Ella vino a mí como una sinfonía, escuché su música y suspiré de agonía.
Ella cantó mi anhelo y mi alegría, sostuvo mi mano y me llevó hacia el fondo de aquel día.
La mismas aguas profundas de melancolía, la oía pero no la veía.
Una sirena vino a mi y cantó mi agonía, sostuvo mi mano y me torturó aquel día.
Las cicatrices permanecerán toda la vida, mientras mis lágrimas construyen mares de ilusiones vacías.
Las corrientes de la sinfonía me trajeron el recuerdo de ese día.
La sirena hizo de mi vida una eterna agonía.
Siempre la escuchaba, pero no la veía.
***
Un poema basado en la antigua mitología. “Un hombre y la imagen de una sirena. Su anhelo es tan grande que cree verla, pero en realidad sólo la escucha.
Su dolor lo persigue tanto que cree que su infelicidad es causada por la lejanía, por el hecho de no poder alcanzarla”.
Editado: 10.12.2020