¿Cuántas veces la gente se arrepiente de las cosas que ha hecho? No creo que sean más de las cosas que no hacemos. A veces creemos que tenemos tiempo y dejamos las cosas para mañana, para luego, para cuando tengamos inspiración, ganas o alguna cosa que nos falta.
Hace meses que no veo a Aidan y nunca pude disculparme con él...
-Buenos días, Elizabeth- Friedrich llegó y me despertó de mi ensoñación despierta mientras miraba sin ver el cereal humedecido en la cuchara.
-¿Cuándo podré ver a Aidan?- pregunté ansiosa una vez más dejando que la cuchara de plata golpease el recargado y antiguo plato de porcelana pintada.
-Buenos días, Elizabeth- repitió una vez más.
-Buenos días- la paciencia no era algo que me sobraba estos días, aunque si era sincera, no tenía ni idea de en qué día de la semana estaba.
-Por más que me lo pregunte mil veces, la respuesta va a seguir siendo mil veces la misma. La Academia ha sido clausurada y todos han sido devueltos a sus casas, con sus familiares y tutores legales, mientras el Tribunal decida qué hacer con la existencia de la Academia Utopía- estaba cansado y un poco enfadado, pero no le afectaba demasiado.
Suspiré y me recosté en la silla, ignorando su mirada recriminatoria contra mi postura en la mesa.
-¿Cómo se encuentra, Elizabeth?- preguntó sacando sus gafas de lectura del bolsillo de su chaqueta de estar por casa para agarrar el periódico junto a la bandeja de su desayuno.
Me enderecé e intenté ignorar la mirada que se dirigía directamente a mis profundas ojeras. Unir día tras día entre siestas interrumpidas por pesadillas ininterrumpidas no era algo que se pudiese ignorar fácilmente. Estaba agotada mental, física y emocionalmente. No era una persona que salía demasiado, pero estar atrapada contra mi voluntad en una casa y llegar máximo hasta la verja del jardín, me hacía sentir prisionera... Peor, me hacía sentir más culpable aún, porque estaba pagando con reclusión una sentencia no dictada. Esta vez no estaba secuestrada, esta vez tenía mi conciencia machacándome por las muertes causadas por mi presencia... ¿Hubiese evitado todo si me hubiese ido con Nathan? ¿Podría haber evitado todo si hubiese reaccionado a tiempo o me hubiese preparado para pelear?
Estaba recluida con el Director y un par de sus sirvientes en una casa tan vieja como lujosa. Estudiaba a diario bajo su supervisión, y si era completamente sincera, era un profesor excepcional... pero nunca se lo diría a la cara. A veces era simplemente un tirano egoísta que no tenía otra cosa que hacer y quería ver resultados inmediatos... aunque había notado la diferencia y los avances en el control de mi magia y mi rendimiento físico.
A pesar de todo el esfuerzo que estaba haciendo, sin embargo, no era capaz de dormir una noche completa. No podía quitarme de la cabeza todos esos cadáveres sanguinolentos que estuvieron en el suelo por culpa del hombre-lobo de Nathan. No había asistido a los funerales, ni siquiera quise saber quiénes habían fallecido por defenderme a mí y a todos los estudiantes. Era egoísta, pero no quería que nadie me dijera que había sido mi culpa. Tenía miedo de ser señalada. Mi mente sola era suficiente tormento y cada día me recordaba mi casi muerte y los cadáveres de las víctimas, fueran quienes fueran.
En ocasiones pensaba que era magia de Vidente, pero no había probado una sola gota de la sangre de Aless, y era imposible que viera fantasmas así, sin más... ¿verdad? ¡Echaba tanto de menos a Alessandria! Era la única que me daba respuestas y me decía la verdad cuando la necesitaba.
El Director me dijo que todos habíamos sido privados de cualquier medio de comunicación, y llevaba demasiado tiempo sin saber nada de mis amigos. Pero nada de nada. ¿Estaban vivos? ¿Estaban bien? Para ser sincera, había llegado a un punto en el que no podía mantener mi cabeza centrada en un solo pensamiento por más de un minuto.
-Morgana me ha comunicado que los procesos legales en contra de la Academia se están resolviendo. El ataque de Nathaniel- al escuchar su nombre mis ojos se enfocaron el Friedrich y él se dio cuenta de que tenía toda mi atención -costó vidas, infraestructuras y la reputación de la Academia...
-¿A quién le importa la Academia?- pregunté exasperada por un edificio estúpido.
-La Academia Utopía es la obra de mi vida- dijo molesto apartando el periódico y retirándose las gafas antes de enderezarse y entrecruzar los dedos delante de su cara -. Para usted es una escuela, puede que, hasta una prisión, pero no he pasado toda mi vida buscando a los mejores profesores, los cuales eran buenos amigos míos... TODOS ellos- bajé la mirada incómoda y me intenté colocar mejor en la silla -; construyendo la mejor infraestructura con los equipos más desarrollados para poder ayudar a jóvenes a alcanzar todo su potencial; pero no sólo eso. Hice de mi vida, una obra para ayudar a las nuevas generaciones a no centrarse sólo en ellos mismos, sino a que desarrollen valores y quieran contribuir al mundo...- se levantó y empezó a caminar lentamente hacia la ventana del patio exterior -Cada uno de los alumnos de MI Academia son futuros personajes influyentes. Van a estar sometidos a demasiada presión, cumpliendo expectativas de sus familias, de la sociedad y de ellos mismos. Todavía no saben quiénes son en la vida o lo que quieren alcanzar de ella, pero todos a su alrededor les dicen qué hacer y cuándo hacerlo. Creo que es abrumador, pero de alguna manera, he construido un lugar en el que pueden olvidarse de ello por unos años- se giró hacia mí -. Creo firmemente, que todos y cada uno de los alumnos que asiste a clases en la Academia Utopía puede hacer de este mundo, un lugar próspero y digno para cualquier criatura. Llevo el legado de Utopía como mejor puedo, no tengo un portal mágico que cumple deseos, pero pequeñas acciones cotidianas pueden hacer un gran cambio. Y grandes cambios políticos pueden mover países completos hacia un nuevo nivel.