El mes del estudiante era "el mes", todos los días había actividades para disfrutar y sin dudas el baile y la "farándula estudiantil" que se realizaba con el desfile de las carrozas y sus reinas era el broche final y por el cual debían trabajar muchísimo. El galpón en la casa del Colo era el lugar donde los de 2do año preparaban su carroza. Esta debía hacerse con flores de papel con el motivo que escogieran, debía respetar las medidas y dinámicas del reglamento, pero sin dudas lo que más los emocionaba era el toque que Colo, el loco de los fierros y la tecnología le había dado. La carroza representaba un ave Fénix que podía mover sus alas y su cabeza y emergía dentro de unas lenguas de fuego, obvio todo en papel mache, esto era el secreto mejor guardado por todo el curso. Podían trabajar por las tardecitas, se juntaban llevaban bebidas comida y por supuesto la música al volumen que la paciencia de los padres del Colo tuviesen.
Se repartían y organizaban muy bien los trabajos a la voz de mando de La Chola que los tenía cortito a todos. Algunos hacían flores de papel, otros pintaban, los más habilidosos dibujaban letras grafitis y el Colo se ocupaba de la logística metalúrgica, ese era su mundo, Tomás lo acompañaba riendo sin parar ante las ocurrencias de su amigo, que no podía decir dos frases, sin meter una ocurrencia.
-Y ¿Qué te pasa? Que andas con cara de pasa de uva.
Tomás lo miró y se encogió de hombros.
-Nada ¿Qué me va pasar?
- Mmmmm dijo la vaca, te conozco mascarita, algo te está picando, no será tal vez un bichito rubio muy lindo, cuyo nombre comienza con "E".
El estropajo dio justo en la cara pecosa del Colo.
-Deja de decir boludeces, ni ahí, mira si me va interesar esa nenita de papá, es insoportable, además, nos conocemos desde toda la vida, es como mi hermana...-intentó explicar Tomás recibiendo la devolución del estropajo del Colo.
- Pero no lo es, tranqui amigo, si no te interesa todo bien, mejor para mi jajajjajaja
-Como si te va dar bola, soñá.
-A mí capaz no, pero el hijo de la doctora, las trae muertas a todas, incluida "El bichito rubio".
-Problema de ellos-dijo Tomás tirando sobre la mesa el estropajo y yéndose visiblemente ofuscado.
-Ay amigo, estás hasta las manos-dijo el Colo viéndolo irse.
Tomás se fue hacia el patio trasero buscando soledad, realmente no quería pensar en nada. Iba a llegarse hasta donde estaba los columpios hechos con gomas, cuando vio que uno de ellos estaba ocupado, Morelo estaba allí. Morelo era un chico tímido, callado, era parte del grupo, pero siempre estaba distante. Había muchas habladurías, pero la más fuerte era lo terrible que eran los castigos de su padre, su mamá había fallecido hacia algunos años y desde ese entonces su padre se perdía en el alcohol. Morelo era un muchachito muy flaquito y con un flequillo muy largo que tapaban sus ojos. Como no le gustaba jugar al fútbol y generalmente estaba con las chicas, muchos decían que era "amanerado", otros más crueles le decían "puto". Por todo eso Tomás dio dos pasos atrás para irse, pero Morelo lo percibió antes, se levantó del columpio arreglándose su flequillo, ocultando su rostro.
- No te vayas Tomás, yo ya me iba...
- No, vos estabas acá, yo...- Tomás pudo ver al acercarse Morelo, el color liliáceo debajo de su ojo izquierdo por más que este quisiera ocultarlo con su flequillo.
- Todo bien, igual tengo que ir ayudar...
- ¿Duele? -se atrevió a preguntar Tomás señalándole su ojo.
- Un poco, un boludo me caí en la bici...bueno me voy, no quiero que te carguen después porque te vean conmigo.
- No digas boludeces Morelo, a mí eso no me importa.
- Ibas a irte cuando me viste...no te preocupes ya estoy acostumbrado...
Tomás recordó entonces la frase de la abuela: "Siempre ponte en el lugar del otro ¿Cómo te sentirías?
- Morelo, vení, déjate de joder con el drama, son dos columpios...
Los pasos de Morelo fueron indecisos, hasta llegar al columpio, se sentó y miró hacia el cielo.
-Mi vieja sabía decirme que cada vez que alguien nacía, al mismo tiempo se creaba una estrella, que en algún momento de nuestras vidas la encontraríamos y al morir habitaríamos en ella...
-Que buena historia, aunque creo que jamás encontraría mi estrella, yo nací estrellado-bromeó Tomás sacándole una sonrisa a Morelo.
-Yo en realidad no buscó mi estrella, si no la de mi mamá...- Ahora Tomás comprendía el porqué del flequillo largo de Morelo, ocultaba su pena.
-Me acuerdo de tu mamá, fue nuestra maestra de jardín, era increíble...te confieso que estaba enamorado de ella, jajajajajajja.
- ¿Quién no lo estaba?, mi vieja era un ser muy especial...-nuevamente el flequillo sobre el rostro.
-Yo no tengo ni un solo recuerdo de mis padres, era un bebe cuando murieron, solo por fotos que mi abuela me muestra...mi mamá fue amiga de la tuya, por lo que me dijo...creo que vi una foto de las dos embarazadas de nosotros...-La voz quebrada traicionó a Tomás.
-Si eran muy amigas, mirá- dijo sacando una cadenita y una cruz de oro-Esto se lo regaló tu mamá a la mía en su cumple de quince, fue lo que me dejó para mí, ella jamás se la sacaba.
Tomás juraría que miró hacia ese cielo de mares de estrellas y una de ellas brilló con inmensa intensidad.
-Puedo prestártela para que te cuide por un tiempo...
Tomás sonrió, aunque le era muy difícil con las inmensas ganas de llorar que sentía.
-No...estoy bien...
_No parece-aseguró Morelo-. Se te ve triste.
Tomás negó con su cabeza y llevó sus manos al rostro.
-Estoy cansado...es que ...no sé parece que todos saben lo que quiero-no sabía ni porqué había dicho aquello.
-Bienvenido al club, a cualquiera de esos chicos o chicas que están en el galpón van a decir lo mismo, es cansador aparentar. Todos dicen quién eres, cómo eres y se inventan historias que terminan por creerse, por eso yo me inventó mi mundo, dibujo, leo, escribo, sacó fotografías y por hacer todo eso me clasifican de "raro", definición de raro·: "puto".