En el comienzo de las eras donde nuevas especies tomaban posesion de los territorios ganados gracias a las guerras no habia mas que hacer, el mas fuerte se quedaba no solo con el respeto de la gente a su al rededor, sino tambien con lo que pudiera pedir o requerir.
¿Querías oro? Solo ve y conquista la nacion aurum, solo eso tenías que hacer, si podías llegar a conquistar dicha nación ya tenías gran parte del universo ganado.
Entre humanos y las otras especies, Dar Hell no era ni una minima parte de grande en cuanto a poblacion, pero eran bestias inmortales, capaces de matar para lograr todo lo que se les antojara, no importaba si lo necesitaban o no, simplemente eran mentes llenas de avaricia, corrompidas por los mas grandes pecados, claro que podían experimentar el amor, de hecho, una vez que se enamoraban ya no tenian una vuelta atras, se aceptaban tan y como eran... Su problema radicaba en que su forma de gobierno a veces era demasiado para las pobres almas en desgracia que ahi se desarrollaban.
El pobre principe no sabía que esperar de su propia gente, si bien despues de las guerras ya había paz que se podía llegar a esperar de aquellos que rara vez acataban las ordenes de Pandia. No lo podía llegar a imaginar, tenía miedo y era tan enorme como el amor por Nagem.