— Lo siento mucho. Debí pensar mejor que decir. La verdad nunca he salido con alguien que no sea como yo y olvide que... Pues. — Se disculpó una vez más mientras caminaban.
— No te disculpes. Es solo que no estaba preparado como para indagar en el tema.
— Talvez sea mejor que volvamos. Aún sigues muy pálido.
— ¿Tienes que volver? Aún tenemos unas horas antes del amanecer — dijo viendo la hora en el móvil.
— No es urgente. Al menos hasta las 3 AM.
— Tenemos tiempo — aseguró con una sonrisa.
Buscaron un taxi y se dirigieron al mirador de la ciudad. La vista era magnífica por las noches.
— Dijiste que no habías salido con alguien como... Como yo. ¿Hay muchos como tú?
— La verdad no sé cuántos existimos. No es que haya un censo que internet publique cada año — respondió con una risita—. Pero a veces nos encontramos con otros.
— Imagino que una relación estable con alguien igual a ti es más viable que una con alguien como yo — habló sin mirarla.
— Si lo que quieres saber es, si salgo con alguien. La respuesta es no.
— Creí que... Pues te ví el otro día y pensé...
— Somos amigos — interrumpió sin aclarar a cuál de los dos amigos se refería —. Desde hace mucho.
— De acuerdo. Y... ¿Crees que? Aunque puede que sea difícil, pero ¿Tú crees que entre nosotros...?
Valery sintió un disparo de adrenalina en aquellas vagas palabras. Las cosas estaban tomando otra forma en la cabeza de Royce y no podía permitirlo. Por muy extraño que le pareciera a ella misma su propia reacción, quería protegerlo. Al menos sus sentimientos, ahorrarle un corazón roto ya que el resto de él no tenía salvación.
— No te acostumbres Royce. No seremos amigos cercanos o algo así — habló con un tono casi grosero—. Solo has tenido suerte de aparecer cuando yo no estoy hambrienta.
— Deberíamos intentarlo — dijo buscando sus ojos.
Valery fingía desinterés mirando al frente para evitar su mirada. Era tonto lo que hacía. Podía terminar con todo eso en ese momento. Sólo tenía que mirar a los ojos de ese chico y hacer uso de sus habilidades para infundir el sentimiento correcto a la situación y todo acabaría. Con su sangre bajando por su garganta. Pero no lo hizo. Por alguna uno quiso matarlo.
"Aún no".
— ¿Cenarte? — ironizó.
— Ser amigos.
— Esto no es una novela romántica "amigo". Tarde o temprano te mataré Royce. Fin de la historia. Recuerda eso — concluyó en tono mordaz.
—¿Qué tal dormir juntos?
Royce no era de los que perdía las esperanzas fácilmente.
—Si quieres morir, sí.
"¡Es que no entiende que hablamos de su propia muerte!".
— ¿A caso no tienes sexo? — Preguntó incrédulo ante la posibilidad.
— No es asunto tuyo — dijo molesta cruzándose de brazos.
— Valery lo siento. No era mi intención incomodarte.
— Creo que es mejor que regrese — respondió sin mirarlo.
— ¿Puedo acompañarte?
— Si — dijo sin saber por qué había accedido.
Hicieron el trayecto en silencio dentro del taxi. Royce se reprendía por haber dicho aquellas tonterías. Ella había dicho claramente que no era posible y él insistió como cualquier patán que solo busca su beneficio sin importarle los sentimientos de los demás.
— Valery. Por favor escúchame — habló cuando estaban frente a su puerta. — Perdóname...
—No te preocupes por eso Royce. Olvídalo sí. Solo, recuerda lo que te dije. Esto no terminara bien. Y lo digo en serio.
— Yo también lo dije en serio — le tomó del brazo con suavidad antes de que ella fuera a girarse para abrir la puerta. — No importa lo que seas — susurró inclinándose hacia ella.
Los ojos de Royce la mantenían quieta en su sitio mientras unos cálidos dedos envolvían los suyos.
Era Valery quién podía ejercer un poder sobre los mortales con su mirada, pero ésta vez era Royce quien influía sobre ella.
—Royce, no. Esto no puede...
— Pero si tú quisieras — añadió alzando su mano libre hacia su mejía. —Podríamos intentarlo — dijo acariciando el contorno de su rostro para detenerse en su barbilla y acariciar con su dedo pulgar el labio inferior.
Valery se sintió tan humana en aquel instante, tan frágil, tan vulnerable que casi pudo sentir su corazón bombear sangre nueva otra vez.
— Royce — suplicó cerrando los ojos y apoyando sus manos contra su pecho.
Sentía sus latidos acelerarse y su temperatura aumentar significativamente. Y su aliento vibraba sobre sus labios entreabiertos.
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Editado: 02.08.2018