- dije sonriendo hacia ambas.

-¿De qué?- preguntó Esme con una sonrisa de oreja a oreja.

-Nunca he tenido una mamá y se siente bien.

Era cierto, Nathan había tenido unas cuantas novias esporádicas, pero nunca las llevaba a la casa. A veces, habían aparecido en la librería buscándolo, pero Nathan se enojaba mucho y las echaba. Me alegraba cada vez que pasaba eso, aunque ahora me avergonzaba de ello. ¿De verdad era un psicópata? ¿Cómo no lo había notado antes? ¿Qué es lo que buscaba? ¿Quería la Puerta para él? ¿Qué podía hacer la puerta?

-Puedes venir cuando quieras, muchacha- me dijo Rosa -. Yo no creo que seas peligrosa. Sólo tienes mala suerte…

-Ni se imagina- balbuceé…

-Mi mamá es tu mamá- añadió Esme muy feliz.

Me abrazó un poco más fuerte y nos soltó con una sonrisa.

-¡Ahora vamos a cocinar!- dijo frotando sus manos feliz -. ¡Todos vengan!

Aless, Aidan y Niel bajaron enseguida, mientras que los abuelitos de Esme y Adrián, su hermano, dejaron de jugar cartas.

-Nos vamos a dividir la cena. Adrián y Esme, ustedes se van a encargar de los camarones y los percebes, ¡Sin comer! ¡Por favor!- les advirtió seria, golpeando la mano de Adrián cuando fue por una uva -Papá y mamá, me van a ayudar preparando las uvas para medianoche. Alessandria, ¿quieres ocuparte del puré de papas?- ella asintió sin mayor problema.

-¿Yo qué hago?- preguntó Aidan subiendo a un banquito para alcanzar bien a la mesa.

-Vas a ayudarme haciendo los entrantes: necesito la ensalada, taquitos de queso con cereza, galletas con atún, pimiento con anchoa y queso de cabra con membrillo. Yo te corto todo y tú lo pones bonito en los platitos con palillos… ¿Trato?- le preguntó animada tocando su nariz.

-¡Trato!- respondió animado por la confianza.

-Cuando acaben Esme y Adrián, te van a ayudar, pero me dices si no pelan bien las gambas o no te ayudan- estiró la mano hacia Aidan y él la chocó feliz.

Realmente, necesitaba una mamá…

-Nathaniel, tengo entendido que eres un chef- continuó organizando todo, y supuse que era así de diligente en el quirófano.

-Algo así- dijo mostrando una hermosa sonrisa mientras se sacudía las ondas desordenadas de color dorado.

-Tú vas a hacer el jamón- dijo señalando una enorme funda.

-Pero necesito horas para hacerla macerar- respondió preocupado.

-¿Cuántas?- preguntó sin dejar de sonreír mientras sacaba esferas cian de un cajón.

Se parecían a los caramelos que el Director me daba para estudiar.

-24 horas- respondió sonriendo.

-Y tú, pequeña, vas a hacer el postre- dijo entregándome dos cajas de preparado.

-Soy pésima en la cocina- le advertí apenada.

-Sólo tienes que seguir las instrucciones de la caja- dijo acariciando mi cabeza -. Es imposible equivocarse.

No quería hacerlo mal, así que respiré profundo… 3 veces. Todos nos lavamos las manos en fila. Los abuelitos, se quedaron lavando las uvas, con una sonrisa mutua envidiablemente romántica. Esme y su hermano se llevaban la canasta de camarones y una olla con otros mariscos que no conocía a una parte de la sala, donde empezaron a quitarles la cáscara y a ponerlos en otra olla para lavar. Aless se puso a pelar las patatas con un pelador. Niel se quitó la camiseta, quedándose en una camisa interior sin mangas…




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