"Muchas veces queremos estar solos... Pero, sentirse solo, es totalmente diferente a querer estarlo. Todos tenemos sueños y, sabemos que debemos esforzarnos para conseguirlos. Muchas veces creemos que nadie nos quiere... pero siempre hay alguien que nos ama."
- Señorita, aqui está su boleto - dijo el señor de la taquilla. Era un hombre de un aspecto cansado, tenía hermosos ojos; eran grandes y verdes, con unas oscuras y largas pestañas, tenía unas oscuras sombras decorando el alrededor de estos primeros. Su pelo era castaño y, por el tamaño de su muñeca y mano imagino, que es un hombre con un cuerpo bien tonificado. - "Seguro cuando era adolecente las chicas morían por él" - A pesar de sus años y el cansancio que se le nota a no más dar, el hombre era realmente apuesto.
- Gracias - El hombre asiente, me da una sonrisa amable y guarda el dinero que le dí. Me despedí de él con un - "Adiós, que tenga un buen día". - Dí media vuelta y tomé rumbo a la parada de buses para ir a casa.
Caminé unas cuadras para tomar el bus, en el camino obserbava a todas aquellas personas que se encontraban en aquél lugar. Frente a mí, se estaba una pareja observando detenidamente un enorme ventanal, el cual dejaba a la vista una hermosa cuna color verde. El hombre sostenía a su pareja por la cintura y, le hablaba a la mujer en un tono tan bajo, al cual solo ella tenía derecho a ser cómplice de sus palabras y, ella le demostraba cuánto lo disfrutaba con la sonrisa que le dedicaba a su pareja. Se veían realmente felices y, se podía observar también, el amor que se tenía el uno al otro. Era amor de verdad.
Desvié mi vista de la pareja y recorrí con esta mi alrededor. A simple vista, todo se ve bien, las personas parecen estar feliz y conforme con lo que están viviendo en éste momento. Una pequeña, con una larga cabellera oscura y, hermosos ojos azules, robó mi atención. Era realmente hermosa, no tenía más de seis años. Ella alimentaba a una cantidad de aves que se le acercaban alrededor, esperando que la pequeña regara de aquel anhelado maíz, la niña era feliz dando de comer a aquellas criaturas. Su sonrisa y la melodía de esta, no desaparecían para nada de su pequeño y dulce rostro.
bajé mi vista y retomé el camino hacia la parada de buses a paso lento. Después de recorrer las cuadras que faltaban, llego a mi destino. El lugar estaba solo, las personas andaban arriba y abajo, a paso apresurado. Algunas personas se detenian a mi lado a esperar el autobus, otras preferían esperar sentadas en la banca que se encontraba allí.
- ¿Salomé? - Sentí una mano tocar levemente mi hombro izquierdo. Acto que me hizo girar rápidamente; la muchacha era unos centímetros más alta que yo, su pelo era rubio y liso y, sus ojos. - "¡Wau!... ¡Qué lindos ojos!". Eran azules, los cuales eran decorados por unas largas pestañas; su rostro me era familiar pero, no decifraba de quién se trataba. Ella me obserbava como si no fuera real lo que estaba viendo, su sonrisa parecía no querer borrarse de su hermoso rostro y su tez era súper pálida.
Me negaba a separar mi vista de la muchacha, buscando alguna señal para decifrar quién era aquella rubia. Pero el resultado del acto me era en vano, no apuntaba al blanco. Mis nervios se empezaban alterar al no saber quién era la muchacha que se encontraba frente a mí, sin pronunciar una palabra y observándome como una joya. No entendía qué era lo gracioso, por que esa es otra expresión que logro decifrar en su rostro.
"¿Por qué sabe mi nombre?"
Fue la duda que me carcomía de un momento a otro. Suspiré, si permitía que esto me afectara en forma, creo que podría ser peor la situación; y eso que aún no pasa nada, tampoco estoy esperando que pase algo. "Al menos algo malo".
Suspiré de nuevo con el intento de calmar un poco mis nervios que van recorriendo mi cuerpo lentamente. No tiene sentido, lo sé. Pero, siempre fueron los nervios la emoción que me proboca demasiado esfuerzo para controlar.
Sentí el piso vibrar un poco a mi derecha, dirijo mi vista hacía allí y noto que el autobús ha llegado. Suelto otro suspiro y dirijo mi vista de nuevo hacia la muchacha que aun me observa con su enorme sonrisa.
- Ho... Hola - "No entiendo el motivo de mis nervios, tengo un presentimiento algo... negativo", "Tal vez por ser una... ¡¿Total desconocida?!", "No creo que tenga un mal propósito", "No seas ridícula", "Dios, me voy a volver loca. Estoy hablando sola", "Claro, sola".
Esta vez solté un fuerte suspiro y rodeé mis ojos con fastidio; el empezar a discutir conmigo misma no ayudaba en absoluto y, la rubia que se encontraba frente a mí, parece que se niega a decir algo. Pero suelta una enérgica carcajada, lo cual me confunde aún más; aún no comprendo qué es lo gracioso.
De nuevo siento el piso vibrar, dirijo mi vista hacia la derecha y el bus ha marchado. "Mmm... se fue", "No me digas". De nuevo ruedo mis ojos, "Creo que debo ir al Psiquiatra".
Mi vista se dirije de nuevo hacía la muchacha, su mirada esta vez expresa algo de ternura y, bueno, al menos ya no estoy tan nerviosa. De algo sirvió la "Charla" conmigo misma.
- ¡¿Cómo estás?! - Pregunta mientras se acerca a darme un abrazo, levemente correspondí el gesto. Bueno, lo que me sorprende ahora, es que al parecer ella estaba feliz de verme, muy feliz diría yo. Ha decir verdad, núnca había visto a alguién alegrarse tanto por verme.
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Editado: 09.03.2023