Utopía[completa]

Capítulo 33

Sus ojos azules, sus labios, su pelo rizado castaño, sus pestañas interminables…

Joder, no he dejado de pensar en ella desde aquel beso, quien me mandaria a mi en meterme en este lio del que no tiene salida. 

¿Y si es verdad aquello que dice ella? Quizás ya no vuelva a ver a mi mujer, quizás mis últimos días de vida deba de pasarlos viviendo una vida de ciencia ficción.

¿Pero quién sabe eso? quizás mi mujer esté moviendo cielo y tierra para buscarme y quizás sus esfuerzos valgan la pena y yo no puedo mientras pagarle estando aquí con una o con otra..

Cogo aire para seguir adelante aun habiendo pasado algo, no se si voy a seguir capaz de mirarla a la cara pero debo de hacerlo, al menos cada vez que vaya a su “consulta” para curarme las heridas que me ha dejado golpear al muro.

Dichosa la hora.

—Toc toc —de nuevo el mismo ruido, de nuevo la misma puerta, espero que no ocurra lo mismo.

Se abre la puerta, Sheila está dentro pero no me mira la cara, mira hacia dentro y paso sin decir palabra alguna.

—¿Que tal? —le pregunto para ser amable.

—Bien… —aunque en su rostro no denota su respuesta, es más bien una mezcla entre enfado y frustración. Y no es porque me este curando como si fuera un muñeco de laboratorio que no importa el tacto. Más bien me da la sensación porque cuando se da la vuelta va hablando por las esquinas murmurando algo que no llego a averiguar que es.

O una de dos, o está enfadada conmigo o está loca y cualquiera de las dos la mejor opción es huir del lugar.

—¿Ya? —temo preguntarle otra cosa y ser preso de una hostia por haberla rechazado.

—Si —me responde mientras me mira y me perdona la vida.


Suenan las campanas, salvado por las campanas y nunca mejor dicho, salgo sin decir nada, creo que por el momento es lo mejor, llego hasta el templo, Hector está apuntando algo en una lista, supongo yo que será lo que han traído hoy.

—¿Cuánto ha llegado? —le pregunto para saber si nuestras esperanzas comienzan a desvanecerse o sigue habiendo una oportunidad de salir de aquí.

—Una comida menos que ayer, un mes doy como mucho para poder aguantar pero si sigue bajando llegara un momento en el que no podremos comer.

—Tienes que contarle la verdad a todos —le reprocho que no lo haya hecho ya.

—¿Para que? ¿para que culmine la anarquía? —responde dando vueltas de un lado para otro sin ningún tipo de control.

—Tu verás lo que haces Hector, pero esto tiene los días contados.

—¡Ya lo se joder no me agobies! —me responde casi gritando y haciendo que todo el mundo se quede en silencio y mirándonos.

—Todos a comer —entra Abraham para poner orden como si siguiese siendo el líder.

—¿Que pasa? que sigue bajando la comida ¿no? —entra como un elefante en una cacharrería y enseguida se pone al día.

—A mi me echasteis por no contar la verdad —nos responde de manera chulesca mientras muerde una de las últimas manzanas que nos queda.

—Vale, cada uno a su sitio —dice Héctor señalandonos a los dos.


Paso de él, me doy la vuelta y mis ojos se encuentran con George, al fin ha salido de su casa, lleva tres días esquivandome. Va hacia la mesa del comedor.

—Ey, ¿cómo estás tío? —le digo mientras me acerco a él con un poco de trato para no llevarme ningún estupido de los suyos.

—Dejame Jacob por favor —me responde con la voz entrecortada y casi sin atreverse a mirarme a la cara.

¿Pero que le ocurre?

—Mira no voy a ir detrás de ti como un perro, tú sabrás. Bastante problemas tengo yo ya —se lo dejo bien claro mientras me doy la vuelta y paso de él completamente.

—Estoy enfermo —dice dejándolo en el aire y mirando a la mesa que se acaba de sentar.

—Habla con William, es médico seguro que él te puede conseguir lo que te haga falta para recuperarte —le contesto sin tener la menor idea de lo que le ocurre.

—Esto no se va a ir con un simple medicamento, tengo una enfermedad y no tiene cura, traía conmigo unos medicamentos que hacía que la retrasase pero hace unos días que se me acabo y ya me esta empezando a crear síntomas, no se lo que me queda pero no me queda mucho tiempo. Entre aquí con la esperanza de conseguir suficiente dinero para poder encontrar una cura y dejarles algo de colchón a mi familia para que puedan vivir bien, pero al final esto se va a acabar y me voy a ir sin ninguna de las dos —dice limpiándose una de las lágrimas que le cae sobre su rostro. 

En absoluto me imaginaba que era eso, ahora mismo me siento mal por haberle hablado tan mal el ultimo dia.

—George, te prometo que vamos a salir de aquí —le prometo aunque en el fondo no sé si voy a ser capaz de cumplir.

—Gracias pero dudo mucho que podamos salir de aquí —me devuelve otra vez a la cruda realidad.

—Tiene que haber una forma, nos tiene que quedar alguna oportunidad —añado mientras pienso alguna forma de escapar, descartando las ya probadas por todo el mundo.

—Y si robamos el coche con toda la gasolina que tienen y nos marchamos, tenemos que encontrar otra población y desde allí podremos contactar con nuestras familias para que vengan a por nosotros… 

—¿Qué crees? ¿que no lo han hecho ya? —me devuelve la pregunta como si yo lo tuviera que saber.

—Pero tiene que haber algo… —le suplico para que tenga algo de fe.

—No hay nada, no hay salida, a diez kilómetros de aquí hacia cada lado hay muros, tan solo hay la estación del tren que es el único sitio por donde podemos escapar, pero dudo mucho que quien ha organizado todo esto haya dejado una puerta por donde escaparnos… —la cruda realidad me golpea de nuevo.

—Pues hagamos nosotros una puerta —doy de nuevo una solución aunque sea un completo suicidio.

—Jacob, no sabemos lo que hay al otro lado y si estan preparados para paranos, es un completo suicidio ir sin tener la menor idea de lo que hay mas alla de esos muros.

—Debemos de intentarlo, quedándonos aquí tan solo vamos a cavar nuestra tumba, tu por la enfermedad y el resto por hambre —le suplico aunque no creo que sea suficiente, es su elección al fin y al cabo pero algo hay que hacer.



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En el texto hay: utopia, pruebas, ciudad abandonada

Editado: 10.12.2022

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