Cuando Emi despertó y no vio a Valencia, no se preocupó pues sabía que estaría en la casa del árbol, lo que nunca se imaginó fue verla dormida abrazada a su hermano Ricky.
_ ¿Qué diablos? _ dijo en un grito, que provocó que tanto Ricky, como Valencia se dieran de cabeza los dos al despertarse_. Están totalmente locos, no me digan que lo hicieron, ¿Lo hicieron? ¡Qué asco mi dios! Mi mejor amiga y mi hermano ¡cómo me mintieron, ¡cómo puede ser…!
Ricky dio un salto dándose nuevamente la cabeza con el techo y tomó a Emi tapándole la boca al escuchar que su madre los llamaba para desayunar. Valencia que no podía articular palabra se acercó a su amiga, tratando de calmarla.
_Emi, no es lo que parece, te juro que no pasó nada, nos quedamos charlando y nos dormimos… ¡Por dios! mirá si me voy a curtir a este salame.
Ricky la miró sin ninguna simpatía.
_Bueno tampoco es para tanto, ya nenita, mira si yo, voy a tener algo con … con esta ¡Histérica!
_ ¡Histérica! tu abuela, ¡nene! _ Le dijo entre dientes Valencia quitándole a Emi, que ya casi no respiraba.
_ ¡Basta!, que mamá va escucharnos y si los descubre ahí si se arma. Lo que sí…lo que sí ustedes me van a decir la verdad, a mí con cuentitos ridículos no me vienen- lo dijo levantando su dedo en señal de que la cosa era bien seria, y cuando eso pasaba, era mejor no mentirle. _ Ahora, ¡chito! y a desayunar hay mucho por hacer hoy. Se fue, y el rojo que predominaba en su rostro, le dio la señal a Ricky y a Valencia que no sería sencillo convencerla.
_Valen…lo de histérica fue…me dijiste salame.
Ella apretó sus dientes y levantó sus manos con la intención de ahorcarlo, pero cuando él la miraba de esa forma, la derrotaba.
_No pienso hablarte, no pienso escucharte, no pienso estar cerca de ti…lograste que mi amiga crea que soy una…una uffff.
Bajo la escalera de la casa del árbol como un rayo, Ricky la vio entrar por la puerta del fondo, era sin dudas un tornado, justamente como a él le gustaba.
Los juegos de la vida eran sin duda las pruebas que más costaban superar, no tan solo porque requerían gran destreza física, sino también una gran capacidad de resolución inmediata de problemas y acertijos. Al ser de diferentes cursos las duplas, los puntos se repartían entre los vencedores.
Nuevamente el Camping Cristal era el escenario de la movida de los juegos de la vida. Cada dupla poseía una camiseta con un color característico. El de Valencia y Ricky era de color verde “esperanza”, había dicho emocionada Emi, a lo que Valencia contestó: “que parecía verde vómito”, con su habitual humor de la mañana.
Las pruebas eran seis y debían realizarse dentro del tiempo estipulado, aquellos que lo hicieren en menor tiempo, obviamente ganaban más puntos.
La Chona y Luis estaban junto a Valencia y Ricky, la incomodidad podía notarse en Valencia ante la mirada de Luis, situación que no pasó desapercibida por Ricky. Se acercó al oído de Valencia y dijo:
_Me parece a mí, o ese idiota ¿te está mirando demasiado?
_No digas boludeces Ricky, que me debes unas cuantas, y no estoy de humor para aguantarte ni a vos, ni a nadie.
Claramente lo entendió, si algo conocía de Valencia, era no provocarla cuando el peligro era eminente.
La Chona le dio los cinco a ambos.
_¡Vamos! Que estos son nuestros…o de ustedes, porque yo creo que me muero en el primer juego, que es llegar a la cima del cerro.
La charla se terminó con el sonido de la llamada que era el silbato de uno de los profes de Educación física, a los grupos, a la línea de salida. A cada dúo se le entregaba un mapa y las referencias, eran seis pruebas, postas que debían cumplir. Ricky tomó el que les correspondía a ellos y le sonrió a Valencia. Luis por su parte tomó el de ellos, La Chona se persignó.
El profe miraba su reloj manteniendo su mano levantada, a la señal todos debía abrir sus mapas y comenzar el juego.
_Buen juego Valencia_ Le deseo Luis mirándola fijamente.
_ ¿Solo Valencia?, recuerda que ambos debemos ganar y creo que yo voy con ella…
_ Presten atención, nenitos, que a la señal salimos, pueden dejar sus alardes de machos para después_ Valencia refregó sus manos y se posicionó para salir sin darle importancia a ninguno de los dos. Ellos si se miraron desafiándose, había algo más que un simple juego por ganar.
El profe dio la señal, brazo abajo, silbato y el griterío de salida llenó e lugar. Ricky y Valencia miraron rápidamente su mapa y se apresuraron hacia el camino del cerro. A pesar de los que muchos se burlaban de ella por su peso, Valencia tenía una destreza increíble para las actividades físicas, corrían como si el viento estuviese poseyéndola. Pero no solo la empujaban sus ganas de ganar, también muchas de las cosas que habían pasado esos días la impulsaban, no siempre el ganar era la meta, sino dejar lo malo atrás.