Utopía[completa]

Capítulo 45

Hace dos días desde que pude hablar con mi familia, a día de hoy sigo preguntándome de como pude llegar a ser capaz después de mi desliz. Pero todo el mundo fue capaz de afrontar la realidad, todos menos Debora, no sé por qué razón. Está deambulando por todos lados, creo que ha llegado el momento de preguntarle porque no la llamarón para ir a hablar con su familia.

—Oye Debora.

—Dime —me maldice con la mirada.

—¿Por qué no fuiste el otro día a hablar con tu familia? —le pregunto aunque no me tendría que meter en esas cosas y tampoco me ha dado pie a ello.

Me mira, siento que me estoy metiendo donde no me llaman.

—Si te piensas que por venir aquí de buenas voy a caer en tu cama vas muy equivocado, yo no soy como la facilona de Sheila.

¿Pero que se habrá creído que es para hablarme así?

—Tu no sabes nada —le digo señalando con el dedo índice.

—Eso mismo te digo a ti, que no sabes nada y que mejor no te metas —me contesta mientras sale corriendo de mi vista. Casi que es mejor porque estaba apunto de soltar una bordería y era mejor que no lo hubiese soltado.

Decido darme la vuelta y continuar caminando. No se a donde me dirijo pero lo que me da mas coraje es pensar que quería ayudar a una persona y he terminado discutiendo con ella. Los sentimientos están a flor de pie encerrados aquí dentro y no se como vamos a terminar si seguimos mucho más tiempo.

De repente me detengo en seco, un llanto me ha sacado de mi pensamiento, proviene de mi lado izquierdo. Lo sé gracias a mi mujer que me habla en el Primark en medio de toda la muchedumbre.

Giro rápidamente y voy tras la llamada de socorro, para mi sorpresa no puede ser otra persona que Debora.

¿Que le digo?

¿Que cojones le pasa después de haberme hablado mal a mi? aunque pensándolo por un instante quizás esté así por mi culpa. ¿Debo de ir o resistir? esa es la cuestión.

Decido no hacerle caso a mi cabeza e ir a intentar a ver si le queda algo de humanismo en ese cuerpo de uno sesenta.

—Perdoname por lo de antes —le suplico mientras observo que trata de ocultar las lágrimas y los llantos.

—No… perdoname a mi por decirte eso —le cuesta hablar parece que lleva un nudo en la garganta.

Trata de tragar saliva y se toca varias veces el pelo para colocarselo.

—No tengo familia —cambia el rictus de la cara y comienza a mirarme. No se si para que me sienta culpable o sentir compasión por ella.

—Perdoname, no lo sabía —bajo la mirada al suelo, ahora mismo me sabe mal decirle algo.

—No he tenido una vida fácil, cuando era pequeña mis padres se separaron, mi madre se junto con una persona que a los pocos meses de estar juntos se vino a vivir a mi casa,  mientras en ese tiempo mi padre falleció por un cancel y fruto de esa debilidad mi padrastro comenzó a maltratarme —trato de escucharla pero me quedo con la boca abierta y los pelos de punta. Es increíble por todo lo que ha pasado.

—Pero no es solo eso, meses más tarde comenzo a violarme, a partir de ese momento y sin ninguna figura paterna comencé a tener fobia a los hombres, por eso he reaccionado tan mal contigo. Llego un momento en el que no podia con esa presión, trate de contarselo a mi madre pero no me  creyo y me tuve que marchar de casa con dieciséis años. No tenía más familia y tuve que irme a vivir con un grupo de vagabundos hasta que encontre una buena familia que quiso acogerme. Pero yo ya no era la misma. Sueño todas las noches con esos momentos en los que me maltrataba y me violaba, por esa misma razón prefiero no tener relación con nadie, después me ofrecieron esto y como tonta accedi, pero está claro que hasta en esto he tenido mala suerte —el tono de voz va disminuyendo conforme va contando la historia. Me quedo completamente sin palabras y no se que responderle. Parece que ya ha contado todo.

—No es necesario que contestes nada —parece leerme el pensamiento.

—Lo siento, no me imaginaba que habías pasado por  todo eso.

—Me imagino, tampoco es para ponerse como me he puesto yo —se explica mientras se rasca parte de la nariz y enmarca una sonrisa.

—¿Un abrazo? —le pregunto mientras abro los brazos de par en par, compruebo mi olor corporal para evitar más muertes—. Me he duchado esta mañana no te preocupes que no huelo.

—¿Seguro? mira que no quiero caer en un hechizo hasta que venga mi príncipe azul que seguro que aquí dentro no me encuentra.

Pese a esa respuesta al final accede.

—¿Me puedes hacer un favor?

—Claro. ¿Que es?

—Si sales de aquí por favor promete que irás a esta calle y le dirás que pese a todo no le guardo rencor —me explica mientras me extiende un papel en una de las manos.

Le devuelvo enseguida el papel.

—Tranquila porque se lo dirás tú misma. Y seguro que después de eso te quedas mas agusto todavía.

—Porfavor, es ya por quedarme tranquila, cógelo y si salgo por mi pies tu solo tienes que tirar el papel —finalmente decido coger el papel que no me cuesta nada tenerlo en mi poder.

—Gracias —dice mientras asiente con la cabeza—. ¿Crees que en algún momento conseguiremos salir de aquí?, pero respóndeme con sinceridad.

—Seguro, tengo una corazonada y Hector tiene un plan que en nada lo pondrá en marcha. Lo conseguiremos.

—¡Jacob! —escucho a lo lejos. Es hector.

—Tienes que venir a ver esto, es de extrema urgencia —me dice echando todo el aliento por la boca como si nunca hubiera corrido, aunque por la cara que trae es para correr.



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En el texto hay: utopia, pruebas, ciudad abandonada

Editado: 10.12.2022

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