Siempre fue conocida como la perla del norte.
Hubo un tiempo, donde los reyes que los gobernó, eran tan conocidos y amados por las personas que menos tenían. Llegando al grado que hasta los grandes señores en otros reinos de otras partes del mundo, envidiasen su poder.
"Hay de aquel que se atreva a insultar, peor aún a faltarle el respeto al reino del norte", unos soldados decían en tono de broma.
Esto y otras palabras parecidas, se escuchaban de vez cuando en los lugares en donde beben cerveza y bailan hasta caerse.
El reino sacado de los cuentos, conocido así por los demás, no existía más.
Ahora solo había tristeza y dolor.
Las bellas casas, que en su mayoría eran de color amarillo oscuro, al pasar el tiempo estas se habían degradado por viento y sol. Sin dejar a un lado, sus bellas calles donde caminaban a diario miles de personas y que habían vivido muy gusto.
Los soldados que quedaban, solo rogaban algún héroe antiguo o a cualquier dios que venerasen, que no los atacasen y si los atacaran; no murieran.
En sus rostros había mucha tristeza y falta de moral, que lo último era lo peor.
Sus calles se veían llenas de piedras por los ataques sufridos desde afuera.
Y en algunos lugares tanto fue el daño, que no lograron cubrir la gran abertura de la pared, de la pequeña muralla que los protegía. Puestos solamente a un lado los desperdicios para luchar después sin problemas.
Dejando a la vista de todos, el enorme hoyo que había dejado una de las catapultas que había utilizado el enemigo, varias veces en el mismo lugar. Para después solo retirarse.
Este acto claro de falta de respeto hacia la ciudad. Hizo que muchos soldados a ver la gran burla de parte del enemigo; botaran sus espadas y abandonasen sus puestos para regresar con sus familias.
Las personas habían perdido la valentía y las fuerzas, más cuando un suceso extraño, en donde ruidos venidos del cielo, hicieron que después oscurezca un instante. Como un palo de fosforo estuviera dando sus últimos esfuerzos para mantenerse prendido.